Colón, en su primer viaje a América, fue con tres barcos pero volvió con dos. La nao Santa María naufragó la Nochebuena de 1492 en la costa norte de una isla del Caribe a la que se puso por nombre «La Española». No hubo muertos, pero como eran demasiados hombres para los dos barcos restantes, Colón optó por construir en aquella isla el Fuerte Navidad, donde dejó parte de la tripulación en espera de ser rescatada en un próximo viaje. Este fue el primer establecimiento español en América. Estaba situado en la costa noroeste de La Española, en las proximidades de la actual frontera entre Haití y la República Dominicana.
La Española fue la cabeza de puente desde la que se realizó el descubrimiento, conquista y colonización de América. La población indígena de la isla desapareció en pocas décadas víctima de la esclavitud, el trabajo obligatorio, el maltrato y las enfermedades. Su costa oeste siempre fue un territorio poco controlado ocupado por bucaneros, en el que finalmente Francia consiguió imponer su dominio, haciendo del tercio occidental de la isla una colonia francesa, origen de lo que hoy es Haití. El resto de la isla siguió perteneciendo a España dando lugar a la actual República Dominicana.
A lo largo del siglo XVIII Francia introdujo en Haití el sistema de plantaciones para producir azúcar, café, algodón e índigo, desarrollando una poderosa economía exportadora sustentada en la esclavitud. Los 83.000 habitantes de 1730 eran más de 500.000 en 1789, de los que 450.000 eran esclavos. Dado que los esclavos morían mucho y procreaban poco, para mantener esta población Francia introdujo en Haití, entre 1750 y 1789, un millón de esclavos africanos: un millón en treinta y nueve años (3). En 1789 Haití producía las tres cuartas partes del azúcar mundial, para cuyo transporte Francia empleaba 750 barcos con 24.000 marineros, mientras que, a su vez, 500 barcos americanos entraban anualmente en los puertos haitianos (4). Sirva ésto para intuir la riqueza que producía Haití.
Haití alcanzó la independencia en 1804 tras un conjunto de guerras devastadoras en las que hubo muchos actores implicados movidos por intereses muy diferentes: clases privilegiadas defendiendo su estatus, miedo a las consecuencias de la revolución francesa, intereses económicos de Francia, Inglaterra y España, esclavos en busca de la libertad, … Fueron, al fin, los esclavos los que ganaron aquellas guerras y declararon la independencia de Haití. En un último esfuerzo, Napoleón envió un ejército que también fue vencido, un ejército que no fue a Haití a extender los ideales de la revolución francesa, sino a restablecer el funcionamiento del sistema esclavista. Fue allí, a manos de los esclavos (y no en España) donde Napoleón fue vencido por primera vez.
Francia encajó mal el golpe, al igual que lo encajaron mal el resto de las potencias, incluído el recién constituído Estados Unidos, país esclavista a pesar de las palabras electrizantes de su declaración de independencia. Nadie reconoció a Haití.
En 1825 ocurre una cosa extraña. Francia reconoce la independencia de Haití a cambio del compromiso haitiano de indemnizar con 150 millones de francos a los colonos franceses que habían perdido sus plantaciones, y de una reducción del 50 % en las tarifas aduaneras a las mercancías francesas. Para efectuar los primeros pagos, Francia concedió préstamos a Haití por valor de 30 millones de francos, comenzando así la deuda externa de Haití. En 1838 se renegoció la deuda, que quedó reducida a 90 millones de francos que Haití terminó de pagar en 1893 (5).
Hace algunos años tuve ocasión de conversar sobre esta cuestión con una diplomática haitiana. Le pregunté que cómo Haití había aceptado pagar esas indemnizaciones. Me contestó que Francia e Inglaterra les impusieron un bloqueo naval que duró hasta que aceptaron pagar. Y lo dijo con un tono de voz y unos gestos que venían a decir algo así como «¿pues qué se pensaba usted?».
Ésto de la «presión naval» no es nada nuevo. A lo largo del siglo XIX se le exigieron a Haití indemnizaciones menores con la técnica de la cañonera, consistente en colocar un barco con cañones frente a una ciudad costera indefensa y amenazar con bombardearla en caso de no aceptar ciertas exigencias. Así fueron los casos «Capitán Batsch» en 1872 y «Luders» en 1897 (6). Las cañoneras fueron usadas por Inglaterra en el río Niger, por Portugal en las costas africanas del océano Índico, o por Estados Unidos y Alemania cuando les pareció apropiado.
En Abril de 2003, Aristide reclamó a Francia la devolución de esas indemnizaciones, valoradas en moneda actual en 22.000 millones de dólares. Francia, con Jacques Chirac como jefe del estado, se negó a devolverlas (7).
Bibliografía:
Para la redacción de este artículo han sido imprescindibles la biblioteca del Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza y los recursos en línea de África Fundación Sur. Agradezco a Manuel, Carolina y Félix el trabajo que realizan para poner a nuestra disposicón estos servicios.
(1) Carlos Marichal. Historia de la deuda externa de América Latina: desde la independencia hasta la Gran Depresion. 1820-1930. Alianza Editorial. México. 1988. Pdf disponible en internet en http://carlosmarichal.colmex.mx/deuda/HISTORIA-DEUDA-EXTERNA-AMERICA%20LATINA.pdf Consultado el 22 de Julio de 2017.
(2) El estado del mundo. Anuario económico geopolítico mundial. 2004. Editorial Akal. Madrid. 2003. Página dedicada a Haití escrita por Greg Chamberlain. P. 392-393.
(3) Lucena Salmoral, Manuel. América Moderna (1492-1808). En Andrés Ciudad, Manuel Lucena y Carlos Malamud: Manual de Historia Universal, tomo X, América. Editorial Historia 16. Madird, 1992. P.p. 419-431.
(4) Paul Farmer. Haití para qué: usos y abusos de Haití. Editorial HIRU. Hondarribia (Guipúzcoa). Año 2.002. P.p. 70-76.
(5) Cristophe Wargny. Haití: la tectónica de la miseria. En Le monde diplomatique, año XIV, nº 173, Marzo 2010. P. 18.
(6) Paul Farmer. Obra citada. P.p. 92 y 93.
(7) El estado del mundo 2004. Editorial Akal.