Tócala otra vez legionario, por Rafael Muñoz Abad

5/04/2016 | Bitácora africana

Quien me conoce sabe que soy euroescéptico convencido. La Union europea me parece un lupanar donde la moral es la ramera estrella de la carta. Un engendro insostenible que apenas logra tener un discurso común y cuya capacidad de reacción se ve superada por cualquier contratiempo. ¿Cómo vamos a pretender que tenga entonces una política ya no común, sino coherente de cara a Africa?

El vil abandono a Túnez y su bravo intento en descoser el estricto corsé social en forma de paternalismo y religión-estado, apenas tiene nuestro respaldo. En Libia se catalizó irresponsablemente el derrocamiento de Gadafi y ahora es un estado a la deriva que hierve en el integrismo a una hora en avión de Italia; por no hablar del no sé ni me interesa en lo relativo al Sahara occidental. Los genocidios de Rwanda y la operación Turquoise o las guerras civiles de Liberia y Sierra Leona, vienen a reforzar la catastrófica política de Bruselas.

Las generaciones se relevan y las nuevas, cocidas en el caldo de la amnesia [histórica] y la ignorancia, desconocen los pasados coloniales y por ende la responsabilidad ética para con quien se explotó y aún en lo económico se tutela. Enviar tropas a Africa es algo costoso y poco popular en términos electoralistas; razón por la
nadie discute las acciones unilaterales de Francia en sus fincas africanas del Congo, Mali o Níger. Bendita legión extranjera que [nos] lo “soluciona” todo ahí abajo; y es que siempre nos quedará París y un amoral…”tócala otra vez legionario” aunque no sea en Casblanca…pero si en Bangui.

La intervención en Libia reflejó como el coste de las acciones militares se reparten en función del PIB de cada socio. Alemania huye de las aventuras externas pues soporta la mayor inversión a cambio de sus poco relevantes intereses comerciales
en Africa; su compromiso con Namibia, única ex colina efectiva, es más simbólico que real. El Reino Unido mirará para Washington e Italia no quiere saber nada ni de Libia y mucho menos de Etiopia o Somalia. Francia es el único actor que abiertamente acepta el gasto militar pues de ello dependen sus enormes intereses comerciales y mineros desde
Marruecos a Madagascar; y nos queda España, que ni está ni se le espera pues ni gobierno hay…

CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL
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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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