El Director General de la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación, FAO, Jacques Diouf, fijó la necesidad de invertir en el mundo 30.000 millones de dólares anuales para impulsar la agricultura y combatir el hambre en todo el planeta.
“Es hora de dejar de hablar y pasar a la acción”, declaró Diouf el día 3 por la mañana en Roma, en la ceremonia de inauguración del encuentro sobre la crisis alimentaria. También destacó que en 2006, el mundo gastó más de un billón de dólares en armamento, “mientras que en un solo país, la comida que se tira a la basura alcanza los 100 millones de dólares”.
Se calcula en 20.000 millones de dólares el exceso que la gente obesa consume en el mundo. El director de la FAO se pregunta, ante esto, si es posible explicar a la gente que no somos capaces de reunir 30.000 millones de dólares al año para permitir a 862 millones de personas hambrientas que se beneficien de los derechos más fundamentales del ser humano, el derecho a la alimentación, y por tanto el derecho a la vida. Diouf está convencido de que estos recursos permitirían al mundo evitar de una vez todos los conflictos que se ciernen sobre el mundo por causa de la comida.
La FAO mantiene en Roma un encuentro mundial de tres días de duración sobre la crisis alimentaria y las soluciones que se puedan recomendar. Cerca de 50 jefes de Estado y de Gobierno participan en este evento.
Aumentar la producción en los países pobres ya es un comienzo para solucionar la crisis alimentaria. Diouf destacó: “El incremento en la producción y la productividad de los países con bajos ingresos o déficit de alimentos, es la solución estructural al problema de la inseguridad alimentaria en el mundo”.
“Para impulsar el surgimiento de soluciones innovadoras e imaginativas, -destacó Diouf-, se necesitan acuerdos y asociaciones entre los países con capacidad de gestión y tecnológica y recursos financieros, con los países que tienen tierra, agua y recursos humanos”.
El señor Diouf se lamentó del aumento del número de personas hambrientas en el mundo, mientras que los recursos prestados para financiar los programas de agricultura en los países en desarrollo han decrecido.
La crisis mundial de alimentos tiene unas consecuencias sociales y políticas trágicas en diversos países, sin olvidar que pone en peligro la paz mundial y la seguridad. La ayuda a la agricultura ha descendido, desde 1980 hasta 2005 en un 58 %.
La degradación de la situación alimentaria se está volviendo cada vez más grave, a pesar de las solemnes garantías dadas en la Cumbre mundial de la Alimentación en 1996, para reducir la pobreza para 2015, cuando eran necesarios 24.000 millones de dólares para financiar un programa contra el hambre.
(African Press Agency, 03-06-08)