Somalia: SOS

21/04/2008 | Editorial

Somalia salta a la prensa española, cuando nuestros intereses y ciudadanos se ven afectados. Ahora nos interesamos por la suerte de un barco español, que ha sido capturado por piratas somalíes en aguas internacionales. Las pasadas navidades fueron dos cooperantes de Médicos Sin Fronteras. Estos no son los únicos que han sido secuestrados, ya que viene sucediendo regularmente desde hace años. Las aguas colindantes con Somalia son las más peligrosas del Océano Índico debido a la piratería.

La semana pasada fue secuestrado un yate de lujo francés con 34 personas a bordo. En principio, la Armada Americana está presente en el Océano Índico y el Mar Rojo, pero parece que no se acerca a las aguas territoriales costeras, que es donde actúan los piratas y bandidos.

Los secuestros y la piratería son síntomas de un mal mayor: la anarquía en que vive Somalia desde 1991. Somalia es un estado fallido con dos zonas autodeclaradas independientes, sin reconocimiento internacional, (Somaliland y Puntland), un gobierno federal de transición ineficaz y una multitud de Señores de la Guerra. Somalia es un territorio donde la ley son las armas.

Aunque ha habido intentos de la comunidad internacional de establecer el orden, todos han resultado fallidos, como la intervención norteamericana de 1992: “Devolver la esperanza”, la operación de la ONU llamada ONUSOM y ahora una tímida iniciativa de la Unión Africana, con una fuerte presencia Etíope, que defiende al gobierno federal de transición. Las Conferencias de Paz se han quedado en eso: en palabras, que aunque han sido escritas, se las ha llevado el viento.

Aunque sólo nos acordamos de Somalia cuando nos afecta, hay que recordar que son nueve millones de personas las que están sufriendo los efectos de la anarquía y el caos violento en que están sumergidos. Ya es hora que se ponga fin a este régimen del terror, que amenaza tanto a la población local como a la internacional. Si no se hace por motivos humanitarios, para ayudar a la población local, que se haga por motivos egoístas para proteger a los intereses nacionales de todo barco que se atreva a pasar cerca de sus aguas. Sea el motivo que sea, es urgente que se ponga fin a esa pesadilla que están sufriendo millones de personas.

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