Pocos electores y pocos candidatos en las elecciones de jefes de aldea, el 4 de febrero en Ruanda. Para esta primera etapa de las elecciones locales, los candidatos, mayoritariamente, han sido obligados a presentarse. Apenas tenían contrincantes para esos puestos de responsabilidad no remunerados.
En Ruanda, el escrutinio del 4 de febrero, primera etapa de las elecciones locales que terminarán el 5 de marzo, no ha tenido un gran éxito. Los electores estaban llamados a elegir a sus dirigentes de los “umudugudu” o aldeas, a representantes de jóvenes y mujeres así como a concejales de célula, entidades administrativas superiores a las aldeas. En varias regiones del país el proceso se inició hacia las diez y no a las siete como estaba previsto. Sin embargo, los tambores y los megáfonos no cesaban de resonar en las aldeas, llamando a jóvenes y viejos a que cumplieran con el deber cívico. Pero, el quórum, la mitad de las personas en edad de votar, se alcanzó difícilmente. En algunos lugares como Umucyo de Kitarama, Kicukiro (Kigali), los agentes electorales no esperaron a que el quórum fuera alcanzado; participaron menos de 200 electores, cuando el umudugudu cuenta con más de 730.
Sin voluntarios
Los electores estaban dubitativos y los candidatos motivados eran escaosos. Los que querían presentarse debían hacerlo justo antes del voto, ante los habitantes presentes. Si su candidatura era aceptada, los electores se alineaban en larghas filas detrás de la persona que habían elegido. “Si no se presenta nadie, sois vosotros los electores los que debéis designar a los candidatos”, era el eslogan de los miembros de la comisión electoral, a menudo fatigados por el silencio que reinaba. “En mi umudugudu hemos tenido que esperar media hora para encontrar un único candidato”, decía un hombre del Sur.
Para el presidente de la Comisión Nacional Electoral (CNE), el profesor Chrysologue Karangwa, “es un derecho que tienen los electores el designar un candidato, del mismo modo que éste tiene el derecho de rechazar serlo cuando estima que no tiene las cualidades requeridas para ocupar el puesto”. La mayoría de los elegidos se ha quejado de la carga de trabajo que les incumbe. “Lo que desmotiva a algunos es que estos puestos exigen una dedicación importante de tiempo y no son remunerados”. Los que rechazan ser designados deben esgrimir argumentos convincentes. Si no es así, son mantenidos. “He dicho repetidas veces que no puedo ser candidato, pero me han forzado a ello », afirma un elegido. “Todos los puestos han sido atribuidos a personas que jamás han dado un paso adelante para expresar a la población su voluntad de ser dirigentes. Hay muchos que están contrariados por haber sido obligados a aceptar los puestos de responsabilidad”, constata un vecino de Nyamirambo. “Un dirigente colocado contra su voluntado corre el peligro de ejercer mal sus funciones” añade.
Recuentos de votos contestados
El recuento de votos también ha suscitado críticas, obligando en algún caso a un nuevo recuento. Cuando los agentes electorales anunciaron el nombre del ganador de jefe de la aldea de Ruvumera, en el Sur, la gente gritó que se trataba de un fraude. Para muchos electores, cuando había varios candidatos, los agentes no se tomaban el trabajo de contar bien los electores de la fila y declaraban ganador a quien querían. “Aunque hacer la cola detrás del candidato favorito facilita el recuento de votos, hay que ser serios y verificar si es necesario”, señala un votante. En efecto, algunos electores abandonaban la fila una vez contados y otros cambiaban de fila. Allá donde se han seguido las instrucciones de la CNE, los electores se han felicitado de la transparencia y rapidez del voto.
Albert-Baudoin Twizeyimana, Emmanuel Habiyakare
(Agencia Syfia 25/02/2011)
Traducido por Ramón Arozarena.