Togo: ¿De qué tiene miedo Faure?

11/12/2009 | Opinión

¿Por qué el presidente de Togo Faure y sus partidarios no se deciden a adoptar el modo de escrutinio a dos vueltas en las próximas elecciones presidenciales? Esta fórmula estándar tiene, sin embargo, el mérito de preservar el país que lo experimenta de futuros amargos. Lo hemos visto en Guinea Bissau, Mauritania y fuera del continente. Lejos de gustar únicamente a la oposición, el escrutinio a dos vueltas ofrecerá al ciudadano togolés una diversidad de elección, le responsabilizará más y le incitará a disfrutar plenamente de sus derechos.

Al acercarse las elecciones presidenciales de febrero 2010, la oposición togolesa reclama a voz en grito la adopción del modo de escrutinio a dos vueltas. Es verdad que esto permitirá a los diferentes candidatos calibrar sus fuerzas. Pero ¿por qué haber esperado todo este tiempo para lanzar a sus partidarios a las calles de Lomé? Ciertamente los imperativos vinculados al desarrollo del proceso, notablemente la puesta en marcha de la comisión electoral, ha podido hacer sombra a algunas actividades. Pero en su estrategia de lucha, la oposición parece carecer de vigilancia. Le hace falta obrar bien con el fin de llegar a remontar el gran fraude que sirve generalmente de garantía al poder establecido en África.

En efecto, el modo de escrutinio a una vuelta tiene muchas limitaciones. En nuestras repúblicas bananeras de democracia mal estructurada, este modo de escrutinio no está falto de riesgos para la oposición. Lo hemos visto recientemente en Gabón donde Ali Bongo Ondimba ha sucedido sin gloria a su difunto padre. La oposición, entonces dispersa y sin alma, no puede hoy querer otro cosa que a ella misma. Este escenario podría repetirse en Togo donde el poder tiene la facilidad de invocar siempre la falta de recursos financieros para entablar algunos cambios decisivos. Sin embargo, una elección no es interesante si no existe un cierto suspense. Además, esto deja al país al abrigo de todo conflicto. Mientras que un escrutinio a una sola vuelta carece de estimulantes, puesto que nadie se mostrará frustrado si la victoria concedida al adversario aparece como limpia. En esta óptica, el escrutinio a dos vueltas tiene la ventaja de permitir a los adversarios aprovechar el round de observación para organizarse mejor y relanzar la carrera. El elector, en cuanto a él, tiene tiempo de reflexionar bien, con vistas a hacer una elección más juiciosa. Para los países que renacen a la democracia, una multiplicidad de elección aparece como ineluctable si queremos consolidar lo adquirido.

En las grandes democracias, tienen lugar muchas vueltas de escrutinio, desde las primarias hasta el último pase ante las urnas. En África, entre los ejemplos más recientes, el de Guinea Bissau se revela lleno de lecciones de humildad, de voluntad y de coraje político manifiesto. Este país, después de muchas crisis, ha tomado una vía llena de promesas que tendrá que gestionar con tacto. El proceso democrático en marcha ha permitido, después de dos vueltas de escrutinio, desempatar serenamente a dos hombres resueltos ,desde hace tiempo, a dirigir el país. Ellos habrán sabido desde los primeros resultados, disciplinar sus tropas e inclinarse delante del veredicto de las urnas. Esta amplitud de miras de los actores políticos bissau-guineanos debe ser alabada en tanto en cuento constituye una referencia sobre el continente resquebrajado por los conflictos fraticidas y los procesos democráticos viciados, sobretodo en el ámbito francófono. Después de los problemas que les han hecho sufrir tanto, los togoleses deben pasar página y erigirse en modelo de democracia naciente. El poder de Faure Gnassingbé tiene interés por obrar en el sentido de un juego que honre al país y no por tomar una vía sin salida, dominada por partidarios mal inspirados. En esta perspectiva los oponentes de CAR y de UFC en particular, deben superar sus contradicciones e ir a lo esencial. Deben investirse en la promoción del modo de escrutinio a dos vueltas a fin de evitar al país el síndrome gabonés.

En efecto, Gabón y Togo vienen de lejos. Atraviesan una fase transitoria muy delicada. Esto no impide que para que madure bien el proceso democrático por el que han optado, estos dos países no puedan abstenerse de respetar las normas propias de la democracia republicana. En este esfuerzo de consolidación de un proceso que se revela por momentos muy frágil, la comisión electoral de Togo debe necesariamente autentificar los boletines para evitar que el proceso sirva de cama al fraude y que conduzca entonces a una gran mascarada. Hace falta evitar volver a sumergirse en esos problemas y bufonadas que retrasan África y la hacen el hazmerreír de todos. Élites en el poder o en la oposición, los actores políticos africanos deben trabajar en rehabilitarse a los ojos de los electores y de la opinión internacional.

Para hacerlo, cada uno debe esforzarse en ganar o perder limpiamente. Corriendo el riesgo de perder las elecciones limpiamente, sobretodo después de un mandato, se da más oportunidad todavía de reconquistar el poder en condiciones legales y estando todavía más fuerte. El presidente Faure debe comprender esto. El ejemplo del presidente Kérékou de Benin lo corrobora. El jefe del estado togolés debe incitar a sus partidarios a saber conservar la razón.

Hace falta evitar absolutamente el caso gabonés y sobretodo el modelo ecuato-guineano donde se gana incluso antes de llevar a cabo las elecciones. Son episodios tristes de la historia política africana que hay que eliminar para siempre del patrimonio común africano. Para evitar el síndrome gabonés, la comunidad internacional debe acompañar a los actores políticos togoleses en la preparación de las próximas elecciones. El acompañador, en particular, debe vigilar que las cosas se sucedan siguiendo una vía consensual. Ahí están los beneficios del ejemplo de Costa de Marfil y de su itinerario. Un mínimo de normas estándar debe ser respetado, para hacer creíble el juego electoral allí donde se desarrolle. Los actores políticos africanos deben aprender a evitar tener ciertos propósitos y a sobrepasar los actos que tienden a infantilizar al ciudadano elector. Un poder seguro de su fuerza y de la confianza del pueblo, no debe de ningún modo tener miedo de los retos, todavía menos de la derrota cuando llega la hora de las consultas populares.

Finalmente los actores políticos togoleses, de todas las tendencias, tienen interés por adoptar el modo de escrutinio a dos vueltas. Cada uno se aprovechará seguramente. Mejor, ésta constituye la única vía susceptible de preservar a Togo de eventuales problemas, y de dotarlo de un modelo de democracia consensual. .A instancias de la oposición, el presidente Faure tendrá al menos el mérito de hacer olvidar por poco que sea a los africanos la gestión controvertida y llena de amarguras que su difunto padre ha dejado para la posteridad.

Análisis publicado en Le Pays, Burkina Faso, 29 Noviembre de 2009.

Traducido por Ana Dols, para Fundación Sur.

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