El África subsahariana es una de las zonas de la tierra más expuestas a todo tipo de desastres: guerras, epidemias, hambrunas, etc. El precario sistema de salud de esta parte del continente a menudo no es capaz de hacer frente a las repetidas epidemias, las altas tasas de mortalidad materna y el crecimiento de enfermedades crónicas. En particular, el África subsahariana sigue siendo esencialmente el área más afectada en el mundo por la malaria. Según el informe de la OMS del 29 de noviembre de 2017, la zona representa el 90% de los casos de malaria y de las muertes relacionadas con esta enfermedad de todo el mundo.
El 16 de abril, en la apertura de la Conferencia Panafricana sobre la malaria, en curso en Dakar hasta el 20 de abril, se ha puesto de manifiesto que, especialmente en el África subsahariana, la lucha contra la malaria es más compleja y difícil que en otras partes del mundo ya que casi una cuarta parte de las reservas del banco de sangre están contaminadas con parásitos que causan la enfermedad”, ha declarado a la Agencia Fides Donald Zagore, de la Sociedad de Misiones Africanas. “De hecho – continúa el sacerdote-, de un total de 22.508 donantes de sangre, casi el 23.46? es vector de parásitos que provocan la pandemia. Con tales cifras, la lucha contra la malaria en África subsahariana está lejos de haber terminado”.
Además, Zagore insiste “debido a los muchos conflictos armados, las familias en esta zona relativamente pobre de África necesitan mucho más que ayuda financiera. De hecho, se necesitan de forma urgente que los instrumentos de seguridad social y bienestar social como el “Assurance Maladie Universelle” (AMU) o la “Couverture Sanitaire Universelle” (CSU) se conviertan en una realidad eficiente y segura. Estas dos herramientas siguen siendo un factor fundamental para el desarrollo sostenible y están destinadas a aliviar el sufrimiento de los más vulnerables e indefensos. El objetivo es que todas las personas en el África Subsahariana gocen de buena salud para poder contribuir al desarrollo y a la autorrealización”.
En este contexto, la Iglesia africana no se ha quedado mirando. “Este es un desafío muy exigente – explica Donald -, que ve duplicarse cada vez más su presencia, especialmente en asuntos importantes como la lucha contra la malaria y programas fundamentales como AMU o CSU. Nunca debemos olvidar que trabajar para el bienestar físico del hombre es una parte integral del mandato del Evangelio.
DZ/AP
Fuente: Agencia Fides
[Fundación Sur]
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