Se reúnen los teólogos africanos

16/12/2019 | Opinión

Cristianos asesinados en Burkina y Nigeria, manifestaciones de protesta en el Congo RP, esfuerzos de hermanamiento en Centroáfrica, críticas al gobierno y a la oposición en Sudáfrica y, en todo el continente, el esfuerzo día a día por mejorar la educación y la sanidad y dar voz a los sin voz. No se puede tildar de apáticas a las comunidades cristianas del continente, ni decir que carezcan de visibilidad. A los teólogos les toca la tarea de analizar esa vivencia cristiana, articularla y auparla. Los encuentros entre teólogos ayudan en esa tarea. Cuatro de ellos, muy diversos en contenidos y asistentes, me han llamado la atención en 2019.

“El compromiso sociopolítico de la Iglesia Familia de Dios”, fue el tema del coloquio que tuvo lugar en Abiyán el 14/15 de febrero, organizado por el Instituto de Teología de la Compañía de Jesús (ITCJ) y el Instituto Católico Misionero de Abiyán (ICMA). Ambroise Mandah, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad Católica de África Occidental (UCAO) subrayó la importancia del tema: la Iglesia ha conocido éxitos en su empeño sociopolítico, pero apenas si ha cambiado la situación del continente. La Iglesia, dijo también Mandah, debe mostrarse neutral. Pero cuando habla debe hacerlo con claridad, utilizando los medios de comunicación. Se pudo leer entre líneas que el profesor pensaba en los conflictos que ha padecido Costa de Marfil. Lo mismo que Olivier Badibanga en su reacción a la noticia que sobre el coloquio apareció en el diario católico francés La Croix: “La Iglesia de África se pavonea con sus éxitos. Debiera dar prueba de más lucidez y menos autocomplacencia y narcisismo”. En el mismo coloquio intervino el profesor togolés de teología moral en el ICMA Paul Zikpi. “La presencia de la Iglesia en la esfera sociopolítica deriva de la relación inalienable entre poder político y poder religioso”. Zikpi es franciscano, y defendió el derecho de los religiosos a intervenir en lo político. De lo contrario “el religioso ya no sería gestor de la creación y portavoz de Dios”. Leyendo la reseña de la intervención, uno se creería en tierra de “Cristiandad”, aunque el teólogo franciscano también admitió que “el empeño sociopolítico de la Iglesia no es sólo responsabilidad de los clérigos, el rol de los laicos es fundamental”.

Estudiantes, emigrantes y sacerdotes fidei donum africanos hacen que África ya esté en Europa. Así que también me llamó la atención el coloquio sobre “Culturas, secularización y teología africana” que tuvo lugar en la Abadía de Maredsous (Bélgica) del 21 al 24 de mayo. Asistieron más de 150 personas: estudiantes del Instituto Lumen Vitae, sacerdotes africanos en Bélgica, misioneros y doctorandos de varias facultades de teología europeas. Lo organizó el Grupo de Investigación sobre la Teología Africana del Centro Vincent Lebbe (UC Louvain). Se estudió el lugar que puede ocupar el evangelio en una sociedad secularizada. Y aunque es en Europa donde la secularización parece irreversible, se trató ante todo del reto que supone para la Iglesia en África donde la secularización comienza a hacerse sentir.

Distinta en carácter fue la 5ª Conferencia del Círculo Panafricano de Mujeres Africanas Teólogas celebrada en la Universidad de Botsuana (Gaborone, Botsuana) del 2 al 4 de julio, coincidiendo con el trigésimo aniversario de la fundación del Círculo. El tema fue “Madre Tierra y Madre África en la imaginación religiosa”. teologos_congreso_panafricanos.gifAsistieron teólogas de 17 países africanos. En la invitación enviada a las conferenciantes se leía: “Dado que para hablar de la Tierra se utiliza a menudo el femenino, y que la opresión de las mujeres está vinculada a la de la Tierra… la conferencia desea intervenciones que estudien los lazos entre género, tierra, clase, etnia, colonialismo, globalización y medio ambiente”. Lo mismo se podía haber escrito en Madrid, París o Melbourne. Pero en la intervención que clausuró el encuentro, “African Women as Environment Freedom Fighters”, la nigeriana Yoknyam Dabale, que prepara un doctorado en la Fuller’s School of Intercultural Studies (Pasadena, California), se colocó inmediatamente en África contando las peripecias de su viaje: “A diferencia de mis homólogos occidentales, no tengo el lujo de poder viajar sin visado a muchos países, incluyendo los africanos. La aceptación de mi demanda llegó cinco horas antes de tomar el vuelo hacia Gaborone, y el visado me lo dieron en el aeropuerto”.

La cuarta reunión de teólogos que quiero mencionar ha tenido lugar del 5 al 8 de diciembre en el Bigard Memorial Seminary, Enugu, Nigeria. Ha contado con la ayuda del Centro para el catolicismo mundial y la teología intercultural de la Universidad DePaul de Chicago, y la Asociación de teólogos africanos, en colaboración con el Simposio de conferencias episcopales de África y Madagascar (SCEAM). El tema propuesto era “Qué hacer para realizar las obras de Dios”. En el objetivo del congreso se sentía la influencia del papa Francisco: “el desarrollo de prácticas pastorales que contribuyan a renovar y reformar la Iglesia Católica en África”. Y los organizadores han querido como metodología de trabajo la “African Palaver”, que en traducción libre sería el diálogo a la manera africana. Confieso que temí que todo quedara en agua de borrajas al leer que “Según los organizadores, los beneficiarios potenciales del congreso serían los teólogos, los responsables de la Iglesia y sus pastores, los estudiantes en formación para la vida sacerdotal y religiosa, los fieles laicos, los católicos africanos y otros cristianos de la Iglesia universal”. Quien mucho abarca poco recoge, dice el refrán. Y el estilo parecía copiar el buenismo idealista de algunos documentos del Vaticano. No fue así, o no del todo. Los congresistas mostraron su deseo de reforma dando la palabra, entre otros, a la Hermana keniata Mumbi Kigutha, de la congregación de la Preciosa Sangre, que advirtió a los católicos africanos: “Si queréis liderar [en la reforma de la Iglesia] tenéis primero que limpiar la casa de todo abuso”. Y recordó a los asistentes lo poco que se había hecho desde que en 1994 la hermana Maura O’Donohue presentó un documento sobre los abusos sufridos por las religiosas de parte de algunos sacerdotes.

De hecho el comunicado final insiste en que los congresistas se identifican con “los pobres, los sinvoz, los marginados, los despreciados y olvidados”. Y concluye con tres importantes proposiciones: que se haga teología desde la perspectiva del diálogo; que se instaure una nueva praxis pastoral en la que el liderazgo y los ministerios sean compartidos; y que se practique (praxis) un diálogo real entre la Iglesia y la Sociedad.

Ramón Echeverría

[Fundación Sur]


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Autor

  • Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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