Confrontadas a la modernidad, sacudidas por las corrientes de las civilizaciones y las ideas, las tradiciones africanas parecen perder terreno antes de la llegada de una “aldea global”. En África, especialmente en las culturas más antiguas, todo tiene sentido y tiene un instinto sagrado. Desde el nombre de una persona al canto del pájaro de mal agüero pasando por los remolinos del viento, las danzas y los ritos de iniciación, África tiene alma de sobra. En África, la tradición entra dentro del campo de lo sagrado. El arrullo de una paloma, el grito de un pájaro dando vueltas, el fuego en repetidas ocasiones en una misma casa son todos eventos que no pasan desapercibidos por los guardianes de la tradición africana. Los representantes de la perpetuación de lo sagrado. En este segmento de la comunidad, hay reyes, ministros, jefes militares, ayudas de cámara, etc.
En África, especialmente en el África subsahariana, los más grandes depositarios de la tradición (tradición en todos los sentidos del término) son los “jefes de la tierra”. Son distintos de los jefes o reyes tradicionales. No sustituyen a los reyes ni su poder. Su poder está separado del jefe de la tribu o rey de la localidad. El respeto a los muertos, la celebración de ritos tradicionales no pueden llevarse a cabo sin el “jefe de la tierra” que por lo general es la autoridad competente para ejecutar estas tareas. Por lo general, él es el guardián de la religión de sus antepasados. Recibe el poder de una autoridad superior y la ejerce, la mayor parte del tiempo, después de la muerte de esa autoridad. Es un poder que se transmite de padres a hijos. Los titulares de este poder se seleccionan de entre los hombres más honestos de la sociedad. Están destinados a conducir con valor, abnegación, respeto a los antepasados y todo lo relacionado con lo sagrado.
No se puede negar la riqueza de la tradición africana
El período pre-colonial conoció una expresión plural de la tradición africana. El advenimiento de la época colonial quiso negar la riqueza de este enfoque sagrado enterrado en el corazón y el alma de África. No hay ni habrá un lugar, una porción de tierra en el continente, sin su secreto lado oculto. Sólo los iniciados, los seguidores de los ritos y los guardianes del templo tienen derecho a participar en las realidades de estos lugares sagrados. Con la colonización, el «negro», descrito como salvaje, ha visto sus prácticas culturales y sagradas pisoteadas. Esto, con la ayuda incluso de sus hermanos «negros». Han sido necesarias las investigaciones científicas de egiptólogos e historiadores africanos como Cheick Anta Diop, Joseph Ki-Zerbo o Théophile Obenga para demostrar la profundidad y la sabiduría de la identidad cultural de África. A propósito de estos hechos, tampoco se puede olvidar que los objetos culturales fueron robados y vendidos a museos repartidos por todo el mundo. De ahí la pregunta: ¿cómo podemos no reconocer la grandeza y la nobleza de la tradición africana y por el contrario, ser aficionados (amantes) a los objetos que se utilizan para magnificar esta tradición? En la actual Ghana, los líderes tradicionales fueron reconocidos por la Constitución. Participan de facto en la vida cultural, social y política de su país, ya que son los guardianes y custodios de la tradición.
Es cierto, y no lo vamos a negar, que la tradición no es perfecta. Para hacerla perfecta, debemos confrontarla con otras tradiciones de modo que de la mezcla de ellas nazca una fuerza impulsora del desarrollo de las tradiciones de todo el mundo. Con este fin, las tradiciones, en el sentido más amplio del término, deben inspirarse en el modelo iniciado por las religiones llamadas «reveladoras» a través del diálogo de las religiones. África puede iniciar un diálogo de tradiciones. Porque es en la comparación de las prácticas, en la explicación y la comprensión de los hechos, que se aclaran los malentendido, el odio, las enemistades y los delitos condenables. Un proverbio africano dice que «nadie debe apuntar con el dedo a su pueblo natal». Este dicho muestra cómo el pueblo es sagrado para los países de África, ya que es la tierra de sus antepasados, la mejor, la tierra nutritiva y protectora. En estos eventos es donde la tradición africana o las tradiciones africanas más amplias deben encajar el proceso global de la modernidad.
Inspirando otras tradiciones
La modernidad debe adaptarse a la tradición y no al revés. La tradición, especialmente en África, puede ser considerada la madre de las tradiciones. De hecho, Assata Fall, escribía en su estudio sobre la tradición africana que el mundo se inspiró en ella para crear lo que tiene en la actualidad. «Ese fue el caso curioso de los indoeuropeos y sobretodo de los antiguos griegos fundadores de la civilización llamada occidental de la cual han surgido las culturas europeas de la actualidad. Los antepasados griegos de las civilizaciones occidentales se fueron a informar, formar y aprender conocimientos y costumbres del Egipto africano. Entre los fundadores de este falso ‘milagro griego’ podemos citar a Herodoto, Aristóteles, Pitágoras, Tales, Platón, etc., que aprendieron todos sus conocimientos de los escribas, sacerdotes y estudiantes especializados africanos y estuvieron inspirados por ellos durante decenas de años. Estos mismos griegos dieron testimonio de ello. Lo escribieron. Los antiguos egipcios también. Otros investigadores lo han demostrado. Los estudiosos Cheikh Anta Diop y Théophile Obenga lo han confirmado. La tradición africana ocupa un lugar importante en el proceso de conocimiento del mundo. El éxito de África vendrá de la recuperación de su patrimonio tradicional. Porque negar su tradición es negar su existencia, es perder su alma.
afriquefemme.com
Fundación Sur