Ruanda: ¿Hemos sacrificado la justicia por independencia política y jerigonza?

11/03/2009 | Opinión

Kigali- En primer lugar, creo que la orden de arresto contra el presidente sudanés Omar al Bashir emitida por la Corte Penal Internacional se sustenta sobre una base legal inestable.

Tanto si la Corte tuviera el derecho a llevar a cabo dicho procedimiento como si no, es una orden poco clara.

El Estatuto de Roma, que otorga legalidad a la Corte Penal Internacional, no aborda ciertos temas de forma clara. Por ejemplo, la Corte Penal Internacional no puede, bajo ninguna circunstancia, procesar a una persona cuyo país no haya firmado el Estatuto de Roma ya que ese país no tendría jurisdicción.

En ese mismo momento tendría que darse el tema por zanjado. Al no ser Sudán un país signatario del Estatuto de Roma, Omar al Bashir debía haber ocupado su sitio en el palacio presidencial. Sin embargo, todo esto tiene sus peros.

La Corte Penal Internacional está autorizada a investigar cualquier tema relacionado por medio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a pesar de que el tema remitido afecte a un individuo de un país no signatario del Estatuto de Roma.

A Omar al Bashir se lo están poniendo muy difícil ya que en 2005 el Consejo de Seguridad remitió el desastre de Darfur al fiscal de la Corte Penal Internacional. El hecho de que los jueces en la Haya determinaran darle permiso al fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno-Ocampo, para que llevase a cabo la orden, implica que todos los ciudadanos sudaneses, incluyendo el presidente en funciones, podrían ser llevados ante la Corte.

Sin entrar en los argumentos legales en contra, como los que han expresado muchos abogados, incluido yo, que piensan que la Corte Penal Internacional está violando la esencia del Estatuto de Roma y de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969; me gustaría hablar sobre la larga trayectoria de la justicia internacional y de su moralidad arcaica.

Sin lugar a dudas, el sistema de justicia internacional es extremadamente controvertido, sobre todo en estos tiempos en que se está utilizando la jurisdicción internacional para socavar la soberanía de las naciones, tal como Louis Bruguière lo hizo con la acusación despreciable que lanzó sobre los dirigentes nacionales de Ruanda.

Creo indudablemente que hay un cierto trasfondo racista y el “poderoso” trata de forma prepotente al “diminuto”. Me refiero a que si la etapa de tener prisionero en Guantánamo por la “Guerra contra el Terrorismo” de Estados Unidos así como el bloqueo y bombardeo israelí sobre Gaza no son crímenes contra la humanidad ni crímenes de guerra, entonces no sé lo que son.

De esta forma, las naciones pobres (los estados africanos son los que han sufrido la peor parte del sistema judicial internacional) tienen razón cuando sienten que existe una hipocresía evidente.

No obstante ¿deberíamos desechar la justicia internacional y dejarla apartada de la historia?

Creo que no debería de ser así. Varios líderes africanos continúan diciendo que la acusación vertida por la Corte Penal Internacional es, como dijo ayer al Bashir “una conspiración con el propósito de desestabilizar el país”. Pero mientras él y muchos panafricanistas continúan alegando el neocolonialismo, olvidan un hecho indiscutible.

Olvidan y según creo yo, muy a su conveniencia, que el ejército sudanés llevó a cabo atrocidades contra los habitantes de Darfur.

¿Deberíamos nosotros, como comunidad internacional, ignorar los llantos de los pobres desdichados que están siendo maltratados duramente por sus líderes porque hayan existido pequeños abusos por parte del sistema judicial internacional en su conjunto? Yo creo que no.

Cierto es que el sistema tiene sus fallos pero es de lo mejor y constituye la única arma con la que podemos proteger a los ciudadanos de un déspota sanguinario.

Una posible orden de arresto podría no impedir otro Idi Amin; sin embargo, otro posible Idi Amin no moriría en su cama pacíficamente, rodeado de sus esposas y niños, en un exilio tranquilo en Yida (Arabia Saudí).

Se tendría que aferrar al poder utilizando todos los medios posibles y de forma indefinida mientras no pudiera salir del país. En estos momentos, seguro que el sistema judicial internacional está siendo cuestionado, y con toda la razón del mundo, por las diferentes partes.

No obstante, no debemos apresurarnos a pensar que todo es malo. Consideremos la posibilidad de reformar el sistema judicial internacional y no le demos la espalda ya que, aunque parezca ser una institución corrupta e injusta, no existe todavía ninguna alternativa que lo sustituya.

Sunny Ntayombya

New Vision, Ruanda, 6 de marzo de 2009-03-10

Traducido por Raquel Barrajón, alumna de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid Traducción /Interpretación, colaboradora en la traducción de algunos artículos.

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