Los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, albergan a unas 200.000 refugiados saharauis del Sáhara Occidental, un país que ha estado ocupado ilegalmente por Marruecos, desde los años 70.

Los saharauis han estado viviendo en los campos todo ese tiempo, y así varias generaciones han crecido en la aislada sociedad de los campos, una sociedad definida por el exilio. Los saharauis comparten esta identidad, de ser refugiados y estar bajo ocupación, con los muchos otros grupos de desplazados, incluidos, quizá los más famosos, los palestinos y los tibetanos.

En su trabajo de garantizar el derecho a la tierra de los pueblos desplazados, la Coalición Hábitat Internacional, HIC por sus siglas en inglés, ha encontrado beneficioso el formar alianzas de solidaridad entre los diferentes grupos bajo ocupación.

“Es una de las tácticas que de verdad capta el interés de la gente, les hace pensar” dice Joseph Schechla, el coordinador de la red de HIC para vivienda y derecho a la tierra, en El Cairo, en la elaboración de estos paralelismos.

Naturalmente, las propias poblaciones exiliadas también son conscientes de su interconectividad y cómo esto puede afectar a su causa, para bien o para mal.

Según Schechla, al contrario que la mayoría de la gente en la mayor parte del mundo, muchos pueblos que sufren ocupación son conscientes del problema del Sáhara Occidental y sus muchos refugiados de larga duración. “Los tibetanos especialmente, son muy conscientes de ello, también los kurdos y los palestinos”, explicó.

“Los tibetanos en general, y el Dalai Lama en particular, se han mostrado bastante interesados en esta conexión. Pero no por razones geopolíticas, esto trata de experiencias comunes que vive la gente bajo la ocupación o en una situación similar”, añade.

Sin embargo, la exhibición pública de la solidaridad política a menudo es un asunto más complejo.

Mientras que los tibetanos bajo el gobierno chino pueden sentir compasión por la lucha de los saharauis por su autodeterminación, los líderes palestinos, no, al menos abiertamente.

“Mientras que algunos palestinos pueden apreciar que hay otros grupos en el mundo que están bajo ocupación, viviendo bajo condiciones similares, a nivel de las autoridades palestinas, este no es el caso”, afirma Schechla.

Hasta el momento, los líderes palestinos han considerado beneficioso para su causa distanciarse políticamente del problema del Tíbet, así como del de Sáhara Occidental, a pesar del hecho de que las violaciones bajo las que sufren estos países, pueden ser fácilmente consideradas como análogas.

“Dos veces ya, el Dalai Lama ha pedido hacer una visita espiritual, no solo política, a Bethlehem, que las autoridades le han denegado”, cuenta Schechla.

Según Schechla, esta configuración de alianzas, o de la falta de ellas entre países en estado de sitio, puede ser considerada un medio de dar a conocer las contradicciones geopolíticas subyacentes que también existen en las Naciones Unidas.

“China ha sido un defensor de la causa palestina en la ONU”, dice, “Así que esperan reciprocidad a nivel oficial de solidaridad con la postura geopolítica.

Jorn Henriksen, presidente del Comité Noruego de Apoyo al Sáhara Occidental, se muestra de acuerdo con Chechla, con que el análisis comparativo de los pueblos que sufren ocupación es útil a la hora de informar al público.

“En nuestro trabajo, cooperamos con el Comité Palestino de Noruega, y ellos nos apoyan recíprocamente. Hay palestinos que apoyan la libertad del Sáhara Occidental por supuesto, pero especialmente los funcionarios de Palestina apoyan a Marruecos. Supongo que es porque temen perder el apoyo de Marruecos para su propia causa, si tocasen el asunto del Sáhara”, señala.

Henriksen continúa diciendo que personalmente “creo que es una estrategia extraña, ya que imagino que trabajar por temas de derecho internacional y la ONU y reforzar esas instituciones (en relación con los derechos de los pueblos ocupados) es de esperar que ayude a todo el mundo. Muestra el poder de los políticos sobre el derecho internacional, pero los palestinos han sido abandonados por la ONU antes, así que puedes comprender por qué no ponen todos sus huevos en ese mismo cesto. Pero tratándose de organizaciones de solidaridad, yo creo que es natural que un pueblo ocupado apoye a otro”.

Bikya Masr, Egipto, 11 de Julio de 2012