Se demora un acuerdo entre Kenia y Somalia sobre el campo de refugiados de Dadaab

3/06/2016 | Crónicas y reportajes

La repatriación de refugiados somalíes en Kenia hace poco sólo era una probabilidad, incluso lejana, pero resurge con mucha fuerza, al avanzaNairobi en ese propósito que considera importante para la seguridad nacional.

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El gobierno keniano -que nunca abandonó la idea original sobre esos desplazados- decidió situar un fondo de 10 millones de dólares y establecer una comisión que proyecte lo que al final será el cierre del campo de refugiados de Dadaab, el más grande del mundo y donde la mayor parte de la población es somalí que huye de la guerra.

Tal propósito responde a que ese campamento podría ser escondite de efectivos de la organización antigubernamental Al Shabab, enfrentada a las autoridades de Mogadiscio, pero que ejecutó operaciones transfronterizas como el ataque a la Universidad de Garissa y al centro comercial Westgate, en Nairobi.

José Nkaisserry, del gabinete del Ministerio del Interior, declaró a la prensa que la repatriación debe completarse antes de fin de año.

Las autoridades establecieron un grupo de trabajo dirigido a las actividades de repatriación de los desplazados, y cuyo mandato es supervisar, gestionar y agilizar esa labor, así como el cierre del campamento, ahora habitado por más de 330 mil personas, aunque algunos se refieren a medio millón.

Según el funcionario, el equipo de trabajo debe presentar su informe y después el Gobierno establecerá un calendario para la ejecución de la repatriación, que sólo afectará a los refugiados que residen en las zonas de Dadaab y no a otros.

En ese conjunto no se incluirían a las 190.000 personas que están en el campamento de Kakuma, al cual también citaron recientemente los medios de prensa sobre el asunto del cierre de los refugios en el norte keniano, pero dejó en suspenso si el proyecto de clausurar Dadaab es sólo el inicio.

Nkaisserry recordó a la prensa que las autoridades decidieron en noviembre de 2013 cerrar el campo, cuando Kenya, Somalia y el Alto Comisionado de ONU para los Refugiados (Acnur) firmaron un acuerdo que situó las bases para el retorno de los refugiados procedentes del vecino país.

No obstante, la implementación del pacto tripartito es muy lenta, añadió el funcionario del Ministerio del Interior, y censuró la falta de compromiso de la comunidad internacional ante el enredado asunto.

PROBLEMA E INFLEXIONES

Naciones Unidas alertó que en el mundo hay unos 10 millones de refugiados y casi 40 millones de desplazados internos, y todos merecen vivir.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, propuso a los líderes internacionales llegar a un acuerdo de responsabilidad compartida en cuanto a los refugiados, lo cual se sustenta en garantizar la seguridad y respetar los derechos humanos de esos seres hundidos en el desarraigo.

Un tercer aspecto es «sellar un pacto global entre todos los Estados sobre la responsabilidad compartida y otro sobre la migración segura, legal y ordenada», cita el sitio digital sputniknews.com

En el caso de de Dadaab, su clausura podría colocar en riesgo de muerte a miles de seres humanos que temen regresar a Somalia, mientras perdure el conflicto armado que atormenta al país desde 1991, cuando alianzas guerrilleras derrocaron al presidente Mohamed Siad Barre.

La guerra en ese país del Cuerno Africano convergió con graves sequías y temporadas de escasas cosechas, así como con avances y retrocesos oficiales en la recuperación de la estabilidad en todo el territorio, y eso coadyuvó a las grandes estampidas hacia el exterior.

Al respecto, Dadaab significó la última esperanza de refugio de cientos de miles de somalíes que huyeron de la contienda bélica y de los inconvenientes climáticos en su país, y son quienes ahora podrían estar nuevamente sometidos a los rigores del desplazamiento, de implantarse una hoja de ruta para el éxodo de esas víctimas.

Durante 25 años ese campamento abrigó a millares de africanos en sus amplias y pobres áreas, y ya se refieren a la presencia allí de una tercera generación de desplazados, es decir, un grupo etario cuyo hábitat es el campo y virtualmente desconoce otra dinámica de vida.

«Fatuma tiene 14 años y la piel cuarteada. Nació como refugiada, conoce Somalia por las historias que le ha contado su madre y jamás ha cruzado la entrada que separa el campo de refugiados del resto de Kenia», expone un artículo de María Ferreira para sintetizar como es la adolescencia que se consume en Dadaab.

El área que ahora posee tres partes fue un proyecto de la ONU para acoger a 90 mil desplazados procedentes de Somalia, de donde huían del conflicto armado, pero en 2013 ya lo habitaban 463 mil personas y, según los estimados, 10 mil de ellas se identificaban como integrantes de la tercera generación en ese sitio.

PROBLEMA GLOBAL

La idea de cerrar el lugar multiplica las preocupaciones del Acnur por el destino de los somalíes; el vicepresidente keniano, William Ruto, identifica a Dadaab como un peligro existencial para su país.

La inquietud sobre el caso es compartida por muchos, por ejemplo, la Unión Europea (UE) pidió a Kenia que dialogue con Somalia y la Acnur «sobre los desafíos que plantea su decisión».

La UE demandó crear las condiciones que permitan la vuelta de los somalíes en «forma segura, voluntaria y digna», y se comprometió a trabajar con las autoridades de los dos países «y las organizaciones regionales y la comunidad internacional más amplia para ayudar a encontrar soluciones a la situación enquistada de los refugiados».

Refiriéndose a la situación de los refugiados en Dadaab, el Acnur planteó que «los retos siguen siendo los mismos que en las dos pasadas décadas: superpoblación crónica, riesgo de enfermedades e inundaciones estacionales, además de la creciente inseguridad».

Esa agencia de Naciones Unidas manifestó su «profunda preocupación» con el anuncio de Nairobi debido a cuestiones relacionadas con la economía, la seguridad y el medio ambiente, y llamó a los dirigentes kenianos a reconsiderar su decisión.

El Alto Comisionado -que cifró en 600 mil los residentes en el campamento de Dadaab- recordó que «por casi un cuarto de siglo, Kenia ha desempeñado un papel vital en África Oriental y el Cuerno Africano en el suministro de asilo a las personas forzadas a huir de la persecución y la guerra».

«La seguridad de centenares de miles de somalíes, sursudaneses y otros ha dependido de la generosidad de Kenia y de su voluntad de ser un líder en la región en términos de protección internacional. Trágicamente, las situaciones en Somalia y Sudán del Sur que llevan a las personas a huir aún están hoy por resolver», subrayó la agencia.

Ante el dilema que representará concretar la decisión keniana, el presidente de Somalia, Hasán Sheik Mohamed, reclamó hallar «una vía mejor» para el retorno de refugiados a su país, a la vez que reiteró su rechazo al cierre del campamento de Dadaab, lo cual, dijo, puede desatar una crisis subregional.

En declaraciones a la televisión británica, Mohamed subrayó que la repatriación forzosa no beneficia a ningún país, y abogó por un plan para que sea un movimiento ordenado, digno y basado en el Derecho Internacional, con lo cual el mandatario coincidió con el Alto Comisionado de ONU para los refugiados.

«No queremos que nuestras relaciones con Kenia se vean afectadas», aclaró Sheik Mohamed, tras subrayar el agradecimiento de Mogadiscio a las autoridades kenianas por alojar a miles de refugiados en el campo de Dadaab desde hace 25 años y que ahora podría recorrer la última etapa del viaje, aunque ese final aún está en suspenso.

Julio Morejón

( Jefe de la Redacción África y Medio Oriente de Prensa Latina )

(Fundación Sur)

Latina.

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