Cuando el viajero aterriza en el tenso aeropuerto de El Aaiún, los aviones blancos con las siglas de Naciones Unidas y el hangar scramble con un viejo Mirage F-1 o un flamante F-16 suministrado por los EEUU, dejan entrever que la situación del Sahara occidental aún dista de estar regularizada. Marruecos y su monarquía supieron aislarse del cataclismo institucional que sacudió la cornisa árabe entre Túnez y Egipto. Con su habitual maestría, Rabat jugó sus cartas y se ha consolidado como el principal alfil de Washington en el Magreb. Estatus que condena las ya de por si raquíticas posibilidades de autodeterminación del pueblo saharaui; pues con el panorama de inseguridad que vive el Sahel, ni norteamericanos ni franceses van a permitir el nacimiento de un estado frágil a las puertas de Europa. Es más, inmerso en un ambicioso programa de modernización de sus fuerzas armadas, Marruecos, sabedor de lo imprescindible que para occidente es en una zona especialmente delicada, bien sabrá sacar provecho de tan privilegiado contexto.
La visita de Mohamed VI a la Casa Blanca busca limar las asperezas por las injerencias de la delegación norteamericana que recientemente visitó el Sahara. Obama confirma que sólo es marketing; destiñe [blanco] tanto en casa, como de cara a los que le vieron cual esperanza de las causas perdidas estilo Sahara; y ya solo su negritud le diferencia de sus antecesores. Demócratas y republicanos se posicionan de cara al Sahara: autonomía digna bajo supervisión marroquí. Nada nuevo.
El reino alauí es un aliado vital al que nos hermana la historia y asuntos en materia de inmigración, pesca y ¿petróleo? Su peso regional es tal que ni marroquíes ni norteamericanos van a permitir que la hammada sea un palo en la rueda de sus ancestralmente idílicas relaciones. Máxime, porque el Sahara no le importa a casi nadie y, la ex potencia administradora, España, es un estado indolente cuya mayor virtud es mirar para otro lado. Y es que aún retumba la charlatanería de aquel valiente [hoy indecente] Felipe González hablando de mala colonización y peor descolonización para con los saharauis y sus DNI. Shouka, que diría la gran Mariem Hassan.