Serie Grandes Mujeres Africanas: Pilar Bilogo y los niños sordos, por Bartolomé Burgos

5/04/2024 | Crónicas y reportajes

Pilar Bilogo es una mujer que rema contra corriente, y sola. Rema contra prejuicios culturales y contra la desidia de su país, rema de manera incansable, aunque, a veces, se sienta agotada y desanimada.

Los niños sordos en África

En muchos países de África, la sordera, el albinismo y toda situación anómala suelen considerarse como un estigma social y, hasta, una maldición por la brujería. Así consideran algunas comunidades de África la sordera de los niños. Se cree que sus madres fueron hechizadas durante el embarazo. Al no hacer pruebas de radiofonía a los niños recién nacidos, es habitual que este defecto sólo se descubra más tarde y, entonces, la familia se enfrenta a sospecha y acusaciones: algo malo o antisocial habrán hecho los padres para que nazca un niño embrujado. El peligro de estas recriminaciones hace que muchas familias encierren a sus hijos en casa y, además de negarles el derecho a la educación, se les impida ser vistos y aceptados por la comunidad.

Según la ONG Deaf Child Worldwide (Niños Sordos en el Mundo»), hay nueve millones de niños sordos en África subsahariana. Si miramos a la población mundial, 1.500 millones de personas vivían con algún grado de pérdida de audición, en 2021, y 430 millones necesitaban servicios de rehabilitación. La previsión de datos para el futuro es alarmante: la Organización Mundial de la Salud prevé que, para 2050, haya 2.500 millones de personas con algún grado de sordera, y 700 millones necesiten rehabilitación. Por eso, la OMS creó, en 2021, el Informe Mundial sobre la Audición con el fin de brindar orientación a los Estados e integren el cuidado del oído en sus planes nacionales de salud.

En las comunidades en las que se han hecho campañas de concienciación, la discriminación ha disminuido. El principal progreso suele reflejarse en el hogar, una vez que los menores pueden comunicarse con su entorno y expresar sus necesidades y anhelos; por supuesto, también aumenta la autoestima de los niños sordos. Aunque, también es verdad, en ocasiones, la estigmatización comienza en el hogar: no se considera a los niños sordos como parte de la familia, los hermanos no saben cómo comunicarse con ellos, provocando de esta manera su exclusión.

El Covid ha venido a complicar la situación: durante la peor parte de la pandemia, los niños sordos no podían asistir a clase y, cuando empezaron las clases de idioma de signos, los alumnos no podían usar mascarillas. En su lugar, usaban un protector facial de plástico transparente.

Otro aspecto a considerar es el hecho de que la pérdida auditiva afecta más a los países pobres. Según la OMS, casi el 80% de las personas con dificultad de audición vive en países de ingresos bajos y medianos. También, el acceso a los cuidados del oído y la audición son más limitados en esos países: “Por cada millón de habitantes, el 78% de los países de ingresos bajos cuenta con menos de un otorrinolaringólogo, el 93% tiene menos de un audiólogo y solo el 50% dispone de, al menos, un maestro para sordos”.

Los niños sordos en Guinea Ecuatorial

La situación de los sordos en África, que hemos descrito, se aplica de lleno a Guinea Ecuatorial. Sobre todo, en las regiones del interior sigue extendida la creencia de que las madres, de quienes sufren esta condición, fueron hechizadas durante el embarazo y, por tanto, el recién nacido está maldito. Esta creencia es aceptada por todos, incluidas las familias afectadas, que tienen que soportar ese lastre durante toda la vida, especialmente la madre y el niño sordo.

Guinea Ecuatorial no ha firmado ni ratificado la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Sin embargo, la vigente Ley General de Educación, aprobada en 2007, prevé la prestación de oportunidades educativas al colectivo de la población nacional afectado por alguna discapacidad. Esta previsión no ha tenido efecto, en cuanto a los sordos se refiere, como queda manifiesto por las palabras de Santiago Bivini Mangué, secretario General de la Comisión Nacional de Guinea Ecuatorial para la UNESCO: “Aunque existe un marco jurídico sobre la educación especial y la atención a Necesidades Educativas Especiales, no hay evidencia de que existan mecanismos institucionales y operaciones para su implementación”.

Quince años después de la entrada en vigor de la Ley General de Educación, todavía no existe una guía pedagógica para el desarrollo curricular de Educación Especial, y la mayoría de las instituciones se apoyan en las guías de Educación Regular.

Según Unicef, en 2015, en Guinea Ecuatorial solo el 2% de los maestros para población con necesidades educativas especiales contaba con un nivel técnico en dicha educación; y las conclusiones de una encuesta, llevada a cabo por la misma organización en 76 centros concluye que el 90% de los maestros tienen dificultades para atender a alumnos con necesidades educativas especiales.

Ninguno de los tres centros educativos para sordos que hay en el país ha sido creado por la administración ecuatoguineana. Todos ellos son el resultado de iniciativas privadas. Bata, la ciudad más poblada del país, se beneficia de dos de los dichos centros: La Fe y Manos Felices, que es el más antiguo y el único en la zona continental hasta 2013. El tercer centro está situado en Malabo, y es iniciativa de la Cruz Roja.

En cuanto a la constatación de que la pérdida auditiva afecta más a los países pobres, en el caso de Guinea Ecuatorial, el Índice de Transformación Bertelsman afirma que no hay estadísticas recientes de pobreza disponible. Sin embargo, el Banco Mundial informa de que la tasa de pobreza, en 2006, fue del 76%; y en 2015, solamente uno de cada cuatro recién nacidos fue inmunizado contra la poliomielitis y el sarampión, mientras que uno de cada tres fue inmunizado contra la tuberculosis. La rubéola, la meningitis y el sarampión pueden originar pérdida de audición y la mayoría de ellas podrían prevenirse mediante vacunación, según la OMS.

El empeño de una mujer tenaz

Pilar Bilogo comenzó y colaboró durante algunos años con Manos Felices, el centro para sordos más antiguo del país. Ya tenía 26 años cuando recibió una invitación para seguir formándose en Nicaragua, donde la comunidad sorda goza de una situación ventajosa.

A su regreso, Bilogo funda La Fe, un centro que ofrece servicios diferentes a los que ofrecen los centros ya existentes: abarata los costes de matrícula, abre la puerta a la docencia para alumnos con otras Necesidades Educativas Especiales y se convierte en el primer centro educativo del país en aceptar a alumnos sordos mayores de siete años, sin formación previa en lengua de signos. Bilogo es consciente de la importancia de educar a los niños desde una edad temprana, cuanto antes mejor. Pero sabe también que no admitir a los mayores de 7 años es privarles de cualquier oportunidad educativa, algo a lo que ella se resiste. Pero esto le trae serios problemas: muchos alumnos no pueden asumir el pago de la matrícula. Sin esta colaboración económica por parte del alumnado el centro La Fe estaría en peligro. Pero Pilar Bilogo continúa aceptándolos, consciente del desamparo de estos niños: “Hay un motivo por el que sigo aceptando estudiantes, en clase, y niños, en casa: el abandono familiar y el aislamiento que sufren los menores con sordera en mi país”. De hecho, seis niños con discapacidad auditiva y otro, mudo, con trastorno mental viven con ella y con sus hijos. A estos los alimenta, viste y educa sin ningún tipo de apoyo.

Para remediar el tema del pago de las cuotas, Bilogo intenta sensibilizar a los padres haciéndoles ver que esos niños, “inútiles” en sus casas, son capaces de hacer de todo, de ser uno más en la sociedad. Para ello es fundamental que la familia los acepte y que tenga acceso al lenguaje de signos, que se les integre en la vida de la comunidad y que, tanto la familia como la comunidad, superen los prejuicios que les atañen.

Como en el resto de los centros urbanos, en Bata, los jóvenes sordos tienen más opciones para acceder a la educación que en las zonas rurales del interior. Estos últimos sufren mucho más que en las ciudades las consecuencias de no tener una escuela a la que acudir y donde aprender a comunicarse. El aislamiento total puede ser desastroso, afectando tanto a nivel educativo como a la salud mental. Al no desarrollar un lenguaje adecuado y no acceder a la educación, pueden convertirse en adultos socialmente desintegrados, solos y aislados, desempleados, con el riesgo de desarrollar depresión y, en casos más graves, trastornos mentales.

Por esto, Bilogo sueña con construir un internado. “Mi idea -nos dice- es que haya 50 alumnos que vivan allí permanentemente, y que el resto acuda a clase y vuelva a casa cada día. Para ello, necesitamos dormitorios, cocina, clases, comedor, salas de actuación, iglesia y varias aulas complementarias para enseñar costura, informática u otras disciplinas útiles”. El terreno le ha sido ofrecido por la madre de uno de sus alumnos, pero, desgraciadamente, sigue baldío. Esperemos que ese sueño pueda hacerse realidad.

La concienciación sigue siendo una de las prioridades de Bilogo, que imparte cursos de lengua de signos a fin de ofrecer una formación a las personas oyentes. Durante el taller, se enseña el alfabeto en lengua de signos de Guinea Ecuatorial; también se enseña las diferencias entre lenguaje de signos, en función de los países, y las palabras y frases básicas para comunicarse con personas sordas. Este taller está abierto a todos los públicos, pero va dirigido especialmente a futuros profesores, familias de personas sordas y trabajadores del Centro Cultural.

Otra de las actividades de esta mujer incansable es la de acercar los libros a menores con sordera: mientras que uno de sus colaboradores lee el libro en voz alta, generalmente un cuento, ella los expresa en lenguaje de signos ante los niños sordos que siguen con suma atención.

Finalmente, año tras año, suele celebrar, en colaboración con otros centros, el Día Internacional de la Diversidad Funcional, con diversos actos con los que concienciar a la población de Bata de los derechos culturales de las personas con discapacidad. En la celebración de este día, en 2018, los alumnos del colegio de sordomudos La Fe, con alumnos del colegio Español, realizaron actividades conjuntas para fomentar la inclusión y romper las barreras comunicativas. Además, los alumnos del taller de lengua de signos ejecutaron un recital de poesía en dicha lengua, finalizando con una muestra de danza con bailarines sordos y oyentes.

Pilar Bilogo sufre a veces desánimo ante este remar a contracorriente en soledad, y hasta siente la tentación de abandonar… pero sabe bien que no puede hacerlo porque su trabajo es indispensable para tantos niños sordos que dependen de ella para poder llevar a cabo una vida digna.

Bartolomé Burgos

– Fuentes:

  • – Planeta futuro, El País, 12 de mayo 2022
  • – La profesora Pilar Bilogo, Cooperación Española, Cultura Bata
  • – Celebración del Día Internacional de la Diversidad Funcional, CCE Bata
  • – Los niños Brujos de África, XLSeman

Autor

  • Burgos, Bartolomé

    Bartolomé Burgos Martínez nació en Totana (Murcia) en 1936. Sacerdote miembro de la Sociedad de Misiones de África (Padres Blancos), es doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, 1997. Enseñó filosofía en el Africanum (Logroño), en Dublín y en las ciudades sudanesas de Juba y Jartum. Fue fundador del CIDAF (Centro de Información y Documentación Africana) a finales de los setenta, institución de la que fue director entre 1997 y 2003.

    Llegó a África con 19 años y desde entonces ha vivido o trabajado para África y ha visitado numerosos países africanos. De 2008 a 2011 residió en Kumasi, Ghana, donde fue profesor de filosofía en la Facultad de Filosofía, Sociología y Estudios Religiosos de la Universidad de Kumasi. Actualmente vive en Madrid y es investigador de la Fundación Sur.

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