Dos años después de la ola de violentos enfrentamientos contra inmigrantes, Sudáfrica acapara nuevamente los titulares de los medios de comunicación por las mismas razones.
El pasado febrero, en Pretoria, la capital sudafricana, una marcha contra los extranjeros de alrededor de un millar de personas, casi degeneró en tragedia cuando la multitud entró en un barrio donde viven migrantes somalíes. La confrontación podría haber llegado a ser sangrienta sin la intervención de la policía.
Al igual que los países occidentales, la nación del arco iris se ve afectada por una escalada de la xenofobia cada vez más apremiante a pesar de que los inmigrantes representan sólo el 4% de los habitantes del país, según el último censo. Ya en 2008 y 2015, muchos extranjeros, sufrieron la humillación pública y la violencia por parte de algunos sudafricanos que les acusaban de ser los responsables de la tasa particularmente alta de desempleo en el país (más del 30%), el tráfico de drogas y la prostitución y se vieron obligados a ocultarse o a volver a casa.
Zimbabuenses, malauianos, somalíes, pero en su mayoría nigerianos, forman parte de los grupos de inmigrantes acosados por la población local, según el rotativo parisino Le Monde.
A diferencia de 2008 y 2015, los inmigrantes han decidido tomar medidas para asegurar su propia protección, señaló la Voz de América, aumentando así los temores de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a una escalada de las tensiones y la violencia, por no mencionar el impacto negativo en la economía nacional.
Recordemos que, en incidentes anteriores, hace dos años, «una llamada al boicot de las enseñas sudafricanas, provocaron el distanciamiento con varios socios africanos y algunas embajadas pusieron en guardia a sus ciudadanos sobre viajar al país.
Estos nuevos actos de violencia xenófoba podrían tener graves consecuencias en este país con un clima económico de por sí sombrío. La actividad de empresas sudafricanas con base en el extranjero podría verse afectada. Los expertos también temen el impacto que se pueda producir en las exportaciones y en las inversiones extranjeras, que crean una gran cantidad de empleo en Sudáfrica.
Por otra parte, numerosos jóvenes africanos eligen Sudáfrica por sus estudios superiores y al graduarse, deciden quedarse para aprovechar nuevas oportunidades laborales. Forman un contingente de profesionales cualificados esenciales en un país que todavía tiene carencias en muchas áreas. Con este aumento de la xenofobia, estos jóvenes profesionales podrían, naturalmente, ser más reacios a trasladarse allí.
Por último, vale la pena recordar que el turismo, una industria en crecimiento es clave para la economía sudafricana. Por lo tanto, esta crisis podría tener un impacto negativo en la imagen de la nación del arco iris fuera de sus fronteras, lo que preocupa enormemente a los profesionales del sector. Más del 60% de los turistas que viajan cada año al país son del propio continente, según cifras oficiales.
Fuente: Afrique Expansion
[Fundación Sur]
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