El día 3 de febrero se presentó en la Fundación Sur el documental “Donat busca un escenario”, realizado por Luis García Ferreras. Un trabajo que relata, en primera persona, las andaduras de un actor congoleño en Madrid.
A la presentación acudió el director del proyecto, el protagonista del mismo y la productora, Ángeles Bravo, además de numerosos amigos del mundo del espectáculo y el teatro.
Donat Mbuyi llegó a Madrid en 2006, huyendo de la situación política de su país. Allí, en Kinshasa, su ciudad natal, era un actor reconocido, pero tuvo que dejarlo todo cuando fue detenido por la policía, tras haber participado en una manifestación contra el régimen de Kabila, en la República Democrática del Congo. Tras escapar de las cárceles de Kabila, Donat huye a Suráfrica y de allí, toma un avión para intentar llegar a Londres. El vuelo hace escala en Barajas, donde un control de la policía, hace que el actor se asuste y decida pedir asilo político en España. “La maleta siguió rumbo a Londres”, cuenta el mismo Donat con una amplia sonrisa que pareciera no estar hablando de semejante contratiempo.
El director de la cinta asegura que cuando conoció a Donat, no podía imaginarse que harían tantas cosas juntos. Han llegado a ser muy buenos amigos, se nota mientras hablan, el uno al lado del otro, en la presentación del documental. Se nota también a lo largo de los cerca de 40 minutos en que transcurre la historia del documental. En la grabación un Donat abierto y relajado, cuenta sus avatares, su vida, sus sentimientos y sus pensamientos. Ha dejado mujer e hija en Kinshasa y las echa terriblemente de menos. Busca trabajos para sobrevivir en Madrid. Mientras realiza los trámites de “los papeles”. Nunca deja de lado su pasión, el teatro, por lo que logra algunos papeles secundarios en varias obras, e incluso llega a formar parte del reparto de una de las obras de teatro que el director del documental tiene en cartelera en Madrid, “El asesino eventual”.
Al término del documental alguien transmite su admiración a Donat por esa sonrisa, ese buen talante que impregna toda la historia del documental. Por la sonrisa y la calma con la que habla de su vida, una vida nada fácil. Justo lo que estábamos pensando la mayoría de los asistentes.
Y es que Donat es “un africano ¡de pura sangre!”, “yo no puedo apartarme de África porque la llevo siempre aquí”, asegura dándose golpecitos en el corazón. Inevitable, esa característica mentalidad africana que tanta gente destaca, el buen humor, la esperanza, la alegría ante todo, corre por las venas de este actor.
Un reflejo de la tragedia y los paradigmas que vive África
“Cuando conocí a Donat me pareció que era un reflejo de la tragedia de África. A la vez, rompía los estereotipos que tenemos de los inmigrantes subsaharianos en España: gente de bajo nivel cultural o cultura muy distinta a la nuestra. Él era actor, culto, me hizo ver la cara viva de África, de la gente que lucha por la democracia”. Luis continúa diciendo que cuando comenzaron a rodar el documental no sabían qué iba a pasar en la vida de Donat, ni qué iba a resultar de su trabajo. “Sólo queríamos atrapar el tiempo”.
Y así ha sido, es una historia humana, real, actual, emotiva y con un final feliz y abierto. Al fin y al cabo Donat se va labrando un futuro como actor en España, su vida ha mejorado, como él siempre afirmaba incluso en los peores momentos del relato de su propia experiencia, a lo largo de los dos últimos años. Incluso se puede comprobar el paso del tiempo perfectamente porque al inicio de la cinta Donat habla en francés, con subtítulos, al poco tiempo habla un castellano… digamos divertido más que escaso, y al final habla un español perfecto. (En la presentación hablaba aún mejor el castellano).
Ver el documental es como tener una conversación íntima con el actor que cuenta aventuras e historias de mundos lejanos, pero en tu propio barrio. Un hombre con conciencia política y pies en el suelo. Que ríe por casi todo y te hace reír con él. Que siempre ve la parte buena de cada situación y te transmite su ilusión por las cosas más pequeñas.
No tiene miramientos al explicar a un público, cuya mayoría eran actores y gente del espectáculo, en explicar que en su país, “el actuar no es un trabajo, es una diversión, por eso nadie pierde demasiado tiempo concentrándose o estudiando y ensayando… No hace falta. ¡Es una diversión!”, cuando responde a una pregunta sobre las diferencias entre el teatro del Congo y el de España. “En el Congo el público participa hasta tal punto que es un actor más en la representación. Somos así, somos muy calientes”.
El documental se exhibirá en diversos espacios y foros, pero quien quiera disfrutarlo ya, puede hacerlo en la biblioteca de la Fundación Sur, a la que el equipo de producción ha donado una copia.
Fundación Sur
