Sonrisas de Esperanza en Angola

30/06/2014 | Crónicas y reportajes

El centro de acogida El Betel, ocho años después de abrir sus puertas para acoger niños y jóvenes sin hogar, con un inicio lleno de dificultades, se ha convertido en un lugar para cambiar de vida y, sobretodo, de esperanza para los que viven allí.

Situado en Zango II, en el municipio de Viana, tiene hoy en día, debido al apoyo que recibe de la “Fundação Sol”, mejores condiciones de vivienda y alimentación. Aquellos que entraron un día sin ninguna razón para tener esperanza en algo, ya sonríen a la vida.

Malamba Fonseca de 21 años, siete de los cuales los ha vivido en el centro de El Betel, aseguró al diario El Jornal de Angola que ahora se enfrenta a la vida con optimismo sobre el futuro, pero aún se le marca la tristeza en el rostro cuando recuerda el calvario que comenzó cuando, por la influencia de los amigos comenzó a beber alcohol de forma exagerada. Sin saber cómo, se encontró, de un día para otro, viviendo en las calles de Luanda. Fueron cinco años de sufrimiento y supervivencia que trata de olvidar a toda costa. «Para sobrevivir en la calle lavaba coches, les llevaba la compra a las mujeres y hacía todo lo que me permitía ganar dinero. La vida en la calle es mala”.
Cuenta Malamba Fonseca que llegó a El Betel de la mano de un amigo. Para alguien acostumbrado a la vida en la calle los primeros días fueron muy difíciles en el centro pero la firme decisión de cambiar de vida pudo con todo.

Fiesta y diversión

La convivencia y la fraternidad que encontró en El Betel ayudaron a borrar las malas costumbres que traía de la calle. Las diferencias eran enormes, pero la forma en la que fue recibido, sobre todo por parte del director del centro fue determinante.

Una historia casi similar tiene João Bumba de 13años. Era adicto a la marihuana, que lo apartó de la escuela. «Yo vivía con mi abuela y por las dificultades económicas tuve que empezar a limpiar zapatos. Debido a la frustración y a las malas compañías empecé a utilizar sus ganancias para comprar marihuana y bebida. La entrada en el centro, ha cambiado su vida por completo. Asiste ya al cuarto grado. «Mi vida cambió y tengo que agradecérselo a las personas que me acogieron con calidez y amor», dijo.
A pesar de que la institución está dedicada a trabajar en el crecimiento de los niños, los momentos de diversión y la fiesta no son raros en El Betel. Con motivo de la celebración mundial del mes del niño, la Fundação Sol organizó una agradable fiesta a los niños.
Smith Lukanka, que para escapar de los malos tratos en casa de sus padres, inició una huida sin rumbo que terminó finalmente en El Betel, reconoció que había pasado un día muy divertido.
Al igual que sus dos hermanos, tienen en el centro el hogar que no tuvieron. Recuerda los tiempos difíciles de El Betel, cuando las condiciones de vida eran pésimas y agradece la ayuda prestada por la Fundação Sol, que rehabilitó el patio, la sala de estar, los dormitorios y todo el techo de la capilla.
«Cuando llegué aquí sentí un poco de miedo porque el centro parecía una casa abandonada, pero muchas cosas han cambiado para mejor y también he dejado de ser una persona sin techo».

Dificultades y satisfacción

Ocho años después de la puesta en marcha, todavía existen muchas dificultades en El Betel, pero nada comparado a lo que fue. El director y fundador del centro, Adérito Nunda, es la cara visible de la satisfacción. Recuerda que en un principio tenía sólo cinco niños bajo custodia y ahora tiene 45. Son niños que vienen de las calles de Luanda o son traídos por sus familias debido al mal comportamiento, pero reconforta comprobar cómo se recuperan socialmente.

Adérito Nunda, que también creció en un hogar de acogida, dijo que tuvo que enfrentarse a muchos obstáculos para conseguir el reto que se propuso. Los dormitorios, recordó, estaban en muy malas condiciones y en la temporada de lluvias el agua entraba en las habitaciones por el techo. Fue iniciativa de la Fundação Sol rehabilitar el centro.

Además de asistir a la escuela, que ha sido posible gracias a la ayuda de la Administración Municipal de Viana, el proceso de recuperación de los niños en conflicto con las normas de convivencia social, no siempre es fácil, pero contamos con la contribución de un equipo de cinco personas que han sido fundamentales; educadores infantiles, limpieza y cocina. Seguimos a los niños hasta que cumplen los 23. Durante la estancia en el centro estudian Formación Profesional para facilitar su integración en el mercado laboral.

El director de El Betel cree que el proyecto puede seguir adelante con la integración de más niños en Luanda y la creación de más centros en otras provincias.
No necesitamos mucho para ayudar, porque con 1.000 Kwanzas podemos cambiar la dieta de toda una familia. La verdad es que no tengo palabras para agradecer todo el apoyo que recibimos.

La solidaridad y la reintegración

El apoyo que, desde hace más de 6 meses, presta la Fundação Sol al centro de acogida El Betel se inscribe dentro del marco de su acción de responsabilidad social. El Presidente del Consejo de Administración de la Fundación, que enumeró las causas sociales que patrocina la institución, dijo que el apoyo continuará. «Vamos a apoyar y fomentar el trabajo que se ha hecho ya que aún queda mucho por hacer. Además de apoyo material ofreceremos nuestra solidaridad y compromiso para proporcionar calor humano y contribuir a la educación de los niños y jóvenes que viven aquí “

El Sr. Garci reconoció los progresos realizados en la recuperación y reintegración de los niños y jóvenes desamparados que llegan buscando refugio a El Betel.

[Fuente: Adalberto Ceita-jornaldeangola.sapo.ao-Fundación Sur]

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