SADC y drones, ¿está salvado el Congo?

20/02/2013 | Opinión

Abortada el 27 de enero de 2013 en Addis Abeba, Etiopía, la firma del acuerdo marco de paz para la RDC, por un panel compuesto tanto por estados miembros de la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos, CIRGL, como por los países de la SADC, o Comunidad de Desarrollo del África Austral, se anunció de nuevo esta firma para el 24 de febrero, en la misma ciudad. Los países concernidos son la República Democrática del Congo, Uganda, Ruanda, Burundi, Tanzania, Suráfrica y Angola.

Según Martin Nesirky, portavoz del Secretario General de Naciones Unidas, este último ha enviado las invitaciones a todos los jefes de estado que acudirán al acto, que tienen la flexibilidad de acudir personalmente o estar representados. Al parecer Tanzania y Suráfrica, que habían expresado sus reservas pertinentes la primera vez, han encontrado respuestas a sus preocupaciones relativas a la estructura del comando de la brigada especial a desplegar en el este de la RDC, al apoyo financiero de las tropas y a su misión sobre el terreno, entre otras.

La ONU acaba de confirmar también, al margen de la firma del acuerdo marco de pacificación de nuestro país, el comienzo de las operaciones de supervisión aérea de la frontera entre Uganda, Ruanda y la RDC, por drones a partir del mes de junio de este año 2013. En este dosier, Ruanda y Uganda, que habían manifestado inquietud al respecto de su soberanía y puesto en duda la eficacia de los aviones sin piloto, parecen haber puesto agua en su vino.

El doble dispositivo de seguridad, brigada especial y drones, planificada por la ONU ¿anuncia realmente una nueva era de paz, estabilidad y progreso para el pueblo congoleño? Es muy pronto para creer esto.

La ecuación M23 / Fuerzas Armadas de Ruanda

La rebelión del M23/FAR, “congolizada” gracias al acuerdo del 23 de marzo de 2009, pero llena de soldados y oficiales ruandeses, sigue siendo la principal espina incrustada en el pié del frágil coloso llamado Congo, RDC. Esta “fuerza negativa” no podrá ser erradicada ni por tropas de la SADC ni por los drones, porque están confortablemente instaladas en el territorio y las localidades del Kivu Norte, donde su presencia es tolerada muy bien tanto por el gobierno de Kinshasa, como por la Unión Africana y las Naciones Unidas.

Lógicamente, la brigada de la ONU y los aviones no tripulados no tendrán ninguna razón para atacar a los rebeldes que han sido autorizados para posicionarse en una franja de 20 Kilómetros en torno a Goma, con armas y municiones, incluso si esta “resolución” es constantemente pisoteada. Es esta dificultad de “encuadrar” al M23 la que pone en riesgo de fracaso a la misión de la brigada especial y los drones en el este de la RDC. Los drones tienen una autonomía de vuelo de 24 horas para vigilar los movimientos de las tropas del M23 en la frontera, en un corredor donde es extremadamente difícil distinguir a los soldados ruandeses y ugandeses ¿Dónde se prohibirá a los rebeldes que se muevan más en Bunagana, Rutsuru o Kiwanja?

Por otra parte, las numerosas milicias que pululan por la provincia Oriental, en el Kivu Norte, en Kivu Sur y en Katanga Norte, no están para facilitar el trabajo de observación de los aviones teledirigidos, porque estas fuerzas negativas forman parte igualmente del decorado de inseguridad recurrente que afecta a esta parte del territorio nacional. Hay tantas complicidades internas y externas en torno a las actividades de pillaje de los minerales congoleños, del tráfico ilícito de armas y de fraudes aduaneros que las fuerzas de la ONU o las de la SADC y los drones no serán de ninguna utilidad para el regreso de la paz a la RDC.

Por el estado general del Ejército

Así, frente a una situación de seguridad volátil, cubierta de una espesa niebla, la RDC no tendrá más remedio que retomar la espinosa cuestión del estado real de sus fuerzas armadas. Los que gobiernan el país deberían tener el coraje patriótico de volver a visitar las diferentes etapas del debilitamiento de nuestro sistema nacional de defensa, comenzando por el episodio doloroso de Kitona en 1997, cuando el pretendido “muyamulenge”, James Kabarebe, enchufado para ser jefe de Estado Mayor general de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo, FARDC, bajo el régimen de la AFDL (Alianza de fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo), envió a la masacre esta base militar de centenas de oficiales congoleños, formados en las mejores academias militares de occidente.

Posteriormente, hemos asistido a la apertura de las puertas y ventanas de nuestro ejército a miles de oficiales y soldados ruandeses, pasados por la lavandería del RCD (Rassemblement Congolais pour la Démocratie – Agrupación Congoleña por la Democracia) en 2003, antes de que el CNDP del general Laurent Nkunda y del general Bosco Ntaganda aportasen otros refuerzos gracias al acuerdo del 23 de marzo de 2009.

A día de hoy, se impone la convocatoria de los Estados generales de las FARDC. Muchos especialistas en cuestiones militares ya han propuesto pistas de soluciones a través de las columnas de “Faro”.

El debate hace un llamamiento a otras contribuciones a la búsqueda de una terapia apropiada.

Después de haber pasado años “barajando” y “mezclando” una gran cantidad de aventureros en nuestro ejército, ha llegado la hora de profesionalizar. Los congoleños y congoleñas nunca deberían dejar de prepararse para después de la MONUSCO, la SADC, las brigadas especiales y otros drones, sin ellos, será difícil salvar el Congo.

JACQUES KIMPOZO/LP

(Le Congolais, RDC, 20-02-13)

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