Su pasaporte es falso, por Rafael Muñoz Abad – Centro de Estudios Africanos de la ULL

7/03/2014 | Bitácora africana

«The Gambia» es una estrecha franja de tierra rodeada por Senegal. El diminuto país africano es un pantanal que a duras penas se extiende una veintena de millas al norte y sur del rio que da nombre a su angosta geografía. Ganar su frontera desde Dakar supone una tortuosa excursión en una vieja y atiborrada furgoneta Mercedes o en su defecto, en una “confortable” rubia Peugeot. Un paseo que pinchazos y salidas de carretera aparte, raramente te llevará menos de ocho horas para recorrer los poco más de doscientos kilómetros. Alcanzar el paso fronterizo de Karang de noche y con prisas, ejemplariza las mejores pesadillas burocráticas que un blanco tiene al viajar por Africa improvisando.

Nada más llegar, buscavidas y cambiadores de francos CFA a dalasi, moneda de Gambia, se abalanzan sobre ti cual enjambré de mosquitos. Mientras tanto, con pavor contemplas como tu mochila milagrosamente acaba en la puerta de aduanas. Los trámites de salida de Senegal son rápidos y ahora hay que entrar en Gambia. Te recibe una cortezuela de guardias gordos, los senegaleses deben hacer más ejercicio, que con recelo te escudriñan pues no entienden muy bien qué diablos hace un blanco a esas horas en semejante lugar. The Gambia es “anglófona” sólo de cara a la galería; la parafernalia decorativa de Banjul se antoja artificialmente británica; hablan un inglés inconsistente y Londres, no tiene la implicación que si puede tener con Ghana o Nigeria; ya les gustaría a ellos.

Tras un interrogatorio: su pasaporte es falso – asevera el más gordo de los guardias, que evidentemente resultó ser el jefecillo; – ¿Cómo dice? – le replico no sin cierto temor; – Yes, usted no tiene aspecto de español; habla un buen inglés y no tiene ni bigote ni es moreno…Una lacerante manera de decir que los españoles no tenemos ni puta idea de idiomas. Y quizás no le falte algo de razón; pues la imagen al respecto de los borricos que nos gobiernan es lamentable. En lo referente al bigote, será que debes tener pinta de José Luis López Vázquez. Allí quedé retenido y mi pasaporte también ¿No era The Gambia la sonrisa de Africa y un país amable al turismo?; seguro que sí; tal vez sólo fue un mal día.

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Autor

  • Doctor en Marina Civil.

    Cuando por primera vez llegué a Ciudad del Cabo supe que era el sitio y se cerró así el círculo abierto una tarde de los setenta frente a un desgastado atlas de Reader´s Digest. El por qué está de más y todo pasó a un segundo plano. África suele elegir de la misma manera que un gato o los libros nos escogen; no entra en tus cálculos. Con un doctorado en evolución e historia de la navegación me gano la vida como profesor asociado de la Universidad de la Laguna y desde el año 2003 trabajando como controlador. Piloto de la marina mercante, con frecuencia echo de falta la mar y su soledad en sus guardias de inalcanzable horizonte azul. De trabajar para Salvamento Marítimo aprendí a respetar el coraje de los que en un cayuco, dejando atrás semanas de zarandeo en ese otro océano de arena que es el Sahel, ven por primera vez la mar en Dakar o Nuadibú rumbo a El Dorado de los papeles europeos y su incierto destino. Angola, Costa de Marfil, Ghana, Mauritania, Senegal…pero sobre todo Sudáfrica y Namibia, son las que llenan mis acuarelas africanas. En su momento en forma de estudios y trabajo y después por mero vagabundeo, la conexión emocional con África austral es demasiado no mundana para intentar osar explicarla. El africanista nace y no se hace aunque pueda intentarlo y, si bien no sé nada de África, sí que aprendí más sentado en un café de Luanda viendo la gente pasar que bajo las decenas de libros que cogen polvo en mi biblioteca… sé dónde me voy a morir pero también lo saben la brisa de El Cabo de Buena Esperanza o el silencio del Namib.

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