El cantante Idir, un pilar de la cultura cabila y amazigh, se nos fue el sábado 2 de mayo. Desde entonces, han florecido innumerables homenajes en las redes sociales y en los medios de comunicación. Una cosa es cierta: Idir fue amado. Afribuku se une a Africultures en este homenaje a «nuestro vava». ¡Tanmirt-ik, artista!
Perder a un padre por segunda vez
El primer álbum de Idir, A vava inouva, fue lanzado en 1976. La canción homónima A vava inouva dio rápidamente la vuelta al mundo: ¡una primicia para un artista argelino! Yo nací en 1980, en un hogar feliz en el que a veces surgía la melancolía del exilio. Todo ocurría alrededor del equipo de música hifi, con sus grandes altavoces de madera. Una pila de discos de vinilo y casetes de Slimane Azem, Matoub Lounès, Lounis Aït Menguellet. Y luego Idir. Idir y su voz tan suave, su voz de narrador. En las redes sociales son muchos y muchas quienes lloran también hoy parte de su infancia, la de los cuentos y las nanas. Mis padres no conocían las canciones infantiles francesas. Para dormirnos, nos cantaban «Ssendu», de Idir. Para despertarnos, también cantaban «Ssendu». Mis padres siempre cantaban. Y para cuando la melancolía cambiaba de tercio estaban «Azwaw», «Cteduyi» y, sobre todo, «Zwit Rwit», el número 1 de las bodas cabilas, nuestro Rock’n roll, que luego fue versionado en árabe por Cheb Khaled. En todos los medios de comunicación se cita al sociólogo Pierre Bourdieu diciendo sobre Idir: «No es un cantante como los otros. Es un miembro más de cada familia». Para mí, perder a Idir es como perder a mi padre por segunda vez.
Un contrabandista entre dos orillas
Domingo 3 de mayo, lloro. Mi madre me envía un mensaje WhatsApp: «En tu artículo, ¡agradécele por lo que siempre dijo sobre las mujeres! Y cuenta también cómo fue capaz de inspirarse en la poesía y los cuentos de la cultura cabila, aceptando la modernidad». La modernidad de la que habla es esa capacidad de Idir para hacer colaboraciones inéditas con artistas de horizontes diversos, en álbumes con títulos evocadores como Les chasseurs de lumière, Identités, La France des couleurs e Ici et ailleurs. Idir fue el hombre que hizo cantar a Bernard Lavilliers, Francis Cabrel, Tryo, Grand Corps Malade, Manu Chao y Oxmo Puccino en cabila. ¡Hasta Charles Aznavour cantó una versión de La Bohème! Idir era un contrabandista de la lengua cabila, una lengua amenazada por la austera política de arabización del gobierno argelino. Fue él quien dispersó pequeños pedazos de la Cabilia a través del mundo.
Además, mi madre tiene razón: Idir, era un feminista. Este domingo 3 de mayo escucho la Lettre à ma fille, una canción dedicada a su hija Thanina: «Sabes, hija mía, hay cosas que no nos decimos en casa». Este modesto texto es una invitación a reinventar libremente las tradiciones: la modernidad, mi madre tenía razón.
IMAZIGHEN: hombres libres
Ya no lloro, pero tengo miedo. Matoub fue asesinado, Idir se ha ido: de esta generación de luchadores amazigh sólo queda Lounis Aït Menguellet. Mi hermano me tranquiliza: «Somos Imazighen, somos resistentes, ¡confiemos en la próxima generación!» Que siga la lucha, los hijos de Idir están listos.
Celia Sadai
*Celia Sadai, es una periodista y comunicadora franco-argelina. Especializada en literatura africana, afroantillesa y del norte de África. Ha vivido en Nueva York, Nueva Orleans, Rio de Janeiro, Dakar, Berlín y México DC.
Original en: Afribuku