Ruanda: ¿un modelo económico para África?

20/09/2010 | Opinión

Tras la reelección triunfal y controvertida de Paul Kagame, los debates sobre la situación del país abundan. El carácter democrático del régimen es ciertamente puesto en cuestión, pero no sucede lo mismo en cuanto a las reformas, muy liberales, de su economía, saludadas y aplaudidas por todos, que han producido crecimientos del 8% anual. Pero, hay muchos elementos que matizan esta realidad.

LA PERSISTENCIA DE LA DESIGUALDADES

Están, en primer lugar, las fuertes desigualdades entre ricos y pobres, entre la ciudad y el mundo rural. El crecimiento no aprovecha al conjunto de la población. En el ranking de países “desigualitarios”, Ruanda se clasifica entre los primeros. Y de todos es sabido hasta qué punto una situación social muy desigualitaria pone en peligro la estabilidad y es fuente de frustraciones fácilmente instrumentalizables. El foso entre ricos y pobres no suele ser evocado por los defensores de la liberalización, pero son el resultado de la aplicación de medidas promovidas por las instituciones financieras internacionales (privatizaciones, desistimiento y adelgazamiento del Estado etc…)

APERTURA AL GRAN CAPITAL

Está luego, ligado a lo anterior, la apertura sin trabas al capital extranjero. En el informe Doing Business 2010 se señala a Ruanda como país de buen clima financiero para inversiones y empresarios, y pasa del puesto 149 al puesto 69. Ello se debe a un aumento drástico de la flexibilidad laboral, facilidad para el despido, protección de las empresas inversoras, disminución de los impuestos sobre los beneficios de las sociedades. Estas reformas favorecen al Capital en detrimento del Trabajo. El gobierno sigue fielmente los consejos de Tony Blair. Ahora bien, tal y como denuncia Internacional Trade Conffederation, este tipo de políticas conduce al crecimiento de los beneficios en detrimento de las condiciones de trabajo de los asalariados y, a menudo, los beneficios son repatriados.

Otro problema derivado de estas inversiones extranjeras está en el hecho de que la volatilidad de los capitales es inherente al sistema y que estos capitales huyen inmediatamente en cuanto se detectan problemas de inestabilidad en un país.

UNA DEPENDENCIA CONSTANTE

La dependencia de Ruanda del las aportaciones del exterior puede resultar un problema nada despreciable. Y esta dependencia no sólo se refiere a las inversiones. Los ingresos por exportación se concentran en unos productos de débil valor (té y café, a la cabeza); la ayuda extranjera sigue representando la quinta parte de las rentas del país; la mayoría del sistema financiero, bancos, pertenece al inversores extranjeros.

Por todo ello, hablar de Ruanda como modelo económico del que debería inspirarse toda África, resulta sin duda un tanto exagerado. A pesar de algunos éxitos, la vulnerabilidad del país debido a los vaivenes de la economía mundializada es tal que el riesgo de degradación es claro. Ruanda ha seguido fielmente los consejos de las Instituciones financieras internacionales. Es de temer que los efectos a largo plazo de esta liberalización a ultranza creen problemas, sobre todo al excluir a la mayoría de la población del crecimiento y bienestar.

Renaud Duterme

(Resumen de un texto publicado por Le Potentiel, Kinshasa, el 3/09/2010)

Resumen y traducción de Ramón Arozarena.

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