1. – A mediados de noviembre, la República Democrática del Congo, sufrió un nuevo episodio de violencia, con la entrada del grupo rebelde M-23 en la ciudad de Goma, en el este del país. Miles de personas huyeron como consecuencia de este ataque, que protesta por el incumplimiento de los acuerdos de paz firmados en el año 2009.
2. – Hay que entender que este hecho es un episodio más de una guerra que tiene raíces históricas y que sólo en los últimos 16 años, desde 1996, ha provocado más de 5 millones de víctimas mortales y millones de personas desplazadas y refugiadas.
3. – El conflicto que tiene lugar en RD Congo, especialmente en el este del país (las regiones de los Kivus), no es simplemente un conflicto entre “etnias”, como se suele simplificar, ya que participan una decena de países de la región de los Grandes Lagos (Ruanda, Uganda, Burundi, etc.) y una gran cantidad de países a nivel internacional (Francia o EEUU, por ejemplo) y de empresas multinacionales, vinculadas especialmente con la explotación de recursos naturales. Esta multitud de actores ha llevado a algunos politólogos a etiquetar este conflicto como “la primera guerra mundial africana”.
4. – De todos modos, la participación de países como Ruanda, liderado por su vigente presidente, Paul Kagame, o Uganda, liderada por Yoveri Museveni, es crucial para entender lo que está pasando en el este de RD Congo. Ambos países tienen una gran responsabilidad en el conflicto actual, fruto de sus intereses económicos (explotación de los recursos) y geopolíticos (control del territorio).
5. – Las multinacionales, especialmente aquellas vinculadas a la explotación del coltán (mineral que se utiliza para la fabricación de aparatos tecnológicos como los móviles), son también fundamentales. Esta red de conflicto vincula así grupos armados locales que extraen recursos para venderlos a las multinacionales.
6. – Naciones Unidas tiene desplegados desde hace muchos años más de 18.000 cascos azules en todo el país. Sin embargo, Naciones Unidas es, al menos hasta ahora, más parte del problema que de la solución. Según varios informes, la organización está acusada de inacción e inoperatividad ante los ataques de los rebeldes, de casos de corrupción, y sus soldados han estado involucrados en miles de casos de violaciones y de abusos sexuales.
7. – La población civil es la principal damnificada de todo este conflicto. De todos modos, hay que subrayar su capacidad de resistencia y de organización. Son notables las iniciativas de denuncia de la situación que han impulsado en los últimos años organizaciones de mujeres o de periodistas, por citar sólo dos ejemplos.
8. – Las soluciones a este dramático conflicto pasan por, entre otras cosas, apoyar las iniciativas de paz locales, ejercer más presión sobre gobiernos como el ruandés o el ugandés, pero sobre todo por reformar las reglas de juego internacional que permitan juzgar a los responsables del conflicto (sean dirigentes políticos o responsables de empresas multinacionales) y hagan efectivo y transparente el papel de las Naciones Unidas. Todo ello, sin voluntad política, nunca será posible.
9. – Nosotros tenemos una responsabilidad indirecta, pero real, con todo este entramado de dolor y conflicto. Nuestro incremento de consumo de aparatos tecnológicos contribuye claramente a empeorar la situación. Un documental como “Blood in the Mobile”, premiado con numerosos galardones a nivel internacional, explica claramente este hecho. Por lo tanto, hay que replantearse urgentemente nuestros hábitos de consumo, y el modelo en sí.
10. – Aunque no aparezca en los medios de comunicación convencionales, el conflicto en el este de RD Congo continúa generando sufrimiento diario. Es necesario, pues, continuar insistiendo en la necesidad de visibilizar esta realidad, para que se puedan impulsar todo tipo de medidas para solucionarlo.
Original en: Todo es posible. El Blog de Oscar Mateos