Ser joven en Argelia: Son tiempos de extremos y paradojas

18/03/2009 | Crónicas y reportajes

El corazón de los jóvenes de Argelia se debate entre la esperanza y la desesperanza. Estos jóvenes sueñan con grandes hazañas y luchan por conseguirlas. No tienen miedo a nada. Ni de las patrullas de los guardacostas que persiguen a los inmigrantes ilegales, ni de los gendarmes o policías que siguen el rastro de los fanáticos suicidas. Y mucho menos de la mirada hosca de los conservadores ofendidos por el libertinaje y la consumición de sustancias ilícitas.

Viven sus esperanzas con la misma fuerza con la que contienen su desesperanza. Violencia, desempleo, marginación social, emigración clandestina, terrorismo, pérdida de referencias… Algo que puede motivarles tanto a adquirir una energía desbordante como llevarles a una consternación creciente. Son el tema central de la actualidad. Pero hemos tenido que esperar a que expresaran su presencia por medio de la violencia y la muerte para que escuchemos discursos sobre su condición por parte de nuestros dirigentes. Discursos que no han sabido mostrar la gravedad de la situación, ni proponer los medios para salir de ella. Si embargo, quizá marquen el comienzo del despertar…

En esta Argelia donde viven cerca de 36 millones de personas, las distancias entre las diferentes clases sociales no deja de aumentar, y la mejor manera de constatarlo es acercándonos a los jóvenes. En la capital, donde se concentran argelinos que provienen de todos los puntos del país, es muy fácil darse cuenta. Basta con afinar el oído y abrir los ojos para captar las diferencias que separan un grupo de otro.

Grupos que viven en la misma sociedad pero que no comparten las mismas realidades, las mismas preocupaciones, ni siquiera una cultura única con límites claros. Cuando nos fijamos en el ocio de los jóvenes, esta constatación simple adquiere proporciones impresionantes.

Los que no han optado por las vías extremas de la emigración clandestina o el terrorismo expresan sus titubeos entre la esperanza y la desesperanza de otro modo. Su manera de pasárselo bien es significativa, tanto si son ricos como pobres o si provienen tanto de familias conservadores como modernas.

La Tribune emprendió la tarea de ir en busca de algunos de los diferentes grupos. Y para hacerlo, ha sido preciso esperar que cayera la noche… pues muchos esperan este momento para aprovechar la despreocupación de su edad. Aunque sus calles estén desiertas por el día, durante la noche Argel se mueve con el ritmo de una vida insospechable. En las discotecas de la capital, los jóvenes olvidan sus penas en el alcohol, cuyo consumo se ha banalizado, al ritmo desenfrenado de la música, de cuerpos que bailan para evadir todas las preocupaciones que pesan sobre su deseo de libertad. Jóvenes que presentan semblantes llenos de esperanza cuando están en la facultad o en el trabajo, pero que adoptan actitudes que denotan desesperanza cuando cae la noche en estos locales donde beben y ríen sin cesar para ocultar un desamparo innegable.

Otros jóvenes viven la noche de Argel de otro modo, algunas veces fumando marihuana en torno a un juego de cartas o de dominós en algún rincón de Bab El Oued, Bachdjarah o incluso Birkhadem. Jóvenes que engañan a su desesperanza para guardar mejor la esperanza del cambio. Otros se quedan tranquilamente en casa. Para éstos, o quizá sería mejor decir para éstas, la juventud es un concepto vago que no se resiste al peso de las tradiciones. La situación no se puede reducir sólo a estos ejemplos pero todo habla de la misma problemática.

Los jóvenes dudan y vacilan entre esperanza y desesperanza, incluso si no tienen los mismos modelos culturales. Modelos que cambian de una categoría a otra. Algunos toman como referencia Occidente mientras otros se dejan influenciar por Oriente.

Asimismo encontramos a los que encuentran un término medio. ¿Es normal que en un mismo país haya jóvenes con referencias culturales tan diferenciadas e incluso opuestas? En vista de la dinámica de globalización actual, ¿se podría hablar de un modelo social argelino, con sus modelos y referencias?

La situación actual del país ha provocado que muchos jóvenes opten por la emigración, tanto clandestina como regulada. Otros han decidido poner en práctica la expresión “a mal tiempo buena cara” y han intentado buscarse la vida en Argelia mientras otros se encuentran todavía inmersos en la inercia y ni siquiera tienen la posibilidad de poder dudar entre esperanza y desesperanza…

Por Fella Bouredji

Publicado en La Tribune, Argelia, el 12 de marzo de 2009.

Traducido por Laura Betancort, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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