Lo sé, lo sé, las comparaciones son siempre odiosas, pero es que a veces las cosas que pasan y las actitudes que vemos ante las mismas nos ponen el artículo en bandeja…
En los últimos días hemos visto el gran eco mediático que ha tenido el ataque con misiles de Corea del Norte contra sus vecinos del Sur. Casi todo el occidente está pendiente de los imprevisibles arrebatos del amado líder y de las consecuencias que puede tener esto para la paz mundial ya que se trata de una nación posiblemente con material nuclear.
En Sudán, en los últimos días, ha habido también un par de ataques pero no se preocupen en buscarlo en los medios de comunicación… quizás si hacen google o algo así lo encuentren pero no aparecerá ni por asomo en las páginas de internacional de la prensa general. Yo ya sé que Sudán no es Corea ni me hago ilusiones de que se tenga algo de equidad a la hora de mirar estas dos situaciones, el caso es que estos ataques – como en el caso de Corea – pueden ser el desencadenante de una nueva guerra civil, especialmente teniendo en cuenta que en el referéndum de autodeterminación del próximo Enero la opción de unidad que propicia el Norte y el gobierno centrar tiene cada vez menos posibilidades de materializarse.
Pero antes de ahondar en las consecuencias políticas hablemos de los hechos: 4 soldados del ejército sur-sudanés y dos civiles fueron heridos de consideración cuando tres cazas del gobierno bombardearon la base militar de Kiir Adem, cerca de la ciudad de Aweil en el Sur de Sudán. Según el comisionado del lugar, mientras uno de ellos atacaba, el resto esperaba dando vueltas en el aire hasta que le llegara el turno, en un ataque que duró dos horas.
Este ataque se añade al que tuvo lugar el 13 de Noviembre cuando de nuevo aviones gubernamentales arrojaron bombas en una zona también perteneciente al estado sureño del Bahr-el-Ghazal del Norte. También aquí no hubo que lamentar víctimas mortales aunque sí ocho civiles heridos.
El portavoz de las fuerzas armadas echó la culpa al ejército del Sur de Sudán que, – según él – apoya al JEM (Movimiento de Justicia e Igualdad, en sus siglas inglesas) uno de los grupos armados que participan en el conflicto de Darfur. El portavoz acusa al ejército sureño de acoger y proteger a los rebeldes darfuríes en violación de los acuerdos de paz. A pesar de que el portavoz del ejército del SPLA ha confirmado el ataque, su homólogo del Norte ha negado absolutamente cualquier ataque aéreo.
Estos ataques no sorprenden a nadie ya que la situación previa al referéndum se vuelve cada vez más contra el gobierno central y el partido dominante. Sin embargo, sería bueno que la comunidad internacional prestara un poquito más de atención a esta situación realmente explosiva y potencialmente peligrosa no sólo para el país en cuestión sino para toda la región.
Si ataques así pasan desapercibidos para la comunidad internacional, entonces el Sur de Sudán se verá abocado a un nuevo olvido que propiciará de nuevo matanzas, violaciones de Derechos Humanos e injusticias “de baja intensidad”, tal como se fueron sucediendo del 1983 al 2005 durante el último periodo de guerra. Paradójicamente, parece una broma macabra llamar a un conflicto de 2 millones de muertos “de baja intensidad”, una cifra que, ya puestos a comparar, pienso que no tiene parangón con las apenas 300.000 bajas de la guerra de Corea. A lo mejor esperaban que en Sudán obtuviera armamento nuclear o se alcanzara el umbral de los 3 millones para subir al conflicto de categoría. Todo puede ser en este loco mundo.
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