Se celebra la “danza roja” de Suazilandia, entre cuestionamientos al rey y crisis económica

4/09/2012 | Crónicas y reportajes

Miles de vírgenes medio desnudas danzaron para el rey de Suazilandia, Mswati III, el día 3 de septiembre, pero la grave crisis económica amenaza con amortiguar el fervor popular de la celebración anual de la “danza roja”.

Durante largas horas, los cánticos de llamada y respuesta que acompañan la danza sonaron alrededor de la residencia real, en Ludzidzini, el punto central de las festividades de Umhlanga.

Hasta 2004, el rey Mswati III tenía el hábito de tomar una nueva esposa de entre las semidesnudas bailarinas. Tiene 13 mujeres.

Llevadas en camiones, el número de bailarinas ha llegado a 60.000 este año, según las autoridades, que tienden a exagerar las cifras.

Aunque normalmente esta fiesta es un éxito en un país de cerca de medio millón de personas, con pocas distracciones diarias, el encanto del ritual folklórico ha comenzado a decaer, en tiempos de crisis económica y descontento político, con estruendosos retos a la autoridad del rey.

“cuando era adolescente iba a esta fiesta. Me gustaba estar en el campo, lejos de mi casa. Casi todo el mundo estaba allí, eso es básicamente lo que me gustaba… normalmente estaba en primera línea. Para estar adelante del todo debías ser la mejor vestida y totalmente vestida”, explica Khosi, que pide que no se le identifique del todo.

Esta estudiante de 24 años comenzó a ver las cosas de otra manera cuando fue a la Universidad y descubrió lo difícil que era obtener una beca e ir a clase de forma regular. “La Umhlanga es sobre ser leal al rey. Empecé a mirar los problemas que tenemos, los estudiantes que perdemos la escolaridad, y pensé ¿por qué debemos servir al rey? Incluso ahora, el rey nunca ha dicho nada sobre la crisis de la educación”, añade.

Apoyo a la monarquía

El fracaso del sector público en este paraíso potencial afecta a todos los sectores de la renqueante economía, como los servicios básicos, según Khosi.

“Apena encuentras nada en los hospitales, ni siquiera los antibióticos básicos o jarabe para la tos y en las zonas rurales no te pueden dar medicación ni para la picadura de las serpientes”.

La pobreza es endémica en un país que tiene la prevalencia más alta de Sida del mundo, con el 26 % de la población infectada con el virus.

“Pero hay mucho más en la sombra, no hay conexión entre el problema que tenemos y el sistema político” afirma Khosi, cuyos abuelos estaban alarmados por verla tomar parte en las protestas, cada día mayores, que han sacudido el reino desde 2011. Pasó varias horas detenida en una comisaría en abril del año pasado.

El rey se aprovecha mostrando y aireando cuánta gente le apoya (a la monarquía) y dice que los progresistas están locos”.

En el palacio real, una suazilandesa anciana, de 79 años, Bulunga, confirma que nunca había visto tantas mujeres en la fiesta, desde bebés de 3 años hasta mujeres en sus 30. “En tiempos de Sobhuza II (el padre del rey) no éramos tantas”.

Thelumusa Hlophe, de 18 años, está encantada “he hecho nuevos amigos”, dice, añadiendo que “adora al rey” y está orgullosa de danzar con el pecho desnudo, mientras que modestamente se ajusta la bufanda roja, amarilla y azul que cruza su pecho y simboliza su virginidad.

En un comunicado, la oposición ilegalizada, el partido Pudemo, denuncia la danza roja como algo que no es más que un foro para que las masas de pobres “se desahoguen, en lugar de ofrecer un genuino proceso para encontrar soluciones a problemas fundamentales planteados por el pueblo”.

Los partidos políticos son ilegales en el sistema real de gobierno Tinkhundla, en Suazilandia, en el que los candidatos son elegidos por los jefes locales, controlados muy de cerca por la monarquía

Pero un padre, mientras que denuncia el nepotismo en la última monarquía absoluta de África, argumenta que atacar la “danza roja” para criticar al rey es una pérdida de tiempo. “Si crees que negando a tus hijos que vayan a la danza roja vas a resolver la crisis económica, no funcionará. El problema financiero perdurará, así que no puede privar a tu hija de ir!, afirma Simphiwe Mngometulu, de 35 años.

editorial@ug.nationmedia.com

(Daily monitor, Uganda, 04-09-12)

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