La Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI) de la República Democrática del Congo (RDC) declaró a principios de enero a uno de los líderes de la oposición, Felix Tshisekedi, como el ganador de la elección presidencial con el 38.5% de los votos contra el 34.8% de Fayulu y el 23.8% de Shadary, en una participación electoral del 47.7%.
El plan A de Kabila y su candidato preferido, Emmanuel Shadary, aceptó rápidamente la derrota y el resultado, pero Martin Fayulu, el otro candidato principal de la oposición, rechazó el resultado afirmando haber ganado con el 61% de los votos contra el 18% de Tshisekedi. La Conferencia de Obispos Católicos, que había declarado anteriormente que sus observadores habían identificado un ganador sin nombrarlo, argumentó que el resultado de la comisión electoral no era consistente con los hallazgos de sus propias observadores y pidió que se publicaran los resultados de las mesas de votación para permitir una comparación adecuada. También la Conferencia de Obispos ha alentado a las partes afectadas a buscar formas legales y pacíficas para desafiar los resultados.
En lugar de restablecer la calma, la elección ha dejado al país al límite
La comisión electoral ha admitido que la elección no fue perfecta y que hubo algunos fallos pero ha negado el fraude, argumentando que hizo todo lo posible para entregar una elección en un entorno muy difícil en el que carecía de la confianza del público, sin embargo a pesar de estos desafíos evidentes, el resultado es un verdadero reflejo de lo que votaron los congoleños. Asimismo ha reaccionado bruscamente ante la Conferencia de Obispos Católicos, acusando al clero de poner en dudad las elecciones sin proporcionar ninguna evidencia.
Los críticos de la victoria de Tshisekedi argumentan que él era el Plan B de Kabila. Dicen que, al darse cuenta de que Shadary era un plan imposible, Kabila activó el Plan B, que era más fácil de vender al congoleño y al mundo. El plan era aparentemente dirigir los votos a Tshisekedi contra Fayulu. Tshisekedi, quien recientemente se ha convertido en el centro de la atención política, es visto por algunos como más maleable y menos fuerte que su difunto padre, Etienne, a quien muchos reconocen que se le negó injustamente la victoria electoral en 2011. Además, entre los aliados políticos de Fayulu se incluyen enemigos jurados de Kabila como Moise Katumbi y Jean-Pierre Bemba . Así, una victoria de Fayulu no sería de interés político para Kabila. Pero Tshisekedi y sus partidarios rechazan con vehemencia esta teoría y argumentan que su victoria es sólida e incuestionable.
En cualquier caso, los resultados anunciados muestran que la coalición de Kabila ha ganado la mayoría en los parlamentos provinciales y nacionales. Esto significa que el partido de Kabila tendrá el control total de las provincias, así como del Senado, ya que los poderosos gobernadores y senadores provinciales son elegidos por las legislaturas provinciales. Incluso estos resultados son disputados y parecen inverosímiles dado que la coalición gobernante logró reunir un poco menos del 24% para Shadary. Si se confirman, los resultados sugieren que Tshisekedi será un hombre de paja, con el poder en manos de la mayoría parlamentaria pro Kabila en el senado nacional, las asambleas provinciales y entre los gobernadores.
La ONU esta metida en la crisis de los resultados electorales, y convocó una reunión informativa del Consejo de Seguridad en la que escuchó a la comisión electoral y a la Conferencia de Obispos Católicos, así como a la Unión Africana y la Comunidad de Desarrollo del África Austral (SADC).
El veredicto entre los países sobre quién ganó está dividido: Rusia y China, los aliados tradicionales de la RDC, han abogado por el respeto de la decisión de la CENI y la no injerencia en los asuntos internos del Congo. La UA y la SADC han pedido una resolución legal y pacífica de la disputa, Occidente, especialmente Francia y Bélgica, ha dicho que la elección fue un fraude y los Estados Unidos y Canadá han sido cautelosamente sospechosos. Eso sí, todos están unidos en pedir la verificación de los resultados por medios legales y pacíficos.
Todos los caminos conducen ahora al Tribunal Constitucional, que, de acuerdo con la constitución congoleña, tiene la autoridad para tomar una decisión final. El sábado 12 de enero, Fayulu solicitó a la corte que exigiera un recuento para revertir el resultado y todavía no está claro qué pruebas presentó del fraude electoral contra él. El éxito dependerá de al menos dos factores, el primero será si el tribunal será independiente en la adjudicación del caso y en segundo lugar está la calidad y autenticidad de la evidencia contra el resultado. Hasta ahora, Fayulu ha citado los informes de observadores de la Conferencia de Obispos Católicos como evidencia por lo que el tribunal puede requerir que la conferencia presente sus datos para pasar la prueba de escrutinio.
El Tribunal Constitucional es el tribunal más alto de la República Democrática del Congo. Creado por la constitución congoleña de 2006. El tribunal tiene jurisdicción sobre todas las disputas constitucionales y el poder de interpretar las disposiciones de la constitución, así como intervenir en disputas sobre elecciones y competencias de órganos estatales clave. También maneja las denuncias penales contra el presidente y el primer ministro.
En la práctica, el presidente tiene un control significativo sobre la corte, de los nueve jueces en la corte, tres son designados directamente por el presidente, otros tres son nominados por el parlamento, en el cual, su partido tiene la mayoría, y los tres restantes por el Consejo Superior de Magistrados, por lo que pocos consideran a la Corte genuinamente independiente y muchos no esperan una decisión imparcial ya que el tribunal habitualmente toma decisiones a favor de Kabila.
El Tribunal Constitucional tiene varias opciones. Primera, puede ordenar un recuento por parte de la comisión electoral. Segunda, puede reemplazar a Tshisekedi por Fayulu como ganador. Tercera, puede rechazar la petición y defender la declaración de la CENI y, en ese caso, Tshisekedi prestaría juramento el 18 de enero. Cuarta, y más inesperada, puede aceptar que la elección fue irremediablemente defectuosa y, por lo tanto, anularla y ordenar nuevas elecciones dentro de un cierto período de tiempo, en ese caso, según la interpretación previa del artículo 70 de la constitución por parte del Tribunal Constitucional, Kabila continuaría como presidente a la espera de nuevas elecciones; y este podría ser el plan C de Kabila.
Dada la complejidad «ya establecida» y la dificultad de organizar elecciones creíbles, Kabila podría nuevamente justificar un nueva demora en la organización de otra encuesta presidencial y, de manera predeterminada, prolongar su gobierno. Cualquiera que sea la forma en que se desenreden los acontecimientos, la crisis política del Congo está lejos de terminar.
Siphosami Malunga
Fuente: Daily Maverick
[Edición y traducción, Judit Serra Ballester]
[Fundación Sur]
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