Cuando fui a Somalia en 2011 para informar sobre la hambruna, tuve que tomar el camino largo via Kenia. Cuando llegue a Dobley, un pueblo en el borde entre Kenia y Somalia, vi un hospital acribillado por las balas después de que al-Shabaab hubiera atravesado el area, dejando un rastro de destrucción a su paso.
Vi un ferry emerger del horizonte llevando a alrededor de 110 personas, principalmente mujeres y niños. Su travesía acabaría aqui, y otra empezaría a pie. Deberían caminar a traves del calurosos desierto de Kenia si querían encontrar agua, comida y medicina.
Muchos no lo consiguieron. La hambruna mató a al menos 260.000 personas, incluyendo 133.000 niños, solamente en Somalia. Fue la peor sequía en 60 años, y hoy todavía 9 millones de personas en el Este de África sufren falta de alimentos, de los cuales 3 millones están en Somalia.
Se dice que esto no ha tenido precedentes. De nuevo,las agencias de las Naciones Unidas y ONG internacionales están pidiendo actuación a los líderes del mundo. Una vez más, imágenes de niño inundan nuestras pantallas, pidiendonos a cada uno de nosotros que tomemos parte.
Cuando comparo la hambruna de 2011 y la de ahora, las similitudes son inquietantes. Igual que en 2011, las razones de la crisis se ocultan tras «malas lluvias»,»conflictos» e «inestabilidad»; si lees entre lineas, la gente simplemente no tiene recursos para sobrevivir en un clima extremo.
A pesar de lo que la ONU, las ONG y las celebridades quieren hacernos creer, una hambruna raramente sucede por la falta total de comida.
Por ejemplo, cuando estuve en Dobley, encontré comida en el mercado del pueblo. Debido a las carencias su precio había subido más del doble, pero existir existían.
Igual que sucede hoy, Al-Shabaab controlaba grandes territorios en el sur de Somalia, donde muchas agencias de la ONU y ONG occidentales no podían operar. E incluso si podían operar, el hecho de que Al-Shabaab fuera considerado un grupo terrorista por Estados Unidos significaba que todos los que repartían ayudas eran responsables de cualquier ayuda que beneficiase a los miembros de la banda. Estados Unidos estaba tan preocupado de que la comida y dinero cayeran en manos equivocadas que prefirieron que la gente se muriese de hambre.
No es sorprendente que llevar comida a algunas de estas areas continue siendo dificil, pero no es por las razones que se espera, sino por recalcitrantes políticas en las que Occidente trata de exterminar a Al-Shabaab en vez de intentar abrir un diálogo con una población asediada.
De nuevo, la historia de esta crisis esta siendo contada de forma deshonesta. Somalia es vista como un lugar recondito para el que hay que atravesar galaxias para llegar. Pero a diferencia de 2011, la tecnología ha avanzado: olvidate de enviar comida en un avión, las ONG pueden enviar dinero directamente a los millones que tienen teléfonos móviles para que puedan comprar comida. Los drones que Estados Unidos usa para atacar a los terroristas podrían ser usados para entregar comida y materiales.
Por supuesto, alguna ayuda caerá en las manos equivocadas, pero el mundo tiene que decidir si por esta crisis humanitaria vale la pena correr el riesgo. Decir que en el cuerno de Africa hay una crisis alimenticia es cierto, pero hablar de una posible hambruna sin explorar como los poderosos han ayudado a crear esa crisis es engañar a la gente.
Azad Essa
Fuente: IOL
[Traducción y edición, Fernando Martín]
[Fundación Sur]
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