“Ser un buen escritor es complicado”, por Nuno Cobre

6/05/2016 | Bitácora africana

Reseña literaria de AMERICANAH de Chimamanda Ngozi Adichie (3) de (3)

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Nacer negro por tanto puede ser muy duro, aunque también hay bastantes matices, distintos niveles y clases sociales dentro del mundo negro, aunque la dificultad para progresar parecer estar siempre latente independientemente del status social. En este sentido, el libro dirá que en un país como Nigeria se entenderá que se pueda emigrar para huir de la guerra y de la pobreza; pero muchos (tanto blancos como muchos negros) no entenderán la angustia que crea el letargo opresivo motivado por la falta de oportunidades que también sufre la gente “normal”. Vendría a ser algo así, como el desespero de la clase media. Muchos no entenderán en efecto, que gente que fue bien alimentada trate de “huir” a otro país. Los incrédulos ignoran que este segmento de la sociedad fue criado al fin y al cabo en una insatisfacción motivada por la falta de salidas a la hora de la verdad, lo que les obligó a mirar a otro lado, y adquirir la creencia de que la vida verdadera ocurría en otro sitio, y por eso estaban dispuestos a asumir riesgos peligrosos como marcharse para buscar oportunidades y certidumbres en un mundo desconocido.

En otro orden de cosas, Americanah es una novela que también se ríe de los topicazos sobre África y por extensión sobre los negros. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos escuchado eso de “las mujeres etíopes son guapísimas”?. O eso de, “espero que no mates a mi perro con vudú”. O el otro topicazo a la hora de recomendar siempre el mismo libro africano, por supuesto, hablamos de Things Fall Apart (Todo se desmorona), el súper clásico de Chinua Achebe.

Dentro de todo este conglomerado racial reflejado en Americanah, la figura de Obama juega un papel primordial. En efecto, la aparición del candidato Obama a la presidencia y sus posibilidades reales de convertirse en presidente de los Estados Unidos, hizo que muchos negros viesen la luz por primera vez en sus vidas.

Y es que como muy bien indica la novela, el hecho de que exista racismo e injusticias no ha provocado el nacimiento de la “Liga Unida de los Oprimidos del mundo”, que vendría a ser ese segmento de la sociedad repleto de contradicciones y factores humanos, incluido el racismo. Pero Obama venía a establecer justicia social. Y por primera vez muchos ‘apartados de la sociedad’ creyeron que el cambio era por fin, posible.

Cambios que se estaban originando en los EEUU. Pero además de este país, como se ha dicho Nigeria también juega un papel destacado en la novela. Americanah proporciona una buena radiografía crítica de este país. A medida que uno va leyendo páginas y páginas, va sabiendo más del pueblo nigeriano. Así, se dice en la novela que los nigerianos tienen confianza en sí mismos pero no dignidad, que deberían reír menos y resolver más los problemas. La capital de Nigeria, Lagos, tampoco sale digamos del todo bien parada y se la retrata más bien como un nicho de corrupción. Se dirá que es “una ciudad de transacciones”, lo que se da se ofrece siempre esperando algún beneficio a cambio, ‘acuerdo’ que afecta también claro, a las relaciones. En Lagos en definitiva, deambulan muchos hombres y mujeres, poseedores de grandes cantidades de dinero de origen dudoso. En Nigeria impera asimismo la mentalidad de la escasez, “imaginamos que incluso las cosas que no son escasas, son escasas”.

Otros aspectos más sociológicos ayudan a comprender la dialéctica entre los Igbos y los Yoruba, las secuelas de la guerra de Biafra y más detalles que parecen llevarlo a uno sobre una de esas okadas (motos para alquilar en Nigeria) a la vez que va comiendo “ube” (batata) y añadiendo de vez en cuando una ‘o’ al final de todas las palabras, “good morning o” (algo que se da en el Oeste de África, sobre todo en Liberia)

El aspecto racial por supuesto, volverá a dominar la mayoría de las páginas, hasta el punto de que algunas partes pueden reflejar tal vez un exceso de sensibilidad, un sobre análisis de la sociedad estadounidense, un excesivo complejo al fin y al cabo por parte del narrador (y por extensión de Chimamanda Ngozi Adichie)

Llega un momento que tanta “obsesión” puede cansar, aunque como más o menos viene a decir la protagonista, “no es que seamos pesados con esto, es que el jodido racismo se sigue dando y mucho, todos los días”.

Por otro lado, como se ha dicho antes, el blog de Ifem, su faceta literaria, es también un aspecto central de la novela, una herramienta que como no, versará fundamentalmente alrededor del componente racial. Me pareció interesante descubrir como Ifem (Chimamanda) se organizaba para escribir sus posts. Por ejemplo, nos dice que cada vez hablaba más con extraños para tener más temas de conversación. Revela a su vez que a la hora de redactar ciertos posts, lleva a cabo primero una investigación. La literatura juega por tanto un papel fundamental en la novela y es que al fin y al cabo, en muchos aspectos, Ifem viene a ser Chimamanda. Por eso se comentan asuntos relacionados con los libros. Por ejemplo, se critica el hecho de que la gente pregunte de qué va una novela, “como si una novela tuviese que tratar tan solo de una cosa”.

Cambiando de asunto, destaco el hecho de que como hacen muchos escritores enmarcados en la cultura anglosajona, Chimamanda agradece las ‘ayudas’ que recibió para escribir el libro (detalle que escasea en la cultura hispana) Así, Chimamanda combinará el inglés con “su lengua” para agradecer el apoyo (aparte de las dedicatorias del principio) “this book: Ike Anya, oyi di ka nwanne; Louis Edozien and Chinakueze Onyemelukwe”

Algo que me gustaría señalar, es que Americanah supuso mi primera experiencia con el libro electrónico. He decir que de manera general, me gustó mucho más de lo que esperaba, incluso en determinados momentos llegué casi a experimentar esa sensación íntima y cuasi erótica que el tacto y la complicidad de un libro de papel provoca. El libro electrónico puede ser mejor que el de papel a la hora de retener datos, adecuar el tamaño de las palabras etc. pero a pesar de todo sigo prefiriendo definitivamente el libro de papel y su inexplicable ligazón.

En definitiva y volviendo a Chimamanda Adichie, famosísima escritora ya gracias a obras como Purple Hibiscus (La flor púrpura) o Half of a Yellow Sun (Medio sol amarillo) o la comentada en este reseña, Americanah (que recibió varios premios de renombre) aún tiene que madurar mucho como escritora desde el punto de vista técnico para poder seguir la estela de los grandes escritores. Sólo el tiempo dirá si lo consigue.

Original en : Las Pameras Mientan

Autor

  • Sin que nadie le preguntase si estaba de acuerdo, a Nuno Cobre lo trajeron al mundo un día soleado del Siglo XX. Y ya que estaba por aquí, al hombre le dio por eso que llaman vivir.

    Sin embargo, durante mucho tiempo creyó Nuno que el mundo era sólo eso, sólo eso que se presentaba de manera circular y hermética ante sus ojos. Se asfixiaba. A veces. Pero algunos viernes o lunes por la mañana, una vocecita fresca y lejana le decía que habían otras cosas por ahí, que debían haber otras cosas por ahí.

    Y un día Nuno Cobre salió y se fue a la Universidad, y un día siguió viajando y al otro también, y al otro, mientras iba conociendo a gente variopinta y devorando libros sin parar… Entonces descubrió con un cierto alivio que no estaba solo. Que habían más. Cuando llegó la hora de elegir, Cobre decidió convertirse entonces en viajero sólido y juntaletras constante, pero quería más, un más que venía del Sur. Y fue así como el latido africano empezó a morderle tan fuerte que una noche abrió la puerta del avión y se bajó en un país tropical. África.

    Los temores. Llegó con cierto temor a África influenciado por la amarilla información occidental ávida de espectáculos cruentos y de enfermedades terminales. Y resultó que en lugar de agitarse, a Cobre se le olvidó la palabra nervios a la que empezó a confundir con un primo lejano. Y así fue como se llenó de paz, tiempo y vida.

    Tras varios años en África, Nuno Cobre sólo aspira a lo imposible: vivir todas las experiencias mientras le da a la tecla, a los botoncitos negros del ordenador que milagrosamente le proyectan un nuevo horizonte cada día.

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