SAM – Servicio Aéreo Misionero – “Air Jacques”, por Antonio Molina

12/06/2013 | Bitácora africana

El 31 de enero de este año fue el décimo aniversario de la muerte del P. Jacques Fievet, misionero de África, perteneciente a los Padres Blancos. Él fue el fundador de la más pequeña compañía aérea: la SAM, en el 1970. Como Jacques fue el “padre” –piloto- y la “madre” –mecánico- de su avión un Piper CHEROKEE, en el Congo este servicio aéreo misionero era conocido como “Air Jacques”.

PORQUÉ SE ORGANIZÓ ESTE SERVICIO AÉREO

En 1970, hacía ya diez años que el Congo era independiente, Mobutu le había cambiado el nombre por el de Zaire, pero desde que los belgas se marcharon las infraestructuras se habían deteriorado muchísimo. Las pocas carreteras y las pistas del interior estaban intransitables, los agujeros y baches alternaban con los numerosos socavones producidos cada año en la estación de las lluvias. Los puentes de troncos estaban en pésimo estado, la gente apenas se atrevía a cruzarlos a pie o llevando la bici de la mano, nada de coches o camiones…

Con este panorama, tanto las escuelas, como los hospitales y dispensarios, las parroquias y las residencias misioneras estaban privadas de todo lo necesario, tanto los medicamentos, como el material escolar y hasta los víveres, incluido los artículos litúrgicos: velas, hostias y vino para las misas.
Las rebeliones y las guerras, como la de los simbas y los muelelistas, impedían la organización de las líneas aéreas regulares hacia el interior del inmenso Congo (cuatro veces mayor que España). Bukavu y Goma estaban cortados del resto del país. El correo lo recibían por la vecina Ruanda, que por ser mucho más pequeña siempre estuvo mejor organizada.

El P. Jacques era director de la Enseñanza Primaria de la diócesis de Bukavu y no conseguía visitar las escuelas para llevar el material escolar. Entonces soñó con organizar un servicio aéreo. La mayor parte de los compañeros consideró este proyecto una utopía, pero Jacques era tan perseverante como testarudo. Con el apoyo de la diócesis de Kasongo y del superior provincial de los PP. Blancos, aprovechó unas vacaciones en Bélgica para remover cielos y tierra: Visitó a muchos organismos de ayuda y cooperación. Al mismo tiempo se inscribió en una escuela de pilotos civiles y regresó al Congo con su diploma bajo el brazo. Se fue al Ituri, donde otro P.B. Felix Paillet pilotaba otro “taxi aéreo” y comenzó a entrenarse…Durante las vacaciones siguientes obtuvo el título de mecánico de aviación, pues el mantenimiento del avión tenía que asegurarlo él. Entonces se le presentó la ocasión de comprar un monomotor Piper “Cherokee” de segunda mano, casi nuevo y a un precio muy ventajoso.

COMIENZA LA AVENTURA

Jacques calculó que la forma más económica de llevar su avión al Congo era volando. Atravesó Francia y España sin dificultad, luego se encaminó hacia Marruecos para bajar bordeando la costa occidental de África. Etapas cortas con múltiples aterrizajes en países tan diferentes como Mauritania, Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Gana, Togo, Benín, Nigeria, Camerún, Gabón, Angola y el Congo-Zaire. Fue casi la media vuelta a África en solitario, en avioneta…

De 2000 a 2003, tuve la suerte de convivir con el P. Jacques en Namur, la capital de Walonia, -la región de lengua francesa de Bélgica-, él era el ecónomo de nuestra comunidad y cuando tenía tiempo y humor me contaba alguna de sus aventuras con su avión, como un aterrizaje de emergencia en un bananal empujado por las ráfagas de viento de una tormenta, otras veces tuvo que posarse en pistas de la selva ara evacuar a algún enfermo o por causa de la meteorología amenazante.


EN QUE CONSISTIA EL TRABAJO DE JACQUES

Fuera de las urgencias imprevisibles, como la evacuación de enfermos o accidentados y alguna visita de “gente importante”, normalmente nuestro Jacques despegaba de las pistas de Kavumu, el aeropuerto de Bukavu, cada 15 días, iba a Goma para aprovisionarse de media tonelada de toda clase de géneros, sobre todo alimentos frescos para los misioneros, las hermanas y los cooperantes. Compraba legumbres y hortalizas, carne, queso y algún embutido. Sobre todo adquiría medicamentos y material escolar. Cuanto Jacques aterrizaba en las misiones del interior parecía un Rey Mago o como dicen en los Países Bajos, San Nicolás –Santa Claus-.

Cerca de su residencia, Jacques había organizado un criadero de cerdos y él mismo había enseñado al cocinero a fabricar algunos embutidos, que eran muy apreciados por los compañeros de las misiones aisladas del interior. De este modo el bueno de Jacques conseguía autofinanciarse.

Al regreso de cada gira, Jacques vestía su mono de mecánico y aseguraba el mantenimiento del motor de su “mascota”. Con frecuencia era interrumpido en el taller por otros misioneros que tenían dificultades con sus coches o sus motos y venían a beneficiarse de su competencia.

Su querido avión Cherokee se estrelló en el mismo aeropuerto de Kavumu, un día en que Jacques lo había prestado a un piloto aprendiz. El avión ardió, pero felizmente no hubo víctimas. Hasta el piloto salió ileso.


“A REY MUERTO, REY PUESTO”

En 1975, un curioso avión CESSNA, ‘push-pull’, único en el Congo, reemplazó al Cherokee. Este avión bimotor, llevaba un motor en el morro y otro en la parte trasera. No era, como decían los compañeros de Jacques, para la marcha atrás, sino para aumentar la fuerza de empuje.

Primero el P. Jacques y luego su sucesor, el P. Denis, continuaron abasteciendo los puestos del Maniema, transportando toneladas de medicamentos, material escolar y víveres para el personal misionero.
Fueron en total 38 años de aventuras y emociones…¡ Lastima que ni Jacques, ni Denis nos contaron eso en un libro! Los aviones y los pilotos fueron envejeciendo. Finalmente en 1986, el P. Provincial empezó a buscar otro misionero del Ituri para sucederle, el P. Denis Esnault fue el escogido y trabajó con Jacques hasta 1994, en que Jacques por motivos de salud y edad tuvo que regresar a Bélgica. Denis continuó solo con el SAM. Cuando estallaron las rebeliones y guerras en el Congo oriental,el avión quedó oculto en su hangar de Kavumu. En 2001, el Cessna fue remplazado por un Partenavia.
Desde 1997, el P. Denis, gran conocedor de la electrónica, mejoró su avión con equipamiento de navegación, el piloto automático, radar méteo y el famoso “Tonton” GPS, que facilita la navegación aérea sobre aquellas florestas densas.

Como todos, el P. Denis y su caballo volador llegaron a la edad de la jubilación. Ese mismo año el P. Jacques murió en Namur, cuando iba conduciendo la furgoneta comunitaria, pues padeció un infarto al volante y fue a dar un beso “apasionado” a una farola.

CONCLUSIÓN

Una página más de la epopeya misionera fue escrita. Hoy varias compañías privadas se encargan del transporte de personas y mercancías. Los misioneros no pierden la esperanza de que algún día las carreteras han de ser reparadas y quedarán transitables. Pero en aquellos años difíciles, podemos decir que Dios suscitó a dos misioneros con alas: Jacques y Denis, verdaderos ángeles custodios de tantos enfermos y accidentados.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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