Sí, la Ayuda está muerta, y personalmente no me encuentro demasiado bien

6/10/2009 | Opinión

Me gusta el anterior presidente de Ghana, John Kufuor. Es un hombre de palabras suaves, un caballero que no intentó cambiar la constitución para mantenerse en el poder cuando su segundo mandato finalizó el año pasado.

Por todo esto me resultó algo desconcertante escuchar el pasado martes su crítica a Dambisa Moyo, economista zambiana y autora del controvertido libro “Dead Aid” (Ayuda Muerta). La señora Moyo esboza un viejo argumento – que la Ayuda no funciona y que África ha sacado poco provecho de ella. Su propuesta es cerrar los grifos, de manera que África pueda aprender a sentarse sobre su propio trasero. La controversia que el libro de Moyo ha causado no se debe tanto a lo novedoso de la idea, sino a lo persuasivas que son sus argumentaciones.

Esto quizás era de esperar de alguien que obtuvo su Doctorado de Económicas en la Universidad de Oxford, sus masters en la Universidad de Harvard, y que trabajó para Goldman Sachs y el Banco Mundial.

Por su parte Kufuor argumentó que la Ayuda funciona, poniendo como ejemplos la educación primaria universal y los programas de alimentación escolar en Ghana. Después atacó a la yugular de Moyo: “La señora Moyo no es la voz de África”, dijo. “Ella vive en una torre de marfil, lejos de la realidad africana. Quizás debería volver a Zambia para percatarse de lo mucho que ese país sigue necesitando ayuda. Quizás entonces la prestaría mayor atención.”

Mientras Kufuor se refería a Moyo con tal desprecio, el Profesor Jeffrey D. Sachs – director del Instituto de la Tierra, Profesor de Desarrollo Sostenible, y Profesor de Gestión y Política Sanitaria en la Universidad de Columbia- le puso en evidencia al señalar que a no ser por la beca que recibió en forma de Ayuda, Moyo nunca habría ido a Harvard. Éste es un argumento perverso, ya que es como señalar que no puedes denunciar a un padre abusivo porque fue él quien pagó tu educación.

Y en cuanto a Kufuor, he pasado conduciendo por delante de su casa en Accra. Es tan impresionante que cuando fue presidente continuó viviendo en ella, ya que es todavía más imponente que muchos de los palacios presidenciales africanos. No parece esta una residencia adecuada desde la que sermonear a una crítica a la Ayuda.

Con respecto a dicha Ayuda, comparto la opinión de Moyo. No conozco ningún país africano tan pobre como para no poder financiarse mediante sus propios recursos. La razón por la que los países africanos necesitan ayuda es porque están mal gobernados, y de ninguna manera la Ayuda contribuye a resolver esta situación. De hecho, hace que sea más difícil de gestionar, ya que ofrece una cierta protección a los líderes corruptos ante sus propios fracasos.

Por otro lado, independientemente de que la ayuda sea buena o mala, África necesita prepararse para el día en que ésta se vea reducida hasta prácticamente desaparecer.

Kufour se lamentaba por la reducción de la ayuda en lo que considera un acto de mezquindad por parte de los donantes. Es posible que se equivoque. No se trata de que los donantes sean tacaños. La realidad es que la crisis económica global de los dos últimos años ha dejado a las naciones donantes sin los recursos necesarios para seguir enviando ayuda monetaria a África, por lo que sencillamente no habrá dinero para nosotros.

África puede optar por seguir sentándose en la esquina de la acera a mendigar, si así lo desea. Pero la realidad es que el chorro de monedas que llegan está a punto de secarse. ¿Y después qué? Necesitarán leer “Dead Aid” para encontrar soluciones.

Por CHARLES ONYANGO-OBBO

Charles Onyango-Obbo es editor ejecutivo del Nation Media Group, en la sección de África. E-mail: cobbo@nation.co.ke

Publicado en el semanal keniata The East African, el lunes, 5 octubre de 2009.

Traducido por Daniel Cabello, para Fundación Sur.

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