El miedo recorre las pequeñas ciudades a uno y otro lado de la línea de alto el fuego que dividió Costa de Marfil entre los campos armados del Norte y del Sur desde 2002, y todo el mundo habla de guerra.
Mientras que el mundo ha seguido de cerca los brotes de violencia surgidos en Abiyán, tras las maniobras políticas, se han producido focos dispersos de enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad leales a Laurent Gbagbo y los ex rebeldes, leales a Alassane Ouattara, en diversos putos.
“Nuestras posiciones se han reforzado. Estamos preparados para lo que sea. Si hace falta ir a la guerra para alcanzar la paz, no lo dudaremos”, declaró un comandante de la ciudad de Djebonoua, la posición más al sur de las llamadas Fuerzas Nuevas, FN, los rebeldes que controlan en norte del país y que apoyan al candidato vencedor en las elecciones, Ouattara.
Alrededor del comandante, combatientes de las FN, armados con kalasnicov y lanzagranadas, preparados para empezar otra vez lo que ya empezasen en 2002, cuando un golpe fallido contra el entonces presidente, Laurent Gbagbo dividió Costa de Marfil en dos partes, sumiendo su política en el caos.
Desde 2004, la línea del alto el fuego que cruza Djebonoua ha estado patrullada por una misión de paz de la ONU, y el proceso político ha avanzado poco a poco, con Guillaume Soro, de las FN, incluso nombrado brevemente primer ministro de Gbagbo.
Batalla por el control
Pero los disputados resultados de las elecciones presidenciales del mes pasado, han reabierto las heridas. Soro se ha puesto del lado del candidato del norte, Ouattara, y las fuerzas de seguridad y de defensa del sur se han puesto del lado del candidato del sur, el presidente Gbagbo.
Mientras que los combatientes de las FN afirman en la línea del alto el fuego que están dispuestos a crear problemas, más al oeste, en la ciudad de Duekoue, las tropas del ejército están poniendo nuevos puestos de control y patrullando el bosque de alrededor de la ciudad.
Un punto cruce estratégico en una de las pocas carreteras asfaltadas que va hacia Liberia, la ciudad está en un bosque donde las alianzas cambiantes y la batalla por el control del comercio del cacao, han provocado algunos de los más feroces combates en el último conflicto.
Todavía traumatizados por los amargos recuerdos, los habitantes están aterrorizados por las nuevas señales de resurgimiento del conflicto. El día 16 por la noche, se podía escuchar en el bosque el sonido de los rifles automáticos, según un comerciante de madera, Bruno Taho. “El ejército volvió con armamento pesado, se oía la artillería”, aseguró.
Tensión en el frente
El día 19 de diciembre, Juliette Bro pudo respirar de nuevo. “Gracias al señor”, sonrió la madre de unos treinta y pico años, “La pasada noche no escuchamos ni un solo tiro, por primera vez desde hace días”.
Juliette ha estado acogida en la casa de su hermana por seguridad, pero la mayor parte de la familia y docenas de personas se han refugiado en una misión católica.
Cuando se levanta el toque de queda, poco después del amanecer, salen en pequeños grupos para ir a sus campos y negocios, para ver si les han robado algo, o si hay algún agujero de bala nuevo, en sus casas y edificios.
Por lo tanto ¿se acerca la guerra? Los comandantes de ambos bandos insisten en que están preparados para ella y se acusan mutuamente de provocación.
Pero en Djebonoua un periodista de la AFP vio dos camiones cargados con combatientes de las FN, puede que hasta 100, bajar desde su cuartel general en Bouake, saltar del vehículo y meterse entre la maleza, a lo largo de la tensa línea del frente.
(News 24, 20-12-10)
