El presidente Cyril Ramaphosa cuenta con una larga lista de quehaceres, pero si se toma en serio la recuperación de una economía que se tambalea y la reducción de la tasa de desempleo asombrosamente alta, existen cambios legislativos que debería considerar implementar seriamente durante los próximos meses.
Un factor que hay que tener en cuenta es el marco regulador dentro del cual se mueven las políticas laborales, así como su impacto en el mercado de trabajo y, en general, en el empleo – o la falta del mismo. Llevar ésto a cabo es crítico para que el mercado de trabajo sea flexible y pueda así crear oportunidades que den cabida a más participación y absorción del trabajo.
La realidad económica es la que es, pero ahora todo el mundo está pagando el precio de que así lo sea. Si se echa un vistazo a la realidad socioeconómica del país se puede apreciar que los sudafricanos están sufriendo las consecuencias de que varios sectores estén en decadencia de manera que el empleo se hace más precario. Vemos cómo el gobierno toma decisiones acerca de temas sobre los cuales no tiene control pero que sí les afectan.
Un problema que no se puede dejar de lado
No existe una varita mágica que arregle la economía, una máquina del tiempo que deshaga las políticas que llevaron a Sudáfrica al punto en el que se encuentra ahora y ciertamente tampoco existe la posibilidad de pedir un deseo y que el problema desaparezca. El país se ha visto atrapado en el vínculo doble de una retórica política populista y una economía en deterioro.
Las desgracias del país se han visto magnificadas por los efectos macroeconómicos de la globalización en mercados emergentes en los últimos 10 años, así como cambios en el mercado laboral a nivel mundial. Por ejemplo, la fragmentación y la subcontratación de la producción a través de las fronteras internacionales ha permitido a las multinacionales tener acceso a sectores que anteriormente estaban protegidos.
En efecto, cambios positivos han tenido lugar. Sin embargo, las desventajas han sido muy profundas. La globalización ha cambiado la naturaleza del trabajo, con la tecnología incrustándose más y más. En un país con pocas habilidades, esto ha impulsado el crecimiento del desempleo y la baja participación laboral. Las políticas gubernamentales han fracasado o han tenido problemas para mantenerse al día de estos cambios.
En este contexto, considero que la legislación laboral de Sudáfrica debe cambiar. El gobierno de Ramaphosa tiene que ser el que se encargue de ello. A pesar del riesgo de hacer enfadar a los sindicatos y enfrentarse a una posible reacción dentro de un distrito electoral que ha apoyado su presidencia, ¿quién mejor para convencer a los sindicatos de la necesidad de esta reforma que uno de los suyos?
Será crucial que la reforma se presente como un proyecto gubernamental encabezado por la clase económica y los departamentos laborales, en lugar de como un proyecto del ministro en la presidencia o como un proyecto especial del ministro.
Las razones para la reforma son bien conocidas. El problema número uno de Sudáfrica es que no ha sido capaz rebajar el paro juvenil y de largo plazo que son inaceptablemente altos y que siguen creciendo.
La experiencia francesa
¿Cómo debería llevarse a cargo la reforma? A través de la concesión a las empresa de más espacio para negociar las horas de trabajo y los salarios, para así ajustarse a un nuevo ambiente mercantil a medida que el mundo cambia. Aquí, la experiencia francesa podría servirnos de gran ayuda visto que ambos países tienen problemas de desempleo similares. Francia ha modificado su legislación laboral, estricta y rígida, para permitir que el sector privado tenga más flexibilidad en materia de horas y pagas.
Puede ser que la legislación laboral de Sudáfrica la esté haciendo poco atractiva a empleadores potenciales que consideren el país como una posible base de expansión de sus operaciones. Un ensayo publicado en 2006: Employment Patterns in OECD Countries: Reassessing the Role of Policies and Institutions (Patrones de empleo en los países de la OCDE: reevaluando el papel de las políticas e instituciones), escrito por Andrea Bassanini y Romain Duval, no encontró evidencia concluyente de que una legislación laboral dura afecte al empleo. No obstante, al observar la inhabilidad de la economía de absorber a personas ajenas al mercado laboral, especialmente jóvenes graduados, es obvio que esta reforma es necesaria.
El impacto negativo de nuestra legislación laboral actual supera a los beneficios previstos, tales como reducir las pérdidas de trabajo durante las depresiones económicas. La economía de Sudáfrica no tiene nada que ver con la de Francia o Alemania, donde leyes laborales más estrictas tuvieron ciertos efectos positivos durante la crisis financiera de 2008.
Consecuencias no deseadas
En Sudáfrica, la regulación del trabajo se ha convertido en un escollo que ha sido testigo del crecimiento del paro entre la población juvenil. Reformarla es imprescindible para estimular al sector privado a que abra algunas de sus profesiones cerradas y facilite la movilidad para aquellos que no pueden ingresar al mercado laboral.
Para este fin, el gobierno debería considerar la introducción de contratos temporales y contratos permanentes que no estén sujetos a condiciones de salarios mínimos sino que estén guiados por una lógica clara de salario en función de tiempo trabajado.
Es vital para los trabajadores ser capaces de moverse de un sector a otro, dependiendo del crecimiento experimentado en cualquier sector. Esto sería posible con un marco regulatorio flexible que animase a las empresas a expandir sus operaciones.
Sucesos a nivel mundial tales como crisis económicas, integración económica, globalización y nuevas formas de trabajo y empleo obligan a los mercados laborales a cambiar para seguir actualizados. En este sentido, el mercado de trabajo sudafricano no es ni único ni la excepción. Sin embargo, si continúa siendo rígido en su aproximación a esta materia, quizá tenga que enfrentarse a profundos peligros económicos, sociales y políticos que pueden tener consecuencias terribles.
Mamokgethi Molopyane
* Escrito para Moneyweb
Fuente: The Citizen
[Traducción y edición, Ángela Martínez Pradas]
[Fundación Sur]
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