Ruanda: 20 años después de perder a mis seres queridos, he vencido al odio étnico y ganado conciencia crítica

19/02/2015 | Crónicas y reportajes

Los trágicos acontecimientos que sacudieron Ruanda en 1994 han dejado numerosas heridas en el corazón de los ruandeses que, hasta hoy, continúan luchando por sanar. La falta de un diálogo constructivo entre la comunidad de Ruanda y la mala gestión sobre la reconciliación nacional, han dado lugar a un cúmulo de frustraciones y desconfianza entre algunos jóvenes ruandeses. El impacto que ha tenido, en particular, entre los jóvenes de la diáspora ruandesa está muy presente, pero ¿por qué?

El despertar de una superviviente

Soy una joven ruandesa de 29 años de edad. Como tutsi, en 1994 fui testigo del asesinato de mi familia tan sólo porque nacieron tutsis. Pero he de creer que tuve que sobrevivir para poder contar hoy esta historia.

El año 2014 ha sido un año de despertar para mí. Tras veinte años de una vida llena de sufrimiento, dolor, incomprensión, mentira, censura y prohibiciones, todo por razones que realmente no me puedo explicar ni a mí misma. Pasé veinte años de odio, y no por razones personales, sino más bien por las razones argumentadas por líderes políticos. Voy a tratar de descubriros mi trayectoria, y cómo llegué a cuestionarme todo lo que sucedió.

Participación pasiva en diferentes celebraciones

He estado viviendo en Bélgica durante algunos años, y cada año participo en la conmemoración del genocidio contra los tutsis. El 7 de abril de 2014, me preparé como cada año y fui a la conmemoración del 20º Aniversario del genocidio que tuvo lugar en el anfiteatro de la Universidad Libre de Bruselas. La conmemoración fue precedida por una marcha por las calles de Bruselas. Fue un gran evento y me sentí sobre todo muy triste. Veinte años desde que perdí a mis seres queridos. Veinte años en los que he estado tratando de seguir adelante. Veinte años en los que he guardado todo el dolor dentro de mí.

Como de costumbre, escuché con devoción a los diferentes oradores, grabando en mi memoria cada palabra, cada frase. Pero no sé, en algún momento, me sentí superada por la duda. Durante veinte años hemos estado escuchando la misma historia, hablando de nuestra misma historia. Pero ¿qué ha pasado con las historias de aquellos que fueron asesinados también y no eran tutsis? ¿Cuándo recordamos a estas personas? Nunca antes me había hecho a mí misma estas preguntas, pero la campaña «Mpore20», realizada por “Jambo asbl”, una asociación con sede en Bélgica, me llamó mucho la atención. La campaña hablaba de «todas las víctimas», de «todas las tragedias». ¿Quiénes eran los «todas las víctimas», ¿a qué se refería? Mis amados seres queridos, a los que el gobierno de Ruanda conmemoraba cada año, a través de asociaciones como Ibuka. ¿Por qué esta vez se celebraba una conmemoración diferente? Por desgracia, no tenía respuesta. Así que seguí con mi curiosidad y con mi vida.

Mi curiosidad cambió el odio hacia el Otro, por el odio hacia una mentira harto explotada

Semanas más tarde, me encontré con un video ( http://vimeo.com/21837965 ) en el que el ex presidente de Ibuka en Bélgica, el Sr. Placide Kalisa, animaba a los jóvenes para conmemorar juntos el Aniversario. El vídeo estaba producido por la misma asociación, Jambo asbl. Estaba claro que la asociación llamaba mi atención. Me animó a profundizar más y empecé a buscar evidencias de otras víctimas de la guerra de Ruanda. Descubrí páginas asombrosas, llenas de sufrimiento, conmovedoras. Yo no podía imaginar hasta entonces que mi curiosidad iba a transformar mi propia percepción de la historia, y sobre todo que iba a transformar mi odio por el Otro, en el odio contra una mentira. Algunos libros me conmovieron. Quiero destacar «Le peuple Rwandais un pied dans la tombe», de Maurice Niwese, ó «Les enfants du Rwanda «, de Umugwaneza Angelique.

Mientras llevaba a cabo mi investigación, tratando de entender lo que pasó, vi un documental emitido por la BBC2 que completamente cambió las creencias que todavía tenía acerca de la historia que yo había creído durante veinte años. No sé si todo lo que el documental de la BBC 2, “Ruanda, la historia no contada», revelaba era cierto o no, pero como se suele decir “no hay humo sin fuego”.

Desde que ví el documental, dos preguntas siguen atormentándome: ¿Y si fuera cierto que mis seres queridos fueron sacrificados para satisfacer los deseos de un partido político? Y la segunda: «¿Cómo es que nunca hablamos de lo que les sucedió a los refugiados ruandeses en la RDC?”

Otro hecho estaba a punto de cambiar mis creencias. Esto ocurrió tras las observaciones que el Sr. Eugene Mutabazi, miembro fundador de Ibuka, realizó durante su discurso en Bruselas. Al criticar al Sr. Placide Kalisa por haber animado a todos los jóvenes ruandeses a conmemorar juntos este Aniversario, el Sr. Mutabazi me hizo plantearme algunas preguntas. ¿Qué interés tiene Ibuka en enfrentar a las dos partes? ¿Por qué cualquiera que intente llamar a la reconciliación nacional y al recuerdo colectivo, es señalado como un negador del genocidio?

No quiero pasar el resto de mi vida odiando y siendo cautelosa con los demás sólo porque son hutus y yo soy tutsi

Después de todos estos hechos y descubrimientos, me pregunto si los líderes responsables de Ruanda quieren realmente la paz para nosotros, los ruandeses. No quiero pasar el resto de mi vida odiando y recelando de los demás sólo porque son hutus y yo soy tutsi. Quiero un país para todos los ruandeses, y no sólo para unos en detrimento de los otros.

Desafortunadamente, los programas como «Ndi umunyarwanda», a pesar de que se nos dice que no tienen la intención de dividnos, tienen como consecuencia el aumento de las tensiones étnicas. Aunque apoyo el hecho de que todos tenemos que defender nuestra “Ruandidad” de manera conjunta por delante de cualquier etnia, región o clan, yo todavía no entiendo por qué es necesario pedir a todos los hutus que pidan disculpas por crímenes que no cometieron. No espero ninguna disculpa de los hijos de los que ejecutaron a mi familia, espero una disculpa, directa y arrepentida de aquellos seres inhumanos que masacraron a los míos. He llegado a comprender que en 1994, el genocidio de los tutsis no fue cometido por hutus, sino simplemente que fue concebido, organizado y perpetrado por seres inhumanos, no porque fueran hutus, sino porque eran seres que carecían del respeto por la dignidad humana. Seres que desafortunadamente se encuentran tanto entre los hutus, como entre los tutsis, y como en todas las personas que conforman nuestro mundo. Por lo tanto, como una víctima del genocidio contra los tutsis en 1994, no espero las disculpas de la etnia hutu, ni de los hijos de los genocidas, espero las disculpas de los que fueron responsables del genocidio.

Después de todas estas preguntas y todo lo que he aprendido acerca de la historia de Ruanda en los últimos veinte años, me niego a vivir en la amargura, en la desconfianza y en el odio hacia los demás, simplemente porque han sido etiquetados como villanos y como nuestros enemigos.

Nuestra Ruanda ha hecho enormes progresos en muchas campos durante los últimos veinte años, pero si queremos construir una base duradera y sólida, tiene que haber un cambio sustancial en nuestro gobierno. Si queremos construir una Ruanda, dónde la paz, la democracia, el respeto y un sentido verdadero de unidad, se hagan realidad, debemos asegurarnos de que todos los ruandeses puede sentirse libres de expresar su sufrimiento.

Debemos exigir a nuestros líderes idéntico reconocimiento a todas las víctimas en aras de la reconciliación nacional, y esto es un requisito para todos nosotros.

A.K.

Fuente: Jambonews.net

Traducida por Yolanda Gonzalo Balmisa

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