Don Stefano, la voz de la conciencia en Lampedusa, afirma que “nos morimos en el mar de la indiferencia, en el cementerio del Mediterráneo”, con 130 muertos más esta semana.
La indiferencia ante la tragedia del Mediterráneo, que, como el coronavirus, no entiende de fronteras, ha mostrado la desorientación total, especialmente de Europa. Seguimos en la indiferencia, mientras se produce un genocidio en el mar.
Como señala el Papa, « en esta barca estamos todos: o nos hundimos todos juntos o nos salvamos todos. Pero la fragilidad de nuestros hermanos y hermanas, ya sean emigrantes en busca de una nueva vida o el anciano solitario de la puerta de al lado, debe ser nuestra, y debemos asumirla«.
El padre Stefano recuerda, como si fuera hoy (porque siempre es hoy para los migrantes muertos), la visita del Papa a Lampedusa. «Mientras surcábamos las aguas a bordo de la lancha patrullera que nos llevaría al muelle de Favaloro, le oí susurrar: ‘Cuánto sufrimiento, cuánto sufrimiento…’«. Un susurro que se convirtió en un grito de dolor. Pero el Papa no se limitó a llorar, sino que consoló a los que llegaron. «Compasión y ternura: esta es la revolución de Bergoglio”, dice Stefano.
El ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, denunció recientemente que “el número de muertes que se suceden en el Mediterráneo es extremadamente alto y absolutamente inaceptable: En cuatro años han desaparecido en el mar 18.000 personas. Más de 200.000 familiares siguen esperando noticias de ellos.
Además, el número de inmigrantes que han cruzado el Mediterráneo en lo que va de año para llegar a Europa se sitúa ya en 237.000 y ha superado el total de los que consiguieron cruzar el pasado año, cuando lo hicieron 219.000 inmigrantes.
Ante un movimiento imparable, sorprende la falta de planificación de la Unión Europea para dialogar con los países africanos involucrados y llegar a un plan consensuado, humano y solidario, para planificar este movimiento migratorio.
Algunas ayudas de la UE a los países del norte África para contener el paso de los migrantes delata la práctica miope, incompetente e irresponsable de toda la UE, que es incapaz de promover un plan integral, bien programado entre todos los países involucrados, justo y solidario, en relación con los inmigrantes africanos.
Lo que hace falta es voluntad y humanidad, pues los medios están a mano.