Senegal : Jaque Mate a la Soberanía Alimentaria, por Antonio Molina

26/11/2009 | Bitácora africana

La FAO y muchas ONG’s, que se ocupan de desarrollo sostenible, proclaman a los cuatro vientos, que uno de los problemas fundamentales para solucionar el hambre en el mundo es que vada pueblo o país consiga la SOBERANÍA ALIMENTARIA: O sea que produzca los víveres suficientes para alimentar a su población.

Esta es una meta que se puede alcanzar en la mayoría de los casos, excepto cuando intervienen catástrofes naturales como inundaciones o sequía, o conflictos armados que impiden que los agricultores cultiven sus campos. Pero sin que esto acontezca, a veces las cosas se complican, como está pasando actualmente en el Senegal.

EL PROYECTO DEL GOBIERNO

Después de la crisis alimentaria del año 2008, el gobierno senegalés tuvo, lo que a primera vista parece una idea razonable, que el país cultive y consuma su propio arroz en lugar de seguir importando millares de toneladas de Asia. Esto formaba parte de un plan mucho más amplio, para lograr la autosuficiencia alimentaria con la producción local.

El ímpetu por el cambio se impuso a causa de la crisis alimentaria, que hizo que el precio del arroz asiático importado se pusiera por las nubes. Es desde entonces que el gobierno ha estado promocionando el arroz nacional, para depender menos de las importaciones agrícolas. Gracias a dios ha habido buenas cosechas, pero este arroz todavía no se ha vendido. ¿Porqué?

Las explicaciones van desde el sabor hasta el prestigio social y sobretodo el legado del colonialismo. Me explico: Los franceses destinaron Senegal al cultivo del cacahuete, llegando a ser el primer productor mundial. Pero este monocultivo se extendió sacrificando a los cereales tradicionales como el mijo y el sorgo, base de la alimentación de las gentes del Sahel. Para remplazarlos los técnicos agrícolas introdujeron el arroz asiático de Indochina y Thailandia. Se trata de arroz quebrado y aromático thai (basmati) de última categoría.
Sea cual sea la razón, el gobierno está ahora calculando cómo promocionar el arroz nacional y espera no tener que importar ninguno de los alimentos básicos para el año 2012. Parece que no va a ser fácil alcanzar este objetivo. El año pasado, más de las tres cuartas partes de las 800.000 toneladas de arroz consumidas por los senegaleses fueron importadas de Asia.

A pesar de la propaganda oficial y la mejor calidad objetiva de las simientes escogidas por el Ministerio de Agricultura, los senegaleses continúan diciendo: “Arroz nacional, no gracias.” Aquí es donde la cuestión se torna peliaguda, pues muestra la fuerza de la rutina y del paladar, para cambiar los hábitos en la alimentación. Caso parecido conocí yo en Burkina Faso, cuando se empezó a introducir el mijo rojo americano, llamado el mijo rápido, pues su ciclo de cultivo es de dos meses en vez de los cuatro meses del mijo blanco tradicional, expuesto a faltarle la lluvia en el momento de la granazón de la espiga. Pues a pesar de ese riesgo, los campesino siguen sembrando el mijo blanco tradicional. La memoria gustativa es difícil de modificar, aún cuando se trata de sobrevivir. Los pobres también tienen sus caprichos y manías…

UN CASO ENTRE MIL

Mame Cuma Tanyigora es propietaria de un restaurante al pie de la carretera que atraviesa un populoso barrio con mucho tráfico. Ella prepara casi todos sus platos del menú a base de arroz. Uno acompaña el buen pescado fresco, comprado por la mañana en la playa al regreso de los pescadores, otro plato es de arroz blanco que lleva pollo Yassaa en salsa de cebollas con limón, no podía faltar el famoso “arroz gordo”, porque lleva salsa de manteca de cacahuetes tostados, ¡una delicia!…

Le preguntamos qué clase de arroz utiliza y nos responde, frunciendo el ceño: “Yo gasto unos 6 kilos de arroz diarios y prefiero el arroz importado de Asia, ese arroz quebrado y aromático de Thailandia. El arroz nacional del valle del río Senegal hay que tamizarlo y ponerlo a remojo durante unas tres horas.”

Pero ella misma nos dijo que su madre y su hermana sí lo comen, ellas dicen que es más fácil de digerir y mejor para la salud, porque contiene menos azúcares. Eso puede ser verdad o no, pero el caso es que en muchos comercios no se encuentra arroz senegalés.

LOS COMERCIANTES

Ahmed Mbaye no almacena arroz senegalés en su super de alimentación, situado en una esquina de Grand Dakar, pero los sacos de arroz thailandés de color rosa, azul o verde se alinean a la entrada del almacén. Y explica: “Sólo vendo arroz thailandés. El que se cultiva en este país, nadie lo quiere comprar.”

Según los últimos cálculos oficiales, discutidos por algunos productores, la cosecha de este año alcanzará unas 508.500 toneladas, un 25% más que en 2008. Razón tiene el ministro de Agricultura al decir que para 2012 no se importará un solo grano de arroz. Afirma: ”Antes la calidad dejaba que desear, pero los agricultores del norte han trabajado duro para mejorar la calidad e incluso una parte de la cosecha es de arroz quebrado, como les gusta a los hogares senegaleses, para hacer platos tradicionales con salsa.”

Según el diario pro gubernamental LE SOLEIL, el ministro para la Seguridad Alimentaria quiere establecer almacenes especiales en los pueblos para vender exclusivamente arroz senegalés.

En Ghana, el arroz nacional también estaba mal considerado. Pero una campaña del gobierno tuvo gran éxito: Los posters mostraban al presidente Kufuor comiendo arroz local.

CONCLUSIÓN

Hay esperanza. En Grand Dakar, Fanta Diarra ya está conquistada. Esta joven de 21 años está casada con un hombre de San Luis, en el norte del país, donde se cultiva el arroz. Dice: “El arroz de nuestra región es buena, todo el mundo lo consume en el valle del Senegal. Sólo tienes que saber prepararlo, ponerlo a remojo durante dos o tres horas y cocinarlo durante 45 minutos. Este es el secreto.” Cuando vaya de visita a Senegal, por favor, pida arroz local.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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