Bangui ofrece desde hace pocos días un aspecto de calma tensa, aunque la violencia no cesa. Durante la noche del martes 14 al miércoles 15 (de enero) hubo ocho muertos en PK12, un barrio del norte de la capital centroafricana, y otras noticias preocupantes hablan hoy de decenas muertos en otras zonas del país, como Boali y Boucar. El jefe humanitario de la ONU hablaba ayer, 16 de enero, de un país al borde del genocidio. La presencia de las tropas francesas y de la Unión Africana asegura una cierta calma, sobre todo en los barrios del centro de la capital, pero mucho menos en los conflictivos vecindarios del Norte, donde musulmanes y cristianos siguen mirándose con odio.
Por lo que se refiere a la crisis política, hay signos esperanzadores de que ésta podría estar en vías de solución. El punto de partida fue la dimisión del presidente de la transición Michel Djotodia el pasado 10 de enero. También renunció a su cargo el primer ministro Nicolas Tiangaye. Ambos lo hicieron en Yamena, la capital de Chad, durante una cumbre de los países de África Central sobre la crisis en Centroáfrica, y tras una reunión de urgencia del Consejo Nacional de la Transición (que hace las veces de Parlamento). Sus 135 miembros fueron llamados deprisa y corriendo el día antes y transportados en avión a Yamena, seguramente para no dar la impresión de que los asuntos de su país los decidían dirigentes extranjeros. En cualquier caso, la dimisión del hombre fuerte de Bangui y su primer ministro se realizó bajo una fortísima presión internacional. Muchos observadores piensan que estaba ya decidida desde hacía dos semanas, cuando el ministro francés de Exteriores Laurent Fabius visitó al presidente chadiano Idriss Déby durante una gira por esta zona de África.
La gente en Bangui esperaba la dimisión de Djotodia desde hacía algunos días. Cuando ésta se hizo pública, a media mañana del día 10, hubo escenas de júbilo en la capital centroafricana. Pero también se desató la violencia y empezaron los tiroteos. Hubo numerosos incidentes de saqueos y ataques a musulmanes. Además, los rebeldes conocidos como anti-balaka, que desde hace varios meses atacan a los milicianos de la Seleka, lanzaron dos ataques en Bangui contra cuarteles de los hombres de Djotidia. Los militares franceses y de la Unión Africana ocuparon con rapidez los principales puntos de la capital para evitar que la situación degenerara. Hacia el sábado a mediodía había vuelto la calma. Pero el balance durante esos dos días en Bangui fue de 39 muertos, según anunció la Cruz Roja Centroafricana.
Michel Djotodia era el líder de la Seleka, la coalición rebelde de mayoría musulmana que tomó el poder a finales de marzo del año pasado, pero nunca fue capaz o tal vez nunca tuvo la verdadera voluntad de controlar a sus tropas, que desde el año pasado se han repartido Centroáfrica como si fuera un pastel y han realizado innumerables abusos contra la población. Su partida es un alivio para la mayor parte de la población. Según el texto constitucional de la transición, el Consejo Nacional de la Transición tiene ahora quince días –a partir del domingo 12- para elegir un nuevo jefe de Estado y un nuevo primer ministro, elección que seguramente se producirá el lunes 20 de enero. Todo parece indicar que el nuevo presidente será un cristiano y el jefe del ejecutivo un musulmán, para intentar contentar a las dos comunidades que desde hace meses se enfrentan violentamente. Ambos deberán guiar al país hasta las elecciones generales, previstas lo más tarde para febrero de 2015. Mientras tanto, el líder provisional del país es el presidente del CNT, Alexandre-Ferdinand Ngendet, quien tras unos días sin definirse finalmente anunció que no se presentará como candidato.
El nuevo presidente provisional ha recorrido algunos de los campos de desplazados de la capital, donde se hacinan medio millón de personas, la mitad de la población de Bangui. También llamó a los antiguos militares y policías del régimen derrocado a presentarse a sus puestos y registrarse, cosa que cientos de ellos hicieron el pasado lunes. Otro signo esperanzador es que en la salida sur de Bangui las milicias Seleka y las antibalaka acordaron un alto el fuego medido por los militares franceses. Además de salir de la crisis política todavía hay que desarmar a todos ellos e instaurar la seguridad en Bangui y en el resto del país, donde sigue haciendo enfrentamientos y venganzas comunitarias.
La Unión Europea debería enviar un contingente de refuerzo de aquí a pocas semanas (para apoyar a las 1.600 tropas francesas) y la Unión Africana prometió que de aquí a febrero sus efectivos pasarían de 4.000 a 6.000. Aumentar las fuerzas de estabilización es indispensable para que haya seguridad, condición sin la cual nunca se saldrá de una vez de la crisis política.
Original en: En Clave de África