Suráfrica: Iniciativa en la prisión, detenida

10/09/2009 | Crónicas y reportajes

El Departamento de servicios del correccional del Cabo Occidental, de Suráfrica, ha cerrado una de las iniciativas de prisión más innovadoras del mundo, establecida en un intento de ocuparse de los dos problemas más acuciantes de Suráfrica, el Sida y el crimen.

El programa, que lleva funcionando siete años, permitía a los internos “adoptar” a huérfanos del Sida de las ciudades cercanas, inicialmente fue recibido con cierta resistencia, por su polémica propuesta, pero rápidamente se ganó las alabanzas nacionales e internacionales.

El Grupo de Esperanza, como era conocido el programa, se desarrollaba en la prisión de máxima seguridad de Brandvlei, una cárcel notoriamente violenta, a las afueras de Worcester. Fue fundada por un grupo de internos bajo la dirección de un trabajador social de la prisión, Jacobus Pansegrouw.

Pansegruw formó una sociedad con Elizabeth Nkosi, que antes era un trabajador social auxiliar, que cuida de más de 100 huérfanos del Sida y niños vulnerables en la ciudad de Worcester.

En el corazón del programa estaba el plan en el que los internos que cumplían estrictamente los criterios para entrar en el grupo, adoptaban huérfanos, de los que cuidaba Nkosi.

Antes de que se cerrase el grupo los niños visitaron a sus nuevos padres en la prisión cada mes. Los prisioneros cultivaban verduras orgánicas para los niños, hacían ropa y edredones para ellos y pusieron en marcha otros proyectos de artesanía, para generar ingresos para el trabajo de Nkosi.

El desmantelamiento del programa cierra uno de los pocos proyectos de rehabilitación que han tenido éxito en los servicios de prisiones de Suráfrica.

Al parecer los niños están consternados. Los únicos ingresos de Nkosi provienen de una pequeña pensión y donaciones; las contribuciones financieras, y en especial el grupo, eran la principal fuente de respaldo externo a su trabajo.

Los 20 miembros del grupo han sido sacados de su sección, especialmente diseñada, de la prisión y vuelto a las celdas normales. Además, para dificultar su trabajo benéfico, se han detenido también sus programas de formación y educación, para otros prisioneros.

Varios miembros del grupo han terminado los cursos preparatorios para el examen de acceso a la universidad y sus programas de educación y artesanía han tenido a internos de toda la prisión. Antes de disolverse, más de 50 internos recibían cada día formación bajo sus auspicios.

Habiendo dirigido con éxito el programa en Brandvlei, Pansegrouw había estado intentando desarrollar el modelo por todo el Cabo Occidental. Por invitación de las autoridades de la prisión, presentó, hace más de un año, un manual detallado para formalizar las operaciones del grupo, pero al parecer no ha recibido respuesta.

Entonces, la dirección de Brandvlei, de repente congeló el programa y prohibió a los huérfanos las visitas. La única concesión para el grupo es que sus miembros pueden continuar sembrando verduras.

Pansegrouw, que no ha querido hacer comentarios sobre estos cambios, ha pedido explicaciones por la suspensión. En un principio, se le dijo que el grupo había sido suspendido porque los criminales sexuales no deberían estar en contacto con niños, pero teniendo en cuenta que no hay criminales sexuales en el grupo –uno de los principales prerrequisitos en la “constitución” del grupo.

La suspension se ha producido varios meses después de que Carol Davids asumirá el cargo de comisaria de zona. Davids se encontraba fuera cuando hemos intentado contactar con ella para que diese su versión. Su compañera, Linda Fortuin, coordinadora de área y ayudante de Davids, no respondió a las preguntas sobre el asunto.

También se ha presentado ante la oficina de servicios correccionales de Pretoria y ante Pat Horn, el director de Brandvlei, una petición formal para explicar el estatus del grupo, pero no se ha recibido ninguna respuesta.

Las razones para el cierre siguen estando poco claras, pero según algunas fuentes tienen que ver principalmente con luchas internas burocráticas y celos por el éxito del proyecto.

El Grupo de Esperanza ha atraído aplausos tanto nacionales como internacionales, incluso por parte de Eugenia Marinova, del Banco Mundial.

Le preguntamos qué opina sobre este asunto: “No he visto una iniciativa más efectiva, eficiente y única que el Grupo de Esperanza. El impacto es tan asombroso que una se pregunta por qué no se han institucionalizado estas ideas tan simples.

“Los trabajadores sociales y psicólogos de muchos países en los que he presentado el proyecto han expresado verdadero interés en aprender y adoptar este tipo de prácticas”.

Marinova afirma que este enfoque es considerado como un medio apropiado para cambiar el comportamiento criminal y sus percepciones, y prepara a los delincuentes para la reintegración, mientras que a la vez, pone sonrisas en las caras de los niños huérfanos.

Robyn Scott y Mungo Soggot

Publicado en el Mail & Guardian de Suráfrica, el 7 de septiembre de 2009.

* Robyn Scott y Mungo Soggot están escribiendo un libro sobre este grupo, The Group of Hope.

Traducido por Rosa Moro, de Fundación Sur.

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