En Malí se han tenido que cerrar gran parte de los colegios y universidades del país tras una ola de bloqueos de importación de combustible impuesta por el grupo armado Jama’at Nusrat al‑Islam wa al‑Muslimin (JNIM). Estos bloqueos han afectado a rutas clave de abastecimiento del país, provocando que los camiones cisterna queden atrapados y la subida exponencial de los precios del combustible. Consecuentemente, las clases se han tenido que cancelar porque resulta imposible hacer semejante desplazamiento todos los días, tanto por la escasez de combustible y sus precios, como por la degradación del transporte público por las mismas razones. Esta situación afecta sobre todo a las personas que dependen del transporte público y que viven en zonas periféricas, en las que las distancias son más largas.
La situación ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad estructural de Malí, un país dependiente de las importaciones de combustible, que además enfrenta la presencia de grupos terroristas armados en distintas partes del país, dejando clara la necesidad de diversificar las fuentes de suministro energético. La educación (ya frágil en muchos territorios del país), así como la salud, corren el riesgo de agravar las desigualdades y prolongar los impactos de la crisis sobre la población. Además, estos hechos están poniendo en duda la eficacia de la Junta militar de Malí, cuyo objetivo principal desde que tomó el poder por un golpe de Estado ha sido luchar contra los grupos armados terroristas y solucionar la crisis de seguridad.
La suspensión de las clases, anunciada por el ministro de Educación Amadou Sy Savane, se aplicará durante al menos dos semanas, hasta el 10 de noviembre, para dar tiempo a que se restablezca el abastecimiento de combustible y se garantice el funcionamiento mínimo del transporte y de los servicios públicos.
Fuente: Afrik – Africa news
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