Santos, muertos, espíritus y los “fundamentos” en la pintura cubana, por F. Vladimir Pérez Casal

5/06/2015 | Cultura

“Orula ibború, orula ibboya, orula ipó, ipó che ché, orula orí mireo”…

Un mito es un relato, narración, discurso o palabra que contiene un sentido oculto, algo que refiere a una explicación o simbología muy profunda para una cultura en el que se presenta una explicación divina del origen, existencia y desarrollo de una civilización.

El mito es también un tipo de creencia establecida, habitualmente a través de generaciones, con relación a ciertos hechos improbables y sorprendentes que, de acuerdo a los mismos, han sucedido en la realidad, los cuales no son posibles de ser verificados de manera objetiva e incluso, hay hechos históricos que pueden servir como mitos y son importantes para una cultura determinada.

Alguien que se identifica con una combinación de nombres hebreo y latino[i] fue quien puso en mis manos el folleto Orishas, Egguns, Nkisis, Nfumbes y su posesión de la pintura cubana de Natalia Bolívar Aróstegui, publicado por la Editorial Pablo de la Torriente Brau en 1994, con una excelente ilustración de cubierta de Ana Rosa González.

Natalia_Bolivar.jpg Natalia Bolívar viene de una familia cubana muy numerosa, como confirma ella misma, y es además descendiente del Libertador, Simón Bolívar. Estudió en 1955 arte cubano en la antigua Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, pintura y la escultura en la Escuela San Alejandro, así como diseño natural y pintura en Nueva York. Entre sus profesores se destacan Will Barnet [ii], Morris Kantor [iii] y Norman Rockwell [iv]. Desde 1956 hasta mediados de 1958 trabajó en el antiguo Palacio Nacional de Bellas Artes, primero como guía del museo e intérprete de inglés y francés, y más tarde como directora para el área de la etnología cubana. Fue alumna de los eminentes científicos Fernando Ortiz y Lydia Cabrera.

Por su membresía activa en el Directorio Revolucionario Estudiantil 13 de marzo fue detenida en julio de 1958 y guardó prisión. Tras el primero de enero de 1959, fue directora del Museo Nacional de Bellas Artes y se ocupó, entre otras cosas, de la restauración de obras de arte conservadas en colecciones privadas. Al mismo tiempo, ha participado en la creación y dirección del Museo Napoleónico de La Habana, en la organización del Museo Casa de la Moneda del Banco Nacional y en diversas instituciones culturales cubanas, como jefa de Relaciones Públicas del Teatro Nacional, consultora para la música y el vestuario en diversas producciones cinematográficas y otras encomiendas. Desde la década de 1980 se ocupa, principalmente, de la investigación de la religión popular afrocubana.

La autora de Orishas, Egguns, Nkisis, Nfumbes…, tiene en su haber una extensa y sólida obra literaria conformada por: Los Orishas en Cuba; Ituto: la muerte en los mitos y rituales afrocubanos; Owó: los sistemas adivinatorios de la Regla de Ocha; Los perros y los orishas; Orula en el deambular por la antiguas civilizaciones; Tributo necesario a Lydia Cabrera y sus egguns e Ifá: su historia en Cuba: ensayo. En coautoría con Carmen González Díaz de Villega ha publicado: Mitos y Leyendas de la comida afrocubana y ¿Sincretismo religioso? y conjuntamente con Mario López Cepero Santa Bárbara / Changó.

Los fundamentos de la religión Yoruba están en los inicios de la historia africana y lo que actualmente conocemos es un compendio o sincretismo de varios cultos regionales que se han ido licuando a través de las conformaciones de los estados. La nación Yoruba tiene sus inicios en la fundación de la ciudad estado de Ile Ife, y al transcurrir los siglos esta se expandió a través de otros reinos.

Al panteón original de Ile Ife fueron sumándose distintas deidades locales de las naciones circundantes conquistadas o anexadas. Y junto a Oduduwa, denominado también Obalufe (Rey del pueblo de Ife) sus descendientes, crearon una dinastía de reyes que fueron divinizados y posteriormente transformados en Orishas o santos, que fueron seres mortales y que, por diversas razones, se deificaron en virtud de actos y hechos; conformando las leyendas que los han acompañado hasta nuestros días. Con los esclavos llegaron sus dioses para quedarse y nuestros son desde entonces: Olofi, Orula, Yemayá, Changó, Obbatalá, Ochún, Oyá y muchos otros.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII, Víctor Patricio de Landaluze se encargó de legarnos las Fiestas de Reyes en lienzos de gran agilidad pictórica: rico documento para la construcción de la vida de los negros esclavos y libertos y de sus iremes que tanto fascinaron a quienes nos visitaban y en sus pinturas se identifican los trajes usados por las diferentes etnias, sus tambores y atributos religiosos, sobre todo de la Sociedad Secreta Abakuá[v].

Eggun es el muerto, y en algunas sociedades las prácticas se centraban en su culto. El sistema religioso Osha -Ifá, Ikú Lobbi Osha (de la muerte nace el Orisha), se suele traducir como “el muerto parió al santo”. El concepto de la muerte es bastante más amplio que en otras religiones, el ser humano está formado por tres elementos: Emí (espíritu), Orí (alma) y Ará (cuerpo). El Emí y el Orí conviven dentro del Ará separados.

La sociedad de culto al Eggun masculino, no individual [vi], como en el caso de la Geledé, Sociedad Secreta Oro, se basa en el culto a una energía que representa el poder sobre los Egguns a través de su representante “Oro”. En el caso de la sociedad Geledé, su culto prácticamente se halla extinto en África y a América nunca llegó. El poder que le atribuyen a Iyami Oxorongá es tan grande que debe ser cuidadosamente controlado, a veces con la ayuda de la Sociedad Oro. Estas dos son las sociedades más importantes a Eggun. Se encuentran también las sociedades de Eggun individualizados, dedicadas al culto de importantes personajes del ámbito religioso o familiar, estas son las “Sociedades Eggungún”, sobre el culto a Eggun masculinos [vii], que se manifiestan y visten grandes trajes de telas de colores que les cubre desde la cabeza a los pies [viii].

Por la misma Natalia conocemos de su amistad con los grandes pintores cubanos, el “…ser amiga de ellos, de algunos, muy personal. Lam fue un gran amigo mío, Wifredo Lam. Mariano (Rodríguez) fue el hombre que más me enseñó a apreciar la pintura. Y a mí me gustaba mucho pintar y di clases en San Alejandro”. [ix]

A partir de la segunda década del siglo XX, tras estudiar en la Escuela de París y recibir la influencia de los grandes pintores mexicanos que proyectan una forma de expresión autóctona, con el barroquismo y la sensualidad, le imprimirán Mariano Rodríguez, René Portocarrero, Carlos Enríquez, Eduardo Abela y Cundo Bermúdez, entre otros, a sus lienzos un nuevo sentido y a ellos se unirán Wifredo Lam y Juan Roberto Diago Querol, quienes llevan la “marca” en su sangre, por descendencia y preceptos éticos [x].

Los Nkisis son los fundamentos, sujetos de veneración de los pueblos del reino de Manikongo que incluyen en armonía los ancestros, la naturaleza y sus espíritus, que contiene aguas, hojas, hierbas, piedras y tierras de diferentes sitios, dientes, picos, garras de varios animales, entre otras cosas, con receptáculos de los cuales sobresalen: mbongo nsimba, que sirve para la adivinación y la curación; la londa usado para las mujeres y los niños y pone énfasis en la armonía familiar; el ndundu que significa albino, los bakongos creen que los albinos son como los jimaguas la reencarnación de los espíritus del agua, el mbundu que sirve para “decir” la verdad sobre disputas locales.

Los Nkisis tienen aliento, no igual que los seres humanos, escuchan al nganga y hacen lo que este les ordena. La vida del Nkisi no termina, se transmite para formar un linaje [xi].

Estos pintores se prestaron a defender y legar al futuro la necesidad de exploración de sus raíces tímidamente guardadas en el corazón de los barrios y solares, en las místicas de pueblos como Regla y Guanabacoa, y traspasan con sus eggunes, nfumbes y nkisis, a la manera tan propia de su imaginación, producto de los mestizajes, la materialidad de una impronta plena de elementos desbordados de la poesía y de la liturgia de las religiones afrocubanas [xii].

Sus pinceles y lienzos fueron testigos del profundo llamado ancestral, en la conmoción del testimonio visual, en el movimiento sensual y erótico de un pueblo pleno del disfrute de esta isla de Yemayá, Ochún, Changó, Obbatalá, Olofi, Abasí y Sambia [xiii].

Orí, la porción o destello de divinidad que habita en todo ser y que reside en la cabeza; previo conocedor del destino, elegirá dónde y cuándo ha de reencarnarse. Al nacer un niño, Orí ocupa su lugar, dándole fuerza a Awa (el alma, soplo de vida y fuerza vital del ser). Comenzaremos entonces a desandar el camino para cumplir con nuestros destinos, caminos que podrán ser alterados por las fuerzas negativas si se está osobbo o por las fuerzas positivas, si se está iré.

Y vendrá entonces el diario acontecer, transitaremos por todos los estados del alma, positivos y negativos, donde unos después de convivencias preferiremos acentuar los hitos positivos y de construcción de la personalidad; otros en cambio lo negarán, y aparecerá también en los recuerdos la tensión, los exabruptos, la volubilidad en los estados de ánimo, en fin la “locura” que todos escondemos en sí y no siempre para sí.

Los tiempos cambian y los hombres también. La toma de decisiones, y me refiero a cualquiera en nuestras vidas, por sus consecuencias, son actos en que la condición humana es vital porque ningún ser es carente de cometer errores y desaciertos; y aún cuando se trate de hacer lo objetivo o lo considerado correcto, seremos juzgados por nuestros desaciertos –injustamente- más que por los aciertos. Y llegarán los reproches que escucharemos con dolor, aún cuando se haya entregado una vida fielmente a una causa o a un amor, y aunque pensáramos que con esas decisiones tratábamos de subsanar un error, hemos cometido definitivamente otro; pero es así, tal vez eso sea algo inherente a la humanidad.

¿A qué viene todo esto? A que el hombre quiere saber siempre cuál será su destino, corregirlo, somos los únicos seres vivos con conciencia de la muerte y de lo efímero de la vida desde, casi, nuestro nacimiento. En la religión yoruba es fundamental el sistema adivinatorio, utilizado para descubrir el destino del consultado, su inclinación y qué agrados o sacrificios se pueden hacer para “corregir” la vía o el tránsito hacia la muerte. Y ese afán de saber, hace que recurramos al babalao, y en sus manos estará el coco.

Al tirar 4 pedazos de coco, tras dejar un quinto pedazo como testigo, al cumplir el rito pronunciando las palabras mágicas: Omi tuto, aché tuto, tuto ilé, tuto ona, tuto Laroye, arikú babaguá; al proceder a moyugbar, cumpliendo con todo el ritual; los cocos responderán de forma concreta con 5 letras, que son las posiciones que pueden adoptar al ser depositados en el suelo. Un consejo, no se puede jugar con el destino.

Alafia (todos los cocos con las partes blancas hacia arriba) donde el Santo dice: “todo bien, lo que se sabe no se pregunta”.

Etagua: (3 mostrando su parte blanca hacia arriba y 1 mostrando su parte oscura) significa: “falta algo” y se repetirá la tirada. Si sale Etagua nuevamente o Alafia o Eyeife, la respuesta será positiva; pero si sale Okana u Okana yekun, la respuesta será negativa.

Eyeife: (2 pedazos mostrando su parte blanca hacia arriba y 2 a la inversa), el Santo dice: “todo bien, firmeza en lo que se pregunta”.

Okana: (1 coco mostrando su parte blanca y 3 mostrando la inversa) dice el Santo: “no”.

Okana yekun: (los 4 cocos mostrando su parte oscura) el Santo responde: “no”; y hay que registrarse y ver por dónde viene la cosa o es que estará hablando un nfumbe.

En fin, este es un excelente folleto, y lo que se sabe no se pregunta.

F. Vladimir Pérez Casal

Fuente Cubadebate / Cubarte

Nota

[i] Abeja trabajadora y la que trae la alegría.

[ii] Acuarelista, pintor y dibujante norteamericano, 1911-2012.

[iii] Pintor nacido en Minsk en 1896 y muerto en Nueva York en 1974.

[iv] Pintor e ilustador norteamericano 1894-1978.

[v] Ver: Orishas, Egguns, Nkisis, Nfumbes y su posesión de la pintura cubana, Editorial Pablo de la Torriente Brau, La Habana 1994, 14 págs, pág. 5

[vi] De forma individual no se conoce el culto en Cuba, sino de forma generalizada.

[vii] Los femeninos no se manifiestan.

[viii] Ver enhttp://cubayoruba.blogspot.com/2007/01/eggun.html

[ix] Ver enhttp://www.cubadebate.cu/especiales/2011/04/28/natalia-bolivar-no-llevo-tantos-collares-por-gusto/

[x] IDEM, págs. 6-7

[xi] Ver enhttp://catze.galeon.com/album2256769.html

[xii] IDEM, pág. 9

[xiii] IDEM, pág. 8

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