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Inicio > Bitácora africana > ![]() Bajo Erro, Carlos Ciberactivista, periodista y amante de las letras africanas. Cofundador de Wiriko. Licenciado en Periodismo (UN), postgraduado en Comunicación de los conflictos y de la paz (UAB) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Es coautor del ensayo Redes sociales para el cambio en África (IV Premio de Ensayo Casa África). Sus ámbitos de interés y de estudio son la comunicación, las TIC y la literatura. Responsable de las áreas de Comunicación y de Publicaciones y coordinador de la sección de Letras del Magacín. Colaborador de Africaye. Fuente: WirikoSembène y la revuelta de la dignidad, por Carlos Bajo 16 de septiembre de 2021. Despedimos la temporada de Letras de la mano de uno de los grandes, de los más grandes, que no va a ayudar a sobrellevar un verano que promete volver a ser, al menos, raro. Durante los últimos meses hemos tenido excusas para hacer varias recomendaciones de los últimos lanzamientos de autoras y autores africanos en español y hemos dejado para el final uno de los que más ilusión nos ha hecho. Que Los trozos de madera de Dios, de Ousmane Sembène no estuviese traducido y al alcance de los lectores hispanohablantes era una afrenta injustificable para la literatura, en general. Afortunadamente, la editorial Txalaparta ha cubierto este vacío. Ahora nos llega esta novela imprescindible del autor senegalés, más conocido por ser una de las figuras ineludibles del cine en el África al Sur del Sahara. Los trozos de madera de Dios es una obra necesaria tanto por el fondo como por la forma. Sembène construye un relato completamente magnético sobre un momento fundamental en la historia contemporánea de África Occidental y lo hace desplegando unas habilidades narrativas poco comunes que además pone al servicio de la sensibilización para construir una sociedad más justa. Una reseña de Los trozos de madera de Dios es una operación insignificante, porque lo que merece esta novela es ser mirada con lupa, subrayar la mayor parte de sus párrafos, fijarse en el estilo, en el lenguaje, en las descripciones o en cómo Sembène construye con mimo unos personajes completos y diversos. Precisamente ahora Los trozos de madera de Dios conserva una vertiginosa actualidad. Con matices, los episodios que el narrador senegalés ubica en la huelga de ferroviarios de 1947 tienen notables paralelismos con la ebullición social que el país de África Occidental está experimentando en los últimos meses: la reivindicación de mejoras laborales, económicas y sociales, incluso, la exigencia velada de un papel en la constricción del futuro a través de la política; la denuncia del colonialismo (de la persistencia de los lazos de dependencia en el caso de las recientes manifestaciones) y la reclamación de soberanía; pero también el ambiente de esa juventud comprometida hasta las últimas consecuencias, la brutalidad policial o las manipulaciones de las clases acomodadas (francesas o africanas). En octubre de 1947, los ferroviarios responsables de construir, mantener y utilizar la línea de tren entre Niamey (Níger) y Dakar (Senegal), una de las principales infraestructuras de la colonia, se pusieron en huelga. El paro se extendió desde Bamako hasta Dakar por toda la línea ferroviaria como si se tratase de un reguero de pólvora o de un cordón umbilical que unía a los trabajadores sometidos por el poder colonial la margen de sus culturas y sus etnias. Durante cinco meses mantuvieron la resistencia y el pulso, haciendo frente a la violencia directa de los soldados y los manejos y las manipulaciones de los administradores, a los golpes y al hambre. La huelga de los ferroviarios fue uno de los episodios que hizo aflorar el conflicto social y fue construyendo las condiciones para la independencia que llegaría en 1960. El episodio histórico ya es, por sí mismo, suficientemente atractivo, pero Ousmane Sembène convierte el escenario de un relato fascinante a través de mecanismos que demuestran su habilidad como narrador. Los trozos de madera de Dios, se desarrolla en simultáneamente en tres escenarios, Bamako, Thies y Dakar, cosidos por la vía del ferrocarril pero también por las relaciones entre los personajes que se van desplegando como un coro a través de sus acciones y de sus conversaciones. El escritor y cineasta senegalés tiene claro cuál es su lugar en el choque entre los huelguistas y la administración colonial encarnada en la dirección del ferrocarril, y no tiene ninguna intención de ocultárselo a las y los lectores. La primera descripción de Dejean, director de la oficinas de Thies del ferrocarril es suficientemente gráfica:
Mientras la figura de Ibrahima Bakayoko, el indudable líder de la movilización, se va acrecentando con su misteriosa ausencia. Durante una buena parte del relato, Bakayoko es solo una referencia de otros personajes que van mitificando el personaje a través de comentarios de respeto y admiración. Su aparición, cerca del final del relato, confirma una figura mesiánica con una presencia y un discurso que se impone por sí solo, sin aspavientos. Aparece primero como un fantasma durante la noche en casa de Bakary uno de los viejos militantes del sindicato:
Y poco más tarde emerge discreto y modesto entre la multitud en una de las reuniones de la negociación por la huelga:
Pero lo que más marca el estilo de la narración de Sembène es su enfoque cinematográfico que permite que las acciones que relata tomen forma en la cabeza del lector, que los personajes empiecen a moverse al ritmo de unas descripciones detalladas y dinámicas y que la espectadora se pueda sentir rodeada de la escena, casi protagonista, un mecanismo fundamental cuando lo que se quiere es transmitir ideas, como ocurre en el caso del Sembène más militante, político y comprometido. El comienzo de la huelga es casi una coreografía en prosa:
Y la primera de las cargas de los soldados, parece una sinfonía de confusión:
Los trozos de madera de Dios, desborda elementos narrativos sorprendentes, una visión tremendamente cinematográfica que ayuda a conectar con el relato y que angustia en medio de las penurias de la historia. Pero desborda igualmente, ideas, conceptos, enseñanzas. Rezuma el sueño de liberación, la dignidad de los sometidos, la firmeza de los humildes, la determinación de los oprimidos; desprende el horizonte de la unidad de los pueblos, en este caso, de un panafricanismo que une a las culturas de África Occidental contra un sistema injusto; y apuntala una realidad que a pesar de ser un ejercicio de justicia, no deja de ser una reivindicación adelantada a su tiempo: Sembène reclama sistemáticamente el papel de las mujeres en esta revuelta, en la mayor parte de los casos como la retaguardia necesaria para mantener la huelga; las mujeres que hacen malabarismos para seguir alimentando a las familias de los obreros parados, pero no solo. Sembène también visibiliza a las mujeres de la primera línea, dispuestas a todo, tan decididas o más que los ferroviarios. La mujer que le advierte a su marido que le castrará si abandona la huelga antes que lo demás o la que moviliza y organiza a las vendedoras:
Sembène sabe que en este Los trozos de madera de Dios está relatando un episodio histórico, no solo en el proceso de descolonización, sino el final de una época:
Carlos Bajo Erro Original en: Wiriko
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