Sudán del Sur: La necesidad de erradicar la política tribal y la dictadura

28/01/2015 | Opinión

El diccionario Oxford define el tribalismo como el comportamiento o actitud basado en ser leal a una tribu o a otro grupo social; o el hecho de estar organizado en tribus.

Mediante esta definición social, déjenme añadir que la política tribal trata de la identidad de un determinado grupo o tribu basada en una identidad étnica común o en factores culturales que se usan para introducir a un grupo en una unidad política existente de manera sutil o a través de un modelo dinámico.

Un grupo tribal, aunque esté basado en un interés definido o comprendido, puede estar en desacuerdo sobre cómo expresar un objetivo común pero, probablemente, en última instancia lo respaldará.

La formación de grupos o tribus por meras razones sociales tiene algunas ventajas, como la comunicación clara y el surgimiento de tradiciones, que se espera establecer para la tranquilidad y el desarrollo social.

No obstante, la política tribal tiene un fuerte punto negativo, puesto que crea una barrera entre otras tribus que constituyen un determinado distrito sociopolítico en un país concreto.

Las consecuencias de esto es que el ascenso o el mantenimiento en el poder político en muchas instancias no trata tanto sobre presentar ideas atractivas como visiones, principios, políticas y programas que vayan en el bienestar del colectivo, sino que trata sobre la manipulación de la alianza política de las tribus.

Por tanto, los grupos y los individuos se centran en la lucha por la influencia, la posición y el dinero, y, en muchos casos, juegan con las preocupaciones sobre las consecuencias de la cohesión y el desarrollo nacional, que está siendo ignorado y erosionado.

Este fenómeno también conlleva el peligro de que las sociedades se conviertan en oligarquías por defecto, como un crecimiento de las cambiantes alianzas de los líderes tribales.

De este modo, los grupos o los individuos con un fuerte sentimiento de unidad e identidad tribal pueden beneficiarse de los modos de selección de los familiares tales como la propiedad común y los recursos compartidos.

La tendencia de estos miembros tribales a unirse contra otra tribu y la habilidad para actuar violentamente y de forma discriminatoria contra estas tribus hacen que, en esta situación, sea probable ver aumentar las oportunidades de supervivencia al prolongar la recogida de los frutos de la unidad del objetivo tribal.

La crisis en Sudán del Sur

A la vista de lo anteriormente descrito, uno puede decir confidencialmente que la constante crisis en Sudán del Sur surgió principalmente de la maldición de la política tribal. ¿Continuó un grupo de élites con motivos tribales, desesperadas por escapar y evitar los temas puramente nacionales, atrincherando a la dictadura para dominar el poder político y tener el control de los recursos nacionales a costa del resto del país?

Antes de la violencia del 15 de diciembre de 2013, ya se podían observar claramente las pistas. Este grupo, liderado por el Presidente de la República, presidente del Movimiento Popular de Liberación de Sudán (MPLS) y Comandante en Jefe de las fuerzas organizas, en el gobierno se encaminaba hacia ello. El General Salva Kiir, desde un punto de vista que combinaba el tribalismo y la dictadura, concluyó perfectamente su plan al echar, en primer lugar, a los líderes reformistas de su gobierno y continuó desarmando los órganos del partido gobernante. En esto, disolvió las estructuras del MPLS inconstitucionalmente, incluido el Buró político y el Consejo Nacional de Liberación. Curiosamente, declaró que solamente su oficina sobrevivió a esta tarea inconstitucional y que el secretariado debería informarle a él de primera mano. Hizo todo esto mientras se iba a producir la convención nacional del partido.

Por una mera coincidencia o premeditadamente, su acción fue más o menos una réplica de lo que él previamente había acusado a nuestro último presidente hace 10 años. Salva Kiir Mayardit, minutos antes del encuentro de Rumbek, en noviembre de 2004, mientras que se reconciliaba con el anterior presidente, Dr. John Garang de Mabior, declaró: «El Presidente mató al Consejo Nacional Ejecutivo, cuando creó el Consejo de liderazgo; pero no hay disposiciones en la Convención que lo establezcan. ¿Acaso quiere revivir el alto mando político militar? El Consejo de liderazgo crea una situación donde todo está directamente relacionado con el Presidente, incluido las secretarías provinciales del MPLS. Cuando mencioné estos hechos, ellos no deberían haber creído que se trataba de mis problemas personales o familiares. Aquellos que están alrededor del Presidente no informan sobre la opinión del público. El Presidente es todo, desde un funcionario de finanzas a uno del nivel más bajo».

Continuó acusando al anterior presidente como si no fuese el mismo líder que después llegó a ser presidente y administró el tribalismo como un criterio silencioso para la selección de empleados del servicio público y privado, en el que más del 90 % de los funcionarios públicos en el Ministerio de Hacienda, por ejemplo, venían de una tribu; y como si el 90 % de los culpables y beneficiarios de la infame Dura saga no viniesen de su región de origen. Salva Kiir también declaró en el encuentro de Rumbek: «…La corrupción, como resultado de la falta de estructuras, ha creado una ausencia de responsabilidad que ha alcanzado una proporción que será difícil erradicar…». En este encuentro, el General Kiir también mostró claramente que su principal interés y obligación como líder era en primer lugar y ante todo cuidar del bienestar de la gente de su tribu o región cuando él nos dejó pasmados en este mismo encuentro con esta declaración antinacionalista: «Os aseguro que la afirmación de que estoy en contra de la paz no es verdad. Estoy a favor de ella para que la comunidad internacional pueda rescatar a nuestro afligido pueblo. La gente de Bahr El Ghazal ha sufrido demasiadas veces las repetidas hambrunas y a las milicias árabes, y, por estas razones, yo soy el primero que acoge la paz para aliviarles de su sufrimiento».

Cuando en 2013, sintió que estaba perdiendo popularidad en el Buró político, en el momento en que sus compañeros manifestaron su intención de presentarse al puesto de manera constitucional, el General Kiir se fue a su región y pronunció algunos comentarios tribales en los que le preguntaba a su gente si permitirían que «se les quitase su liderazgo». La respuesta fue un gran NO seguido de la promesa de que sus amigos defenderían «su» liderazgo con puño de hierro. Desde ese momento, continuó implacablemente fomentando las amenazas contra la comunidad Nuer, de la que es natural el líder reformista que lo desafía, Dr. Riek Machar.

Se le confió al gobernador del norte de Bahr el Ghazal el reclutamiento inmediato de las milicias tribales privadas sin el conocimiento y el consentimiento del, por entonces, Jefe del Estado Mayor del ejército, el General James Hoth Mai. Esta es la milicia privada que colaboró con los guardias del presidente y llevó a cabo la masacre de los civiles Nuer desarmados en la capital, Juba. Al General Awan se le concedió más tarde la tarea como jefe del ejército en reconocimiento de su papel en el reclutamiento de la milicia tribal y de la consiguiente masacre.

Los miles de civiles Nuer que fueron asesinados dentro de sus propias casas y en las calles de Juba durante varios días no sabían nada o no tenían nada que ver con los debates políticos en el MPLS. Se les había puesto como objetivo debido a que compartían la etnia de un líder que era de su tribu.

Me gustaría señalar una vez más que, antes de la crisis del 15 de diciembre, los líderes reformistas estaban muy preocupados por el estado predominante de tribalismo, inseguridad, corrupción, la economía estancada, las pobres relaciones exteriores y la falta de visión y de dirección del partido en el poder. Los líderes también provenían de diferentes grupos étnicos, entre los que eran mayoría los miembros de la tribu Dinka.

No obstante, el desafío constante a la democracia en Sudán del Sur no radica en el predominio de la diversidad étnica sino en el uso de la política tribal para promover intereses tribales más concretos. Esto es el tribalismo. Es una tendencia preocupante debido a sus obvias consecuencias negativas. La violencia de motivos tribales del 15 de diciembre de Salva Kiir y sus cómplices revelaron hasta qué punto las fuerzas tribales podían negar la libertad, la democracia y el desarrollo, y, rápidamente, hundir al país en una guerra civil.

El régimen diría que su administración manchada de sangre reconoce la inclusión de las etnias. Pero esto sólo encubre una mentira. Está claro que los líderes de la élite en Juba han explotado la lealtad tribal, se han asociado con la traición de rendirse a la soberanía parcial del país en manos extranjeras para conseguir ganancias personales. Estos inseguros líderes también se han comprometido con el apoyo a estos agentes extranjeros y continúan viviendo de los intereses provinciales a costa de las afligidas masas. En resumen, el chauvinismo tribal y las prácticas han ocupado una laguna creada por la ausencia de instituciones democráticas fuertes en el país.

Sudán del Sur necesita paz y la implementación de varias reformas, incluyendo reformas políticas con un liderazgo capaz de construir unas verdaderas instituciones democráticas y unos partidos políticos viables que compitan en la base de ideas, no de grupos tribales, como fundación de las plataformas políticas y competiciones.

Debería haber esfuerzos conjuntos para organizar y aumentar la educación cívica entre el pueblo así como para crear una identidad común de los sursudaneses con el propósito de disuadir el tribalismo y la dictadura e inculcar el nacionalismo y los valores democráticos en las mentes del pueblo.

No deberíamos permitir que los beneficios de las décadas de lucha colectiva por la libertad, la democracia, la justicia, la igualdad y la prosperidad, etc. se escondiesen debajo de la alfombra por estos líderes de Juba que no se arrepienten de nada.

Deberíamos ser un pueblo, libre, seguro, igual, próspero y feliz.

La lucha continúa… y ¡Dios bendiga a Sudán del Sur!

James Gatdek Dak

El autor es el Portavoz de la Oficina del Presidente, MPLS/Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán. No obstante, los contenidos de opinión del artículo son sólo sus opiniones personales. Puede contactar con él en gatdetdak2013@gmail.com

Sudan Tribune

[Traducción, María Alarcón]

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