Ruanda: la «Vision 2020» es una engañifa

3/11/2010 | Opinión

Las cifras oficiales que enarbola el gobierno ruandés no son más que un espejismo. “Vision 2020” se parece más a un eslogan que a un programa de recuperación económica y social.

La «Vision 2020» es un plan director del gobierno ruandés que entre otros objetivos trata de hacer de Ruanda un Estado de derecho bien gobernado y de promover una economía próspera, desarrollando el sector privado y modernizando la agricultura y la ganadería. Excelentes perspectivas sobre el papel, pero un análisis de los hechos muestra que se trata más bien de un eslogan que oculta malamente un plan dentro del plan.

Estado de derecho y buen gobierno

Todos los observadores atentos han criticado el lamentable estado de la justicia en Ruanda. Según HRW el poder judicial permanece subordinado al ejecutivo y una elite cercana al poder goza de gran poder económico y político. Este apoderamiento por parte de una minoría de las instancias judiciales permite al régimen limitar y amordazar la oposición. “Umuseso”, en 2008, recogía ya testimonios de jueces que se quejaban de las injerencias del poder y que “los presidentes de los tribunales pasan su tiempo al teléfono para recibir órdenes”.

En este contexto, las decisiones de los jueces no son respetadas. Se ha visto a menudo que prisioneros declarados absueltos eran devueltos esposados a la cárcel por la policía y cómo la asociación Ibuka insulta a los jueces cuando la decisión del tribunal no es de su gusto.

Otro capítulo relacionado con la justicia es el que se refiera a las cárceles, que son auténticos “moritorios”. Condiciones de detención inhumanas, torturas, ejecuciones sumarias, denunciadas por el Departamento de EEUU de derechos humanos, AI y HRW. Pero todo esto les trae sin cuidado a las altas autoridades.

Desarrollo económico: cifras falsificadas

Tras la llegada del FPR al poder en julio de 1994, Ruanda se ha beneficiado de la largueza de la comunidad internacional y las ayudas han llegado abundantes. Para hacer duraderas estas ayudas, las autoridades ruandesas no han dudado en falsificar los datos económicos. Deus Kagiraneza, que antes trabajó en el ministerio de Hacienda bajo Habyarimana, ha dado testimonio clarificador de estos manejos. Cuando negociaba en Ginebra los fondos de ayuda a la reconstrucción del país frente a los donantes “había que arreglar las cifras para que fueran creíbles” y el consultor que acompañaba la delegación ruandesa nos dijo que “esta gente de Bretón Woods tiene prisa y no tiene tiempo de ir a ver directamente las cosas”. Kagiraneza señala que las cifras de crecimiento del producto interior bruto entre el 3 y 7 % no hacían referencia alguna a la hambruna que asolaba en algunas prefecturas. Para él los indicadores económicos oficiales “nada tienen que ver con la realidad”.

Desde 1996, la economía ruandesa ha recibido la inyección del botín de guerra saqueado en el Congo, a causa del pillaje sistemático de sus recursos naturales. Se creó el “Congo Desk” para controlar y gestionar el robo. Pero, los donantes internacionales no han querido ver esta realidad. Algunos ruandeses se han enriquecido grandemente y el FPR ha llevado a cabo una contabilidad paralela de los fondos secretos.
Las cifras de crecimiento enarboladas son falsas desde el origen y sólo sirven para que los donantes piquen el anzuelo.

Una economía etnista

El último informe del PNUD se muestra muy escéptico, ya que indica que el 62% de la población rural vive en la miseria y su informe sitúa a Ruanda entre el 15% de los países más “desiguales” del mundo, en los que las diferencias han aumentado.

El profesor Emmanuel Hakizimana señala que “el gobierno actual dedica solamente el 3% de su presupuesto a la agricultura, sector que emplea al 80% de la población, en un país en el que los hutu representan el 85%; son los hutu los directamente afectados por el bajo presupuesto agrícola y, en consecuencia, los que son mantenidos en situación de pobreza”. Son los órganos de la seguridad (constituidos al 90% por miembros de la minoría tutsi) los que se llevan la mayor parte del presupuesto. En los presupuestos de 2008 se reservan 0,16 mil millones de francos para el salario de los agentes del ministerio de agricultura, mientras se asignan al ejército 23,66 mil millones y 6,9 para la seguridad interior. En el mismo presupuesto, de los 156,83 mil millones asignados a proyectos de desarrollo, menos de 10 mil millones son lo orientados a los medios rurales, donde vive el 80% de la población ruandesa.

Los ejemplos podrían multiplicarse para demostrar el carácter etnista de la redistribución de la riqueza. En Kigali rural, la extrema pobreza afecta al 58,8% de la población, en Kigali-capital al 4,5%. En las prefecturas de Umutara y Kibungo, donde el FPR ha ido instalando a sus miembros llegados del exilio, los índices de pobreza son más bajos que en otras regiones rurales. En 2006, el 51% del PIB era acaparado por una camarilla de 20%.

Gaspard MUSABYIMANA

3 de febrero de 2009

Traducción y resumen de un escrito publicado el 3/02/2009 por Gaspard Musabyimana, en su página web: http://www.musabyimana.be/ .

Traducción y resumen de Ramón Arozarena.

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