Ruanda , Elecciones presidenciales: Kagame triunfa (1) , por Antonio Molina

3/09/2010 | Bitácora africana

Lo veníamos anunciando en programas anteriores a la interrupción veraniega.

Kagame se agarra al poder como las lapas a las rocas. El día que deje de ser presidente se arriesga a sentarse en el banquillo de los reos por genocidio y crímenes contra la Humanidad.

¿POR QUÉ NO EL 100%?

Al anuncio de los resultados de los comicios con un 93% de votos favorables, Victoire Ingabire, fundadora y presidenta del principal partido de la oposición, “Las Fuerzas Democráticas Unidas”, no reconocido legalmente, se exclamó:

Y ¿por qué no el 100%?

Desde luego, los espabilados miembros del Frente Patriótico Ruandés (FPR), organizaron tres partidillos fantasmas, que se han repartido el 7% restante, “para inglés ver”, como decían los portugueses coloniales en tiempos de dictador Salazar.

De este modo, Kagame con 52 años, llevando ya 16 en el poder, va a tener el mando durante otro septenio, para cumplir la “misión” de la que se siente investido: “Salvar a su país, arrasado social y económicamente.”

UN RÉGIMEN DICTATORIAL AUTORITARIO

Según la expresión del profesor francés André Guichaúa, el régimen actual que domina Ruanda, con el FPR funcionando como partido único es “un orden sociopolítico particularmente autoritario.”

Kagame no se limita a luchar contra los humus extremistas, sus enemigos tradicionales. Podemos decir que los ha exterminado a casi todos los que no han huido de sus garras o están pudriéndose en las mazmorras del régimen.

Su sistema de seguridad, con servicio secreto de información y espionaje interno, calcado del modelo israelí, tiene ramificaciones por los barrios de las ciudades y las “colinas” –aldeas-, donde se asienta la población rural. Todos sospechan de todos, todos desconfían de todos.

Un misionero, que ha trabajado en Ruanda toda su vida, me decía que “allí reina la paz de los cementerios. Nadie ve, nadie oye y sobretodo nadie se atreve a hablar.”

Por eso, la figura de Victoire Ingabire tiene la talla de la estatua de La Libertad de la entrada del puerto de Nueva York …

Considerando que la minoría tutsi sea ahora cerca del 20% de la población. (Antes del genocidio alcanzaba sólo el 14%). Tenemos que el 73% restante de votos favorables viene del pueblo hutu, que prefiere vivir en paz, aunque sea dominado por un tirano y sus secuaces.

El periodista estadounidense Philip Gourevitch afirma que, Paul Kagame es “un autoritario que se asume como tal.”

UN CURRÍCULO QUE EXPLICA BASTANTES COSAS

Paul Kagame nació en 1957 en un poblado del centro de Ruanda. Sus padres emigraron al vecino Uganda en 1961, cuando Paul tenía apenas 4 años. Su familia, de sangre real pertenece a uno de los clanes dominantes de la minoría tutsi, que los colonizadores alemanes y después belgas favorecieron hasta la independencia en 1961. Huyeron a Uganda para evitar la persecución de los grupos extremistas hutus. Se establecieron en un campamento de refugiados, en donde años más tarde, K. realiza un encuentro que iba a marcar toda su vida. Allí se unió a Yoweri Museveni, 13 años mayor que él y futuro presidente de Uganda.

Cuando en 1979, Museveni regresa de Tanzania, en donde se había refugiado, para huir del brutal Idi Amín Dadá, encabeza una rebelión, apoyada por el gobierno de Julius Nyerere a cuyo movimiento se incorpora Kagame.

Muveveni consigue conquistar el poder en Kampala en 1986 y Kagame se haya promovido a jefe de los servicios secretos de la seguridad militar. La información, más que el combate le convienen a este hombre alto y delgado, miope y austero.

De estos años, que preceden a su regreso a Ruanda, datan los que refieren sus antiguos camaradas del ejército ugandés. Por sus método expeditivos, lo llamaban “Pilatos”, como cuenta su ex compañero de armas, Abdul Ruzibiza, en su libro: “Ruanda, histoire secrète”, editado en Francia en 2005. El autor se separó de Kagame en 2001 y está refugiado en Noruega. He aquí lo que afirma textualmente: “En el ejército ugandés le pusieron el mote de “Pilatos• por causa de su crueldad extrema.” Después de una ejecución sumaria se lavaba las manos y a otra cosa…

GENIO Y FIGURA HASTA LA SEPULTURA

Kagame empleará esta misma violencia para organizar el FPR, que se entrenaba en Uganda, preparando la invasión de Ruanda, para suplantar el régiman hutu del presidente Juvenal Habyarimana, que gobernaba en Kigali.

Es lo que consiguió en julio de 1994. Cien días antes había organizado el atentado contra el avión presidencial, que mató a los presidentes de Ruanda y de Burundi, que regresaban de Arusha (Tanzania) y que fue el detonador del genocidio de los extremistas humus contra los tutsis.
A la cabeza del FPR, Kagame establece su poder absoluto en un país arrasado, embobado y sangrante por la terrible masacre de cerca de un millón de personas: tanto tutsis como hutus moderados.

Entretanto el nuevo hombre fuerte de Ruanda tuvo las manos libres. Empezó expulsando centenas de millares de humus, civiles y militares, genocidas o inocentes, hasta las florestas del este del Congo vecino, en donde se refugiaron, hasta que el ejército ruandés los persiguió allí mismo, con la excusa de evitar de ser atacados por los extremistas humus infiltrados en los campamentos de refugiados.

Luego empieza a “limpiar” su entorno. Liquida a varios de sus lugartenientes, otros antiguos amigos, que lo critican o saben demasiado, son encarcelados u obligados a exilarse. Así empieza la era de paz de Kagame.

UNA POLÍTICA VOLUNTARISTA DE RECONSTRUCCIÓN

Kagame se presenta como presidente civil. Viste traje cruzado de colores oscuros o negro. En este militar miope se esconde un gobernante dictador empeñado en la reconstrucción y el desarrollo de su país.

Hasta ha intentado un simulacro de justicia y reconciliación, comenzando por negar el segundo genocidio tutsi contra hutu y proclamando públicamente en el estadio nacional, que “en Ruanda sólo existen ruandeses”. Intento de eliminar la división étnica del país.

Autor

  • Antonio José Molina Molina nació en Murcia en 1932. Desde 1955 es Misionero de África, Padre Blanco, y ya desde antes ha estado trabajando en, por y para África. Apasionado de la radio, como él relata en sus crónicas desde sus primeros pasos en el continente africano, "siempre tuve una radio pequeña en mi mochila para escuchar las noticias". Durante septiembre 2002, regresa a Madrid como colaborador del CIDAF. En octubre de 2005 aceptó los cargos de secretario general de la Fundación Sur y director de su departamento África. Antonio Molina pertenece -como él mismo dice- a la "brigada volante de los Misioneros de África", siempre con la maleta preparada... mientras el cuerpo aguante.

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