Ruanda: si solamente hubiera que leer un libro en 2018

3/05/2018 | Opinión

Mientras, con una unanimidad más que sospechosa, cierta prensa trata de saciarnos con alabanzas con la reedición apenas transformada de un libro muy controvertido y mientras aparece un documental en ARTE dedicado enteramente a la gloria Kagame y de su ejército, mientras la maniobra de comunicación demasiado perfectamente orquestada se convierte en molesta a fuerza de repeticiones, de parcialidad y exageraciones e incluso de relatos vendidos como verdades certificadas, dicha prensa guarda silencio ante un acontecimiento producido fuera de Francia sobre el mismo tema y que perjudica al general-presidente-de por vida, Kagame.

Sin embargo, ese acontecimiento, la publicación de un libro, es de tal importancia que ha conducido a los mejores especialistas del drama ruandés, entre ellos a Filip Reyntjens, a reconocer que en Ruanda, en 1994, hubo dos genocidios. Se trata del libro de Judi REVER “In Praise of Blood”.

ruanda-inpraiseofblood.jpgJudi Rever es una periodista canadiense. Tras haber trabajado para RFI y AFO y haber cubierto la guerra en Zaire-RDC en 1996-1997, se interesó por el genocidio ruandés. En marzo pasado ha publicado un libro titulado In Praise of Blood, resultado de dos décadas de investigaciones. En este libro pone con fuerza en cuestión el relato dominante, concretamente en Francia, de los acontecimientos de 1994: lejos de describir al Frente Patriótico Ruandés y a su líder Paul Kagame, actual presidente de Ruanda, como el movimiento que puso fin al genocidio, ella señala, por el contrario, su carácter criminal.

Tras la lectura de esta obra, el profesor Filip Reyntjens, especialista de los Grandes Lagos de África, conocido por su ponderación, ha escrito un tuit sorprendente para los que siguen este dossier: “Durante mucho tiempo he pensado que el FPR había cometido crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en 1994, pero no un genocidio. El Libro de Judi Rever muestra irrefutablemente que el FPR cometió un genocidio de verdad. Así pues, hubo un doble genocidio”.

¿Qué cuenta este libro?

Se trata a la vez de las conclusiones y del relato de una investigación sobre el terreno. La periodista, que vive en Canadá pero viene regularmente a Europa, se interesó por el FPRE en 1997 después de haber sido testigo directo de las terribles condiciones de vida y de las masacres cometidas contra los refugiados hutu que habían huido de su país en 1994. Sorprendida, se había interesado por el ejército que cometía aquellos crímenes: el ejército del FPR. Su investigación es muy documentada: entrevistas a antiguos oficiales o soldados miembros del FPR; entrevistas a tutsi y hutu, fueran víctimas o verdugos; documentos “filtrados” de la ONU o de Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR); informes de investigaciones de ONGs. Cada una de las informaciones que aporta está acompañada de una nota a pié de página y la autora cruza sistemáticamente los hechos según diversas fuentes.

Su tesis puede resumirse simplemente. En la historia del genocidio ruandés, el FPR de Paul Kagame es presentado como el representante de los “buenos” (los tutsi) contra los “malos”, esto es, los genocidas hutu y el gobierno ruandés. Del periodo 1990-1994. El FPR, que buscaba derrocar el poder del presidente Habyarimana con el objetivo de poner fin a la situación de segregación de los tutsi en Ruanda no solo lo habría logrado, sino que también, gracias a su intervención militar, habría parado el genocidio cometido contra los tutsi en 1994. Judi Rever afirma que esta historia es un mito. Sin que en ningún momento ella ponga en cuestión el genocidio perpetrado por las milicias Interahamwe (apoyadas y dirigidas por una parte de la administración y por el ejército ruandés de la época) Judi Rever describe con mucho detalle los crímenes masivos perpetrados en el mismo momento por el FPR. Según ella, el libertador fue en consecuencia no solo un conquistador sino sobre todo un verdugo; las masacres prosiguieron, por otra parte, más allá del año 1994. Rever relata así crímenes en Ruanda al menos hasta 1999, al aplastar el FPR toda tentativa de rebelión.

El libro, además de describir las condiciones y los riesgos de su investigación, se presenta como una larga descripción de los actos de barbarie del FPR: masacres de refugiados individualmente o colectivamente (hombres, mujeres, niños, ancianos, religiosos, opositores o simples campesinos) por medio de toda suerte de métodos, a menudo horribles; asesinatos políticos, secuestros, torturas, violaciones; destrucción de cuerpos; eliminación de testigos; pillaje de riquezas; campos donde organizaron las masacres; campos de entrenamiento de matones, etc. A esto actos de barbarie se añade la infiltración por parte del FPR de las milicias Interahamwe y de los medios políticos hutu, en cuyo seno sus agentes van a atizar la violencia (“they fuelled the genocide”) a fin de precipitar el caos de la sociedad ruandesa y su toma del poder; organización de atentados para instaurar un clima de terror; lógicas militares aplicadas sin humanidad; desprecio por los “tutsi del interior”.

Estos crímenes atribuidos al FPR son en realidad más específicamente el hecho de su servicio de información, DMI, verdadero ejército dentro del ejército (siendo éste mismo un Estado dentro del Estado) encargado de colectar todo tipo de información y también de sembrar el terror; servicio del que la autora ofrece una precisa descripción. Este servicio habría creado así un verdadero sistema de encuadramiento secreto de la población en el seno de la cual cada ruandés se sabe vigilado… sin saber quién le vigila. Denuncias inter-familiares, entre vecinos, etc., son moneda corriente que conducen a una muerte segura.

Retendremos dos hechos entre los muchos que son citados. En abril de 1994, esto es, durante el genocidio de los tutsi por lo hutu, el FPR, en la zona que controla, va a masacrar a miles de personas en la ciudad de Giti. ¡Ahora bien, este lugar es hoy muy conocido! Se le celebra como un modelo del nuevo Ruanda. El alcalde, un hutu, es presentado a los medios como salvador de los tutsi. El mito de Giti no serviría más que para disimular la masacre de los hutu. Otro caso es la masacre de civiles planificada en el estadio de Byumba, también en abril de 1994. El episodio era conocido (André Guichauoua ya lo relataba en su libro de 2005, Rwanda de la guerrea u génocide), pero en el libro de Judi Rever, el relato es de una precisión muy grande gracias a los testimonios directos de dos ejecutores del FPR. Deja entrever, sobre todo, la estrategia de terror y exterminio del FPR. En este estadio deportivo, miles de inocentes fueron fríamente asesinados. Se recordará que en 2003, Paul Kagame organizó un mitin en la campaña electoral presidencia en este mismo estadio.

El libro, evidentemente, vuelve sobre uno de los aspectos importantes del genocidio ruandés: el atentado contra el avión del presidente Habyarimana. En este punto, Judi Rever es muy clara. Afirma que se trata de un acto cometido por el FPR. Da los nombres de los autores, las circunstancias, etc. De paso denuncia la investigación llevada a cabo por el juez Trévidic, antiguo juez anti-terrorista francés, y le hace responsable de la muerte de al menos dos testigos que la justicia francesa debería haber protegido mejor. Judi Rever espera mucho de esta justicia francesa. En efecto, queda hoy como la única institución capaz de enfrentarse al relato histórico del FPR, dado que, en su obra, Rever muestra la manera como los EEUU y el Reino Unido, el TPIR o la ONU, por razones diversas, han ocultado la realidad de las masacres del FPR de Paul Kagame. La acción de los EEUU, concretamente sus presiones sobre el TPIR para impedir las investigaciones, es objeto de un apretado estudio.
El conocimiento de estas masacres no es nuevo. La literatura especializada las ha establecido desde hace ya tiempo. No obstante, el carácter muy humano del relato, gracias a la palabra dada a las víctimas y también a los oficiales y soldados del FPR arrepentidos, ofrece una lectura inédita del mismo. Se añade a ello la más importante aportación de esta investigación: estos mismos oficiales explican las razones políticas de estas masacres. Describen una voluntad de destruir el componente hutu del país; todo ello para disminuirlo en la futura nación ruandesa, De ahí ciertamente la conclusión del profesor Reyntjens que no duda en emplear el término doble-genocidio.

¿Qué puede retenerse como conclusión?

Judi Rever, así lo dice, ha escapado a varias tentativas de asesinato. Es objeto de protección. Hay que recordar que no es la única que sufre amenazas y que antiguos personas próximas al FPR han sido asesinadas cuando han querido hablar. Las conclusiones de su libro, los hechos evocados, serán con seguridad puestos en cuestión, debatidos, etc.,- en cualquier caso, deberían serlo. Sin embargo, una cosa es evidente: la violencia con la que el actual régimen de Paul Kagame busca eliminar estos testimonios, así como la valentía de los que se deciden a hablar, deberían incitarnos no solo a leer este libro, sino, sobre todo, a ser extremadamente prudentes en los juicios que se dan sobre el actual régimen ruandés y sobre la historia del genocidio de 1994.

Michel Robardey

Fuente: The Rwandan

[Traducción, Ramón Arozarena]

[Fundación Sur]


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