Ruanda se gasta millones en su imagen

6/03/2012 | Opinión

En el año 2009, el Gobierno ruandés formalizó un contrato con el grupo Racepoint, una agencia de relaciones públicas americana, con el objetivo de que ésta «cree e implante una campaña promocional» para promover otra imagen de Ruanda. Racepoint lanzó en este sentido dos comunidades en Internet: Rwanda Fact Check, y Friends of Ruanda. ¿Cuál fue el coste de la operación? Más de treinta y cinco millones de francos ruandeses (unos 50.000 dólares) al mes, durante 18 meses. Conviene recordar que en Ruanda el salario medio de un docente es de 40.00 francos ruandeses (unos 50 dólares), dos veces menor de lo que gana una vendedora de hortalizas en el mercado. ¿Por qué gastar tanto en crearse una imagen en un país con medios limitados, en el que más del 60 % del presupuesto de su Gobierno depende de la ayuda exterior?

Slate.fr nos indica que varios dictadores han recurrido a los servicios de las agencias de relaciones públicas occidentales para adornar su escudo. Es el caso de varios dictadores árabes que, para hacer frente a las críticas de los medios de comunicación locales e internacionales y mientras los motines y sus víctimas se multiplicaban, acudieron a estas agencias de relaciones públicas occidentales para contrarrestar la deplorable imagen de su Régimen. En el caso de Barein, Yemen y Siria, apelaron a los Qorvis Communications, con sede en Washington o los Bel Pottinger, en Londres. Al Jazeera dedicó un reportaje a los métodos de estas agencias. El medio denuncia a ciertos periodistas americanos que aceptaron las invitaciones de estas agencias, se fueron por ejemplo a entrevistar a Mouammar Gadafi con todos los gastos pagados, sin ni siquiera mencionar este hecho en sus artículos.

El grupo Racepoint tiene mucho trabajo en lo que respecta a Ruanda. De hecho, el régimen de Kigali con el general Paul Kagame a su cabeza está puesto en evidencia por el informe de las Naciones Unidas sobre las masacres de los refugiados en el Congo, y es periódicamente denunciado por sus rasgos represivos y autoritarios, y se le culpa por las restricciones que impone sobre la libertad de expresión. El país está dirigido con mano de hierro y sin concesiones desde hace casi 18 años por un dictador calificado a menudo como «el peor dictador todavía en activo», o como «el Hitler africano» debido a sus crímenes cometidos en Ruanda y en el Congo, crímenes que el informe de las Naciones Unidas (mapping report) publicado en el 2010 dice que podrían ser comparables a un genocidio. El principal objetivo del régimen, según nos lo anuncia la página web http://www.theglobeandmail.com, es el de contrarrestar las críticas tan enérgicas contra el régimen procedentes sobre todo de las organizaciones defensoras de los derechos humanos como Amnistía Internacional; las defensoras de los periodistas como Reporteros sin Fronteras; y, sobre todo, oponerse a las numerosas críticas procedentes del entorno de los inmigrantes ruandeses residentes en todas las partes del mundo, y que han sido transmitidas por varios medios de comunicación. Para el régimen de Kigali, comprarse una buena imagen parece imprescindible ya que el país sobrevive gracias a las ayudas que vienen a veces condicionadas por el respeto a los principios democráticos. La lógica es la siguiente: «Sin ser una democracia, y sin ganas de llegar a serlo, vamos a comprarnos la imagen de una democracia.»

Fue sin duda Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights, quien sintetizó mejor el espíritu del Gobierno del FPR: «En vez de interrumpir la represión, Ruanda lanza una campaña de relaciones públicas costosa para ayudar a fingir que lo hace».

Asimismo, Ruanda es a menudo aclamada por todas partes por su modelo económica en África, a saber, tasa de crecimiento elevada, progresos en la lucha contra el paludismo, lucha contra la corrupción, campaña masiva de alfabetización, progresos en la educación, el aumento del número de mujeres en el Parlamento, etc. Es la imagen que los jefes del país quieren mostrar y promover en el extranjero a base de talonario.

Uno se pregunta cómo conseguirán los profesionales de la imagen de Racepoint borrar los desvíos autoritarios exacerbados del régimen. ¿Cómo conseguirán disimular los asesinatos políticos, las acusaciones de implicación de los altos dirigente, incluido el Presidente, en crímenes en masa, la opresión sobre los periodistas, los arrestos arbitrarios, los raptos y las torturas?

¿Por qué el Régimen no actúa como la junta birmana, que acaba de mejorar la imagen de su país liberando a varios opositores políticos, entre ellos Aung San Suu Kyi, y procediendo a hacer reformas espectaculares tendentes a una verdadera democracia en su sentido más amplio?

Jean Mitari

Jambonews.net, 2 de febrero de 2012.

Traducido para Fundación Sur por Simón Pierre Talula.

Autor

Más artículos de Administrador-Webmaster