Sudán del Sur: Cinco años de independencia y muy poco que celebrar, por Alberto Eisman

11/07/2016 | Bitácora africana

Hubo un tiempo en el que los ciudadanos del Sudán del Sur dijeron que estaban hartos de opresión, discriminación y guerra… las circunstancias eran favorables y la comunidad internacional hizo las cosas bien poniéndose manos a la obra para hacer posible que se pudiera oír la voz de la gente en esta región – la cual se manifestó en abrumadora mayoría por la independencia del norte árabe – lo cual desembocó en un proceso de autodeterminación que tuvo su colofón el 9 de Julio de 2011, fecha que desde entonces se ha venido a llamar “Día de la Independencia”.

Cinco años han pasado de aquella fecha y de aquellas grandes esperanzas… después de vivir el conflicto armado más longevo de África, el Sudán del Sur tenía la oportunidad de abrir una nueva página en su historia, de renacer de las cenizas en las que se vio postrado después de sangrientos años de guerra, de aprovecharse finalmente de las riquezas petrolíferas que guardaba su subsuelo y que teóricamente revertirían en luchar contra la pobreza y el atraso del país… Cinco años después, sin embargo, poco o nada hay que celebrar. El Sudán del Sur se ahoga en una espiral de violencia cuyo último episodio han sido los enfrentamientos de ayer 8 de Julio en la capital Yuba que según ciertas fuentes no confirmadas se han saldado con la muerte de 175 personas. Nadie sabe hasta el momento cómo comenzaron las escaramuzas… el caso es que en medio de una reunión gubernamental, con el presidente y vicepresidente presentes (han estado enfrentados durante una buena temporada) se comenzó a oír sonidos de armas y detonaciones. Las imágenes del Al Yaziira muestran claramente lo surrealista de la situación.

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Y este último episodio ha estado precedido de muchos otros, con informes que hablan de la tremenda crueldad de las fuerzas armadas y otras milicias frente a la población civil, donde la violación se ha convertido en pago de soldada, donde aparecen regularmente fosas comunes que hablan de atrocidades que hasta ahora nadie ha podido documentar y describir. Cinco años después, el Sudán del Sur es un país torturado por una nueva guerra… se fueron los opresores árabes, pero vinieron los opresores “locales” y todo esto permitido y tutelado por una clase dirigente que no se ha despojado la mentalidad de señores de la guerra, con unos líderes que apenas están escolarizados pero que se aferran desesperadamente a sus sillones porque necesitan miles de dólares mensualmente alimentar a su numerosa prole (alguno hablaba que el pecado original de la clase dirigente en este país es la poligamia debido al desmedido número de hijos que hay que alimentar y educar y los grandes fondos económicos que se necesitan para esto)

Por si acaso hubiera alguna duda, las cifras de este periodo post-independencia 2011-2016 cantan: 15,000 victimas mortales documentadas (y un gran número posiblemente mayor de víctimas hasta ahora desconocido), la renta per cápita ha bajado de 900 a 790 $, la población desplazada por la guerra ha crecido de 500.000 el día de la independencia a 1.700.000 en 2015 (y posiblemente más que se estén produciendo debido a los últimos acontecimientos violentos) Tres cuartos de la población sursudanesa sufre ahora mismo de algún grado de inseguridad alimentaria, mientras que 4’8 millones de personas sufren ya inseguridad alimentaria severa (todas cifras de UN-IRIN).

La provisión de servicios sociales brilla por su ausencia mientras los vehículos todoterreno del gobierno se multiplican al abrigo del nepotismo y la corrupción reinantes. En este batiburrillo, la sociedad civil apenas se ha visto fortalecida. La represión contra los medios de comunicación libres e independientes es manifiesta y por doquier se notan entre la case dirigente actitudes y situaciones más propias de una dictadura de opereta que de un país que lucha por obtener su lugar en el mundo. Las cifras macroeconómicas hablan de un futuro muy incierto y de un posible bloqueo gubernamental ante la falta de control y los desmanes administrativos.

Y lo peor de todo esto es que en 2011 había entre la gente la esperanza de un nuevo renacer… incluso en los aciagos años de la guerra civil contra el norte se creía que todo sería mejor cuando se fueran los árabes opresores… Ahora hace ya cinco años que se fueron y la situación no ha ido a mejor… la muerte, la impunidad, la corrupción y la violencia continúan imperando por doquier. El balance es desolador, especialmente para los que hemos trabajado en ese país, hemos visto la nobleza de sus gentes y hemos podido experimentar el sufrimiento que por desgracia sigue asolando a los más vulnerables de este país.

Original en : En Clave de África

Autor

  • Alberto Eisman Torres. Jaén, 1966. Licenciado en Teología (Innsbruck, Austria) y máster universitario en Políticas de Desarrollo (Universidad del País Vasco). Lleva en África desde 1996. Primero estudió árabe clásico en El Cairo y luego árabe dialectal sudanés en Jartúm, capital de Sudán. Trabajó en diferentes regiones del Sudán como Misionero Comboniano hasta el 2002.

    Del 2003 al 2008 ha sido Director de País de Intermón Oxfam para Sudán, donde se ha encargado de la coordinación de proyectos y de la gestión de las oficinas de Intermón Oxfam en Nairobi y Wau (Sur de Sudán). Es un amante de los medios de comunicación social, durante cinco años ha sido colaborador semanal de Radio Exterior de España en su programa "África Hoy" y escribe también artículos de opinión y análisis en revistas españolas (Mundo Negro, Vida Nueva) y de África Oriental. Actualmente es director de Radio-Wa, una radio comunitaria auspiciada por la Iglesia Católica y ubicada en Lira (Norte de Uganda).

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