Sociedades secretas en el país de Wole Soyinka, por Ramón Echeverría

11/10/2023 | Bitácora africana

Para entrar en materia, tres citaciones y una recomendación:

Al igual que otras sociedades tradicionales de todo el mundo, las culturas del África subsahariana poseen un rico y variado corpus de tradiciones de sociedades secretas, muchas de las cuales existen todavía hoy en día” (The Element Encyclopedia of Secret Societies, © John Michael Greer 2006).

J.M. Adjerasi, especialista en religión de la Universidad de Abiyán, explica este fenómeno por el hecho de que los países africanos se enfrentan tanto a una crisis de identidad como a una encrucijada. “Estamos entre la tradición, que no quiere morir, y la modernidad, que no quiere nacer”, dijo durante un programa en la radio británica BBC” (Résurgence des sociétés secrètes en Afrique de l’Ouest, APIC, Dakar, 22 de marzo de 1998).

Las actividades de las sociedades secretas en los campus van desde la toma de juramento hasta ceremonias de chupar sangre, robos y violaciones, todo bajo la influencia de las drogas. Miembros de las sociedades secretas utilizan libremente armas peligrosas. Existe en las universidades una legión de estos grupos cultistas, como la Fraternidad de los Piratas, la Fraternidad de Eiye, los Bucaneros, el Nacionalista Negro de Ife, la Cobra Negra de Ife, el Hacha, la Noche Negra, la Boina Negra, la Boina Verde, los Vikingos, etc.” (Blueprint.ng, 2 de febrero de 2018).

Sobre la evolución, a todas luces negativa, de las sociedades y cultos secretos en Nigeria, recomiendo a los lectores el excelente artículo que Alfredo Capos García escribió para el Instituto Español de Estudios Estratégicos: CAMPOS GARCÍA, Alfredo. Cultos y fraternidades en Nigeria: de la universidad al crimen organizado. Documento de Opinión IEEE 107/2018.

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«Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra” es a la vez una sátira política y una novela de suspense. Involucra a cuatro amigos, una sociedad secreta que comercia con partes del cuerpo humano y más corrupción de la que cualquier país puede soportar. El 2 de noviembre de 2021, The New Yorker publicó la entrevista de Vinson Cunningham a Wole Soyinka, invitándole a explicar, entre otras cosas, qué le había motivado cuando escribía esa, su última novela, y por qué un título tan poco acorde con la humanidad destrozada que evoca el libro. Entre paréntesis, según el Premium Times de Abuja (21 de marzo 2023), Nigeria apareció hace dos décadas en el “World Happiness Report” como el país más feliz del mundo. Ocupa hoy el puesto 95, tras haber remontado 23 puestos en el último año. Es cierto que la nigeriana es una “Sociedad Halloween”, viene a decir Soyinka en la entrevista, por la forma en que cuelga en público sus esqueletos. Pero al mismo tiempo emana desde sus profundidades la alegría propia de quien sabe que todavía podía ser peor. Humor muy negro pues, el de “Crónicas desde el país de la gente más feliz de la tierra”.

Soyinka es al mismo tiempo un erudito, un maestro, un iconoclasta, un patriota, un estadista anciano y, siempre, un activista que, en su carrera como escritor, ha sometido Nigeria a un constante escrutinio. Su última novela ofrece una crítica mordaz de las sociedades secretas. Pero fue el mismo Wole Soyinka, junto a seis compañeros de la universidad de Ibadan (“Los 7 magníficos”), quienes en 1952 fundaron la “Pyrates Confraternity” (Pyrates con “y”), la primera y más famosa sociedad secreta del país, conocida también como la “National Association of Seadogs” (Asociación Nacional de Lobos de Mar, NAS). Todo es corruptible, y no digamos las sociedades secretas que surgieron imitando a, o a partir de NAS, implicadas a partir de los años 1980 en todo tipo de criminalidad. Hasta el punto que la constitución nigeriana de 1999 expone en su artículo 38.4, a propósito de la libertad de ideología: “Nada en esta sección permitirá a cualquier persona formar, tomar parte en las actividades o ser miembro de una sociedad secreta”. No extraña pues que en 2005, Adebayo Aderoju, uno de los fundadores de la NAS, publicara en el periódico “This Day”: “We regret forming Pirate Confraternity” (Sentimos haber iniciado la Pirate Confraternity). Dos años más tarde, otro de los fundadores, Andrew Obinna Onyearu, por entonces “capone” (del italiano “capo”) de la NAS, criticó en el artículo de Aderoju, además de que no se había respetado la escritura original, con “y”, de “Pyrate”, el que no se distinguiera entre el espíritu y el proyecto altamente positivos del Pyrate y las inclinaciones criminales de las nuevas sociedades secretas. Onyearu cita en su réplica la amargura que había producido en Soyinka la degeneración de lo que ellos habían iniciado: “Quienes culpan de la actual llegada de los bárbaros a la fraternidad universitaria de los Piratas, la primera que se fundó en esta nación, tal vez en todo el continente…  Ignoran el contexto de decadencia social en el que incluso las instituciones consagradas por el tiempo –– filantrópicas, culturales, incluso ONG modernas–– están siendo suplantadas por versiones corruptas en sintonía con el colapso total de la sociedad. Nada dura en esta nación, nada. Las instituciones religiosas, ya sean musulmanas o cristianas, están llenas de ramificaciones charlatanas, muchas de las cuales son variantes demoníacas o bien empresas puramente comerciales que comercializan la santurronería con el mismo patrón de ventas que el vendedor de ropa de diseño o de cosméticos” (“Descent of the Barbarian and the end of the Collegial”, disertación pronunciada el 12 de julio de 2005, en honor del juez Justice Kayode de Eso).

Y ésta es la “confesión”, clara y escueta de Soyinka ante la BBC: “Nunca imaginé que un grupo universitario pudiera adoptar un estilo mafioso, que implicaría pruebas de hombría como violaciones, robos, armas, asesinatos, secuestros”. “En ningún momento imaginé que aquello pudiera degenerar”. (Wole Soyinka, BBC 2 de junio de 2020).

Ramón Echeverría

 

[CIDAF-UCM]

 

Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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