Seis días que estremecieron Senegal, por Omer Freixa

27/04/2021 | Bitácora africana

senegal_bandera-2.jpg El arresto de una figura opositora desató una ola de protesta social con un nivel inusitado de conflictividad en un país que se jacta de su estabilidad democrática y es considerado un modelo regional

Senegal fue foco a comienzos de marzo, claro que con la velocidad lenta de las noticias que circulan sobre África en general. Un movimiento de protesta, al que el gobierno acusó de contar con determinada organización y de perfilar incitación al terrorismo, irrumpió como nunca en todo el país pero con mayor animosidad en las calles de Dakar, la capital, y en el sur de esta excolonia francesa habitada por poco más de 16 millones de personas. Si bien en 2012 se vio una oleada de descontento importante con motivo de las elecciones presidenciales de febrero, esta vez la intensidad de los hechos fue bastante mayor.

El descontento comenzó con el arresto del diputado y líder opositor Ousmane Sonko, quien fue acusado de perturbar el orden público en ocasión de ir a declarar a un tribunal por una denuncia de violación y amenazas de muerte que se le sigue tras ser inculpado por una empleada de un salón de masajes de Dakar a principios de febrero. Se lo mantuvo bajo custodia policial y el acusado denunció que todo esto no se trata más que de un complot para derrumbar su carrera política e impedirle ser candidato presidencial en 2024, siendo la denuncia de la joven masajista Adji Sarr una falacia, según explicó. Por su parte, el presidente Macky Sall negó el complot en contra de Sonko. La popularidad de este diputado opositor crece y, al respecto, debe recordarse que quedó tercero en las elecciones presidenciales de 2019.

La movilización generó los efectos vistos en otros contextos críticos de países de África en protesta, como restricción de acceso a redes sociales y de Internet a medida que la protesta recrudecía. Multitudes lanzadas a las calles, en las cuales destaca el grado de participación de las juventudes, es otra característica importante y distintiva de la movilización popular que se ensañó con medios oficialistas, como el del mundialmente reconocido cantante y excandidato presidencial Youssou N´Dour, afín al gobierno según el bando adherente a Sonko, además de la destrucción de locales comerciales, edificios públicos y otros en el marco de una Dakar convulsionada y casi paralizada, con objetivos franceses en la mira, además. Sin embargo, mucha población marchó en forma pacífica.

Según el gobierno, el balance de muertes ascendió a cuatro, la oposición indicó, en contraste, trece junto a 600 personas heridas, y fuentes periodísticas diversas reportaron que sus corresponsales sufrieron intimidación y agresiones cubriendo las protestas. El malestar se extendió casi una semana, hasta el lunes 8 al trascender la noticia de la liberación del jefe del partido Pastef (por su sigla en francés) aunque no sin custodia judicial, con ciertas condiciones como la confiscación de su pasaporte. No obstante, calma mediante, la oposición convocó a nuevas marchas. Sall decretó el 11 de marzo jornada de duelo nacional por las muertes ocurridas entre los días 3 y 8.

Renovación política

Sonko es un político algo más joven que el presidente Sall, 46 años frente a 59. Esta comparación refleja un componente básico de la protesta y una realidad que se repite a menudo en el ciclo de protesta presente en varios espacios africanos. Se da cierta renovación generacional, como en el caso de Uganda, cuando en las elecciones del pasado 14 de enero un veteranísimo Yoweri Museveni fue por todo y, con sus 76 años y 35 en el poder, se impuso en las urnas frente al joven músico y político Robert Kyagulanyi (más conocido por su popular pseudónimo artístico Bobi Wine) con 38 años entonces, quien impugnó los resultados y fue arrestado una vez más.

Sonko agrega una prédica más desafiante y rupturista, un discurso anticolonial y panafricanista, apuntando a visibilizar los lazos de dependencia todavía presentes con la exmetrópoli, la cual, por caso, controla la unidad monetaria, como en el resto de países que han sido sus colonias en la región. El diputado de 46 años quien, sin embargo, durante la campaña de 2019 fue acusado de financiamiento externo y de ser simpatizante de una línea más islamista, también apunta en cooptar a las masas a partir del descontento presente tras más de un año de restricciones por la covid-19 que ha aumentado las penurias de una gran parte de la población viviendo al margen del sistema, la cual padece del paro y de pobreza, así como la que no logra encajar del todo ante un amplio esquema de informalidad económica. Es claro que Sonko está buscando proyectarse como el principal rival del presidente Sall de cara a los comicios de 2024.

Así es como este líder busca capitalizar el descontento de una franja de la sociedad que no se ve representada por una casta política más tradicional, en particular con referencia a la corrupción rampante, la que imposibilitó, por una acusación, presentarse a candidato en 2019 al exedil de Dakar, Khalifa Sall, tras ser imputado por malversación de 2,7 millones y falsedad documental, por lo que fue condenado a cinco años de prisión, pero luego exonerado mediante el perdón presidencial. Al igual que Sonko, el exintendente de la capital denunció haber sido víctima de una persecución política para dejarlo fuera de la puja electoral. El actual diputado, por su parte, es visto como una alternativa para hacer frente a los problemas profundos en Senegal de los cuales su arresto ha sido evidentemente la punta del iceberg, sumados a la deriva autoritaria presidencial que no es novedad y de la cual el arresto de Sonko es un eslabón más ante la sucesión de políticos en prisión. Este último viene sumando apoyos en un bloque contra el presidente. Khalifa Sall, por ejemplo, lo respalda.

Aspiraciones de poder

Entre 2011 y 2012, pese a la protesta desatada, el entonces presidente Abdoulaye Wade buscó un tercer mandato, también criticado por su elevad edad (85 años), objetivo que no logró tras ser derrotado por el actual mandatario, Macky Sall, quien se desempeñó como primer ministro en el gabinete del primero y rompió filas para formar su propio partido a partir de 2008. Ahora Sall es quien se ve tentado a presentarse para un tercer mandato en 2024, casi sin rivales de importancia (a excepción de Sonko), y pudiera imponer una reforma de la Constitución contra el límite de dos presidencias seguidas. Aunque falte bastante, sin embargo, Sonko ya declaró enérgicamente que hará todo lo posible para que el actual gobernante no llegue a ser candidato.

Durante la movilización de hace una década emergió con fuerza el movimiento Y´en a marre (¡Ya estamos hartos!), integrado mayormente por músicos jóvenes cansados del deterioro en las condiciones de vida y de la corrupción, y convertido en vocero legítimo de los reclamos de miles de personas, sin pedir por ello la renuncia de Wade. Algo similar ocurre ahora con la situación de Sall, quien se encuentra arrinconado por una ola de protesta que promete no cesar y de la cual Sonko se perfila como su exponente principal, con importantes réplicas en redes sociales a partir de la consigna #FreeSenegal (esta última utilizada por él al ser liberado).

Y´en a marre lanzó una gran manifestación el pasado viernes 5 de marzo presentándola como el inicio de la lucha contra el régimen de Macky Sall, proclama que confluyó con la protesta enarbolada desde el arresto del líder del Pastef. A resultas de esa convocatoria, seis integrantes del colectivo, un movimiento ciudadano también replicado en otros países africanos, como Burkina Faso, fueron detenidos. No sería una rareza volver a presenciar grandes movilizaciones populares y pacíficas velando por el respeto a la democracia en “la tierra de teranga”.

Original en: CEA Boletín

Autor

  • Historiador y escritor argentino. Profesor y licenciado por la Universidad de Buenos Aires. Africanista, su línea de investigación son las temáticas afro en el Río de la Plata e historia de África central.

    Interesado en los conflictos mundiales contemporáneos. Magíster en Diversidad Cultural con especialización en estudios afroamericanos por la Universidad Nacional Tres de Febrero (UNTREF).

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