Revalorización del fruto del baobab en Zimbabue

14/11/2024 | Noticias

La misma naturaleza que confronta a Zimbabue y a muchos otros países africanos con los problemas derivados de las sequías, también les ofrece  algunos recursos para superarlos. Uno de ellos, no el único, son los majestuosos árboles de baobab.

Las sequías inducidas por el cambio climático han diezmado los cultivos básicos en Zimbabue. Mientras tanto, el mundo ha descubierto y tiene un creciente apetito por el fruto del baobab como alimento natural y saludable. El fruto del baobab ya no es sólo una especia exótica. Para muchos zimbabueños se ha convertido en un medio de sobrevivencia.

El mercado mundial de productos derivados del baobab ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años, convirtiendo algunas zonas rurales africanas con una gran abundancia de estos árboles en importantes mercados de su fruto.

Los árboles necesitan más de 20 años para empezar a producir frutos. Originario del continente africano, el baobab es conocido como el «árbol de la vida», y se encuentra desde Sudáfrica hasta Kenia y Senegal. Zimbabue tiene unos 5 millones de árboles, según Zimtrade, una agencia gubernamental de exportación.

Estados Unidos legalizó la importación de harina de baobab como ingrediente de alimentos y bebidas en 2009, un año después de la Unión Europea. Junto con China, ahora representa uno de los mayores mercados de dicho producto. El Centro para la Promoción de Importaciones del gobierno holandés dice que el mercado mundial de harina de baobab podría alcanzar los 10.000 millones de dólares en 2027.

Las poblaciones locales zimbabueñas se quejan de los bajos precios que les pagan los comerciantes por el duro trabajo de recolección de los frutos del baobab. La gente dice que no tiene otra opción porque no dispone de otros recursos. Los compradores imponen sus precios, y sus proveedores no tienen posibilidad de resistencia, dada la situación de hambre en que se encuentran.

La creciente industria se exhibe en una planta procesadora en Zimbabue, donde la pulpa del baobab, separada de las semillas, es envasada para diversos usos. Fuera de la fábrica, las cáscaras duras se convierten en biocarbono, una ceniza que se les da a los agricultores de forma gratuita para hacer abono orgánico y mejorar la fertilidad del suelo.

Es probable que la difícil situación de los recolectores del fruto del baobab continúe debido a su falta de poder de negociación, por ser gran parte de ellos niños y mujeres. Zimtrade, la agencia de exportación del gobierno, ha lamentado los bajos precios que se pagan a los recolectores de baobab, informando que está considerando asociarse con grupos de mujeres rurales para establecer plantas procesadoras.

Muchos de los recolectores caminan de un árbol de baobab a otro, examinan cuidadosamente cada fruta antes de dejar las más pequeñas para que las coman animales salvajes como los babuinos y los elefantes, continuando así una tradición milenaria en el mundo rápidamente cambiante del baobab.

Fuentes: O Pais y Africanews

[Traducción y edición, Jesús Zubiría]

[CIDAF-UCM]

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