En las diversas etapas de su vida, la mujer africana está sometida a numerosos tabúes que provienen tanto de la familia como de la sociedad, y que dificultan seriamente que cualquier joven pueda tomar iniciativas con independencia. Esas dificultades aumentan sin medida cuando las opciones aparecen a su familia, vecinos o comunidad como algo inverosímil.
Fue el caso de la sudafricana Vuvu Mpofu cuando anunció a su familia que quería dedicarse a la ópera. Natural de Whittlesea, una pequeña ciudad semirrural de la etnia xhosa, en el sudeste de la República de Sudáfrica. Aunque de familia humilde, la música no le era ajena, bien que la ópera no formaba parte de su experiencia musical. En su infancia se benefició del hecho de que tanto su padre como su abuela eran amantes de la música y le animaron a participar en la coral de la iglesia, donde con frecuencia cantaba ‘solos’. Además, “mi abuela – nos dice – era directora de mi escuela, así que yo cantaba en el coro; no tenía más remedio”. Pero cuando su padre murió, fue a vivir con su madre a Port Elizabeth, una ciudad de un millón de habitantes, situada al sur del país.
Los comienzos
Cuando Mpofu tenía 15 años se enamoró de la ópera. Ocurrió en una competición coral, cuando escuchó a una joven cantar un aria acompañada al piano. En palabras de Vuvu Mpofu, “aquella melodía, aquel idioma extraño, aquel sonido… me fascinó”… “Le pregunté a mi maestro qué era aquello y me dijo que era ópera”. Mpofu corrió a la biblioteca y leyó cuanto pudo encontrar sobre opera; quería saber qué era lo que le había penetrado tan profundamente; quería descubrir de dónde procedía aquella música fascinante. Luego, fue a su maestro para decirle que quería participar en la competición coral del año siguiente y cantar algún ‘solo’.
En la coral, algunos de sus amigos sabían más que ella de ópera y poseían DVDs; le prestaron uno que contenía “La Flauta mágica” y otro con “La Traviata”. Este último fue el primero que escuchó y “me hechizó”- nos dice -; la cantaba Angela Gheorghiu, consagrada soprano lírica rumana: «lloraba cada vez que la escuchaba” – nos dice Mpofu -; y la escuchaba incesantemente, viviendo de manera apasionada aquella música. Sin comprender el idioma en que la diva cantaba, repetía las melodías imitando los sonidos que escuchaba. Su maestro le ofreció una copia de la partitura y se aprendió la música. Aunque no ganó el concurso aquel año, sí consiguió ganarlo al año siguiente, llegando hasta la final nacional donde quedó en segunda posición.
La decisión
Estaba a punto de terminar el bachiller y recibió los formularios de inscripción para la universidad. “Yo sólo podía pensar en la música” – nos dice – pero no sabía si podría estudiar música; una amiga me dijo que la Universidad de Cape Town ofrecía un programa de ópera”. Su decisión estaba tomada. Cuando comunicó su decisión a su familia, nadie la entendió ni la animó. “Opera” era una palabra que la mayoría de sus familiares jamás habían oído. Además, en la comunidad africana tradicional, cada miembro tiene que ayudar a la familia; en particular, los hermanos mayores ayudan a los más jóvenes y Mpofu era la mayor de su familia. Elegir una carrera lucrativa era indispensable para hacer frente a esas obligaciones. Su familia, su madre en particular, no creía que se pudiera vivir de la ópera, cuando ni siquiera sabía lo que era. La madre no tenía ni idea del talento de su hija en esta forma de arte extraño; Mpofu la invitó a otra competición. El entusiasmo y talento de la hija convirtieron a la madre en su admiradora y aliada. Fue entonces cuando Mpofu presentó su solicitud al Instituto de Música de Sudáfrica, de la Universidad de Cape Town (UCT), donde fue aceptada para una audición, en la que cantó “Ach, ich fühl’s.” (Oh, lo siento), Aria de Pamina, la flauta mágica (Mozart). Más tarde su educador de voz tranquilizaría a su madre, certificándole el potencial artístico de su hija y asegurándole que todo iría bien.
Iniciación
Alumna en UCT, Mpofu tuvo la ocasión de escuchar la ópera como audiencia, lo que le impresionó profundamente y le confirmó en su decisión de estudiar música. Con todo, a pesar de su talento, Mpofu tenía una formación musical elemental y su iniciación al estudio formal de la música le resulto difícil. Dificultades que pudo superar gracias al apoyo de algunas amistades que había hecho a su llegada a la Universidad. Las dudas ocasionales sobre la calidad de su voz y los fallos en su autoestima fueron obstáculos que tuvo que superar.
La mayor dificultad que le sobrevino en aquella época fue la muerte de su madre; acontecimiento que la desorientó y deprimió al punto de creer no poder levantar cabeza: se encerró en la residencia, y dejó de asistir a clase. De nuevo, la música fue su salvación: “Tenía que permanecer positiva y seguir adelante con el proyecto, porque debía cuidar de mis hermanos menores, así como del resto de la familia. No se trataba sólo de mí, también los tenía a ellos”. La Traviata acudió en su rescate: “Fue el primer papel que me dieron después de su fallecimiento (de su madre), y de la conexión entre aquel dolor profundo con mi música surgió algo extraordinario. Es por ese papel que la gente me reconoce hoy en día».
The Belvedere Competition, en Sudáfrica, es un concurso internacional anual para jóvenes cantores de ópera. El día en que Mpofu debía actuar en la ronda preliminar de la competición, fue atracada con arma blanca; una experiencia traumática para ella: “Cuando aquello me ocurrió – nos dice – mi mente dejó de funcionar, no registraba… Por fortuna, resultó físicamente ilesa aunque quedó perturbada, lo que hubiese podido impedirle cantar al día siguiente. Escuchar su propia voz le ayudó a superar el trauma. “Comenzar a cantar fue una terapia para mí, un remedio tranquilizador. Volví a encontrarme bien porque tenía la música”.
Progreso
En julio de 2016, Vuvu Mpofu fue finalista en el Concurso Internacional de Hans Gabor Belvedere de Opera. En enero de ese mismo año, también quedó tercera en la prestigiosa Operalia Competition, fundada por Placido Domingo, para descubrir y honorar a los mejores jóvenes cantantes de ópera. Mpofu ha actuado en el Festival de Ópera de Glyndebourne, en East Sussex, Inglaterra. Stephen Langridge, director artístico de Glyndebourne, muestra un profundo aprecio por la cantante: “tiene un talento único… un día estaremos orgullosos de haber trabajado con ella. Vuvu es extraordinaria. Su talento vocal es inmenso”.
En agosto de 2019, el Festival de Glyndebourne le concedió el Premio John Christie [John Christie Award]. El premio, que lleva el nombre del fundador del festival, está financiado por la Worshipful Company of Musicians y está dedicado a potenciar la carrera de jóvenes talentos de la lírica, participantes en el festival.
Su ascensión imparable la ha llevado al Covent Garden, (Londres) y al MET (Opera Metropolitana) de Nueva York. En 2020 está previsto que actúe en el Aspen Festival y Escuela de música (Colorado-Estados Unidos) donde será apadrinada por la soprano estadounidense Renée Fleming, y donde interpretará Pamina, la Flauta mágica, de Mozart.
Este mismo año tiene prevista su aparición en Seattle Opera House, en el estado de Washington (Estados Unidos), donde interpretará Adina en L´elisir d´amore, de Gaetano Donizetti.
Vuvu Mpofu tiene acordadas actuaciones en la Der Vlaamse Opera (Opera Flamenca – Bélgica); en la Bayerische Staatsoper (La Ópera Estatal de Baviera – Múnich y con la Deutsches Symphonie-Orchester-Berlin (Orquesta Sinfónica Alemana-Berlín).
En los últimos quince años, desde aquella su primera experiencia de ópera en una escuela de Port Elizabeth y de su aprendizaje, imitando las voces y melodías escuchadas en DVDs, la escalada de la soprano Vuvu Mpofu ha sido espectacular; un caso insólito de descubrimiento de una vocación inverosímil, perseguida hasta el fin con fe inquebrantable y un esfuerzo tenaz.
Bartolomé Burgos
[Fundación Sur]
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